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Historia de un desahucio

Una mañana ejecutando desahucios

En el primer trimestre del año se desalojaron en Madrid a 2.537 familias - Acompañamos a una comisión judicial en una mañana de trabajo

Carmen Pérez-Lanzac

El cerrajero se acuclilla ante la puerta. Con ayuda de una linterna introduce una fina vara de metal por la cerradura y en apenas un minuto logra abrir la puerta, la letra A de la tercera planta de un edificio del barrio de Vallecas.

Lo primero que llama la atención es el olor a rancio. El piso, sin embargo, está limpio. Quizá se deba al agua sucia que hay en el cubo de la fregona. También se clava en la retina un triciclo rosa que corona el salón, pequeño como el resto de la casa. De una pared cuelga un calendario y en el suelo hay un televisor junto a su mando.

En el dormitorio principal queda un colchón de matrimonio que ocupa prácticamente todo el suelo. Y en el segundo dormitorio, dos pares de zapatos bastante nuevos y unas sandalias. Sobre la colcha raída de la litera, hay un montón de ropa vieja y otro de libros de texto de segundo de la ESO. "Se han ido hace poco", sentencia el cerrajero señalando la basura, repleta de vasos de yogur y sin signos de putrefacción.

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Fuera, dos vecinos siguen la operación. Una es la vecina de enfrente, que comenta que allí vivía una familia de origen latinoamericano con dos hijos además de un segundo hombre. El segundo es el presidente de la comunidad, que quiere saber quién de todos los presentes va a hacerse cargo de los 1.000 euros que la familia también le debe a la comunidad de vecinos.

Sin gente. Y con las cosas que la familia ha decidido por un motivo u otro dejar atrás. Así es como se encuentran las comisiones judiciales la mayoría de las viviendas el día de su desahucio. En el primer trimestre se ejecutaron 2.573 en la Comunidad de Madrid.Aunque hay excepciones, la mayoría de las personas no se queda para entregar las llaves o para plantar cara a su desalojo. Pero por si acaso se da cualquiera de estas situaciones, siempre acuden un cerrajero y dos policías municipales. Además, están el procurador -que acude en representación de la entidad bancaria- y la comisión judicial, formada por el auxiliar judicial -que ejecuta la orden del juez- y un gestor procesal, que levanta acta.

Ayer acompañamos a Gabriel e Inmaculada -dos funcionarios del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que no quieren facilitar sus apellidos- en su jornada de trabajo. Llevan siete años formando un dúo coordinado, al estilo de las parejas de policía que patrullan juntas. Los dos son abiertos y son de los pocos funcionarios que se prestan a que un periodista les acompañe mientras hacen su trabajo. Se caen bien. "Uy, Inma, ¿aquí no estuvimos la semana pasada? ¿No era aquí donde la señora de los hámsters?", pregunta Gabriel al llegar a uno de los bloques de edificios.

Antes de la crisis, en Madrid capital había seis comisiones judiciales dedicadas a ejecutar las decisiones de los jueces. Ahora son 13. No se dedican solo a ejecutar desahucios. También hacen levantamientos de cadáveres, inventarios de bienes, desalojos de inmuebles ocupados, entradas forzosas en viviendas, asuntos de familia... Gabriel no olvidará a un enfermo con síndrome de Diógenes que criaba cucarachas ni tampoco aquella trampa que le dejaron unos okupas antes de ser desalojados: un agujero de dos metros tapado con una alfombra: "Para haberme matado". Inma también tiene su dosis de anécdotas, como aquella vez que sufrieron hasta lograr que un cadáver ya rígido cupiera en un ataúd más pequeño que el cuerpo.

Anécdotas al margen, el día a día de su trabajo ha sido ahora monopolizado por las consecuencias de la burbuja inmobiliaria. Desde hace tres años, las ejecuciones hipotecarias son el grueso de su trabajo. "Antes no eran más del 10%; ahora suponen entre el 70% y el 80% de todo lo que hacemos", dice Inmaculada.

Lidian a diario con la crisis, de la que tienen su propia teoría. "No conozco ningún banco que sea una ONG, y si no se les pone freno, unas cortapisas...", dice Gabriel.

¿Qué opinan de que los indignados del 15-M y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Madrid estén evitando desahucios? Tienen opiniones enfrentadas. Por un lado lo entienden: "Hay que protestar porque los políticos no han hecho nada", dice Gabriel. Del otro, les asusta que pueda causarles problemas a ellos.

La pareja se pasa la mañana de acá para allá en un taxi que les espera en cada puerta a modo de chófer. Hoy el grueso de su trabajo se concentra en Vallecas, donde tienen cuatro lanzamientos. Es decir, tienen que asegurarse de que la entidad bancaria, nueva propietaria del piso, se hace con sus llaves y de que este queda vacío.

En el portal de un piso de edificios humilde les espera un policía al que saludan con confianza. Este les informa de que esa mañana se esperan 16 desahucios en Vallecas. Son más que la media diaria, pero nada que le sorprenda. Inma y Gabriel dicen que en los barrios del sur es donde más lanzamientos se están ejecutando, especialmente (y siempre según su experiencia) en Carabanchel, Aluche, Vallecas y Villaverde.

Gabriel mira la dirección en su carpeta y llama al telefonillo con insistencia. No contestan. Entonces llama al piso de al lado. "Hola, somos de los juzgados. ¿Sabe si en el C vive gente?". La vecina dice que cree que no. Suben al piso y Gabriel aporrea la puerta con una fuerza que se te pone el corazón en la boca. Aunque lo parece, no lo hace para provocarle un infarto a nadie, sino para asegurarse de que, si hay alguien dentro, les oiga. "Una vez nos encontramos a una pareja en la cama abrazaditos. Casi se mueren".

No responden. Pero entonces suena el móvil. La entidad bancaria les informa de que no va a ser necesario ejecutar el desahucio porque los propietarios ya les han entregado las llaves. El policía, que se ha desplazado en vano, se despide y la pareja sube de nuevo al taxi. En el tiempo que les queda entre lanzamiento y lanzamiento, la pareja entrega notificaciones de próximos desahucios. Si los interesados no están en casa, meten un aviso por debajo de la puerta.

En mano se la entregan a la dueña de un bar, que está seria aunque mantiene el tipo, y a una pareja de ecuatorianos a los que se cruzan en el portal. No se sorprenden al recibir la noticia; la esperaban. Querrían saber cuánta deuda se supone que les queda pero los funcionarios no disponen de esa información. "Honestamente no tenemos con qué pagar. ¿Qué hacemos?", pregunta la mujer.

Ambos están en el paro. El piso lo compraron en 2006. Entonces ganaban 700 y 1.100 euros cada uno, en la obra y cuidando a ancianos. El piso se tasó en 268.000 euros. La letra al principio era de 800 euros. Enseguida se puso en 1.200. Cuando dejaron de pagar, hace dos años, había subido a 1.700 euros. Tienen una hija que ahora empieza la universidad y que observa la escena aparentemente tranquila.

"El 90% de los casos que vemos es de inmigrantes", dice Gabriel mientras prosiguen su ruta. "Y la mayoría de las veces encontramos los pisos vacíos", añade. No es habitual que el desahuciado les espere en la puerta para entregarles la llave. Pero hoy sí lo hace una mujer. Se llama Carmen y también es ecuatoriana. Está entera y parece tranquila, pero cuando la periodista se interesa por su caso rompe a llorar.

Su caso, como la mayoría, es muy triste. Tanto ella como su pareja están en el paro. Tienen una hija que han mandado a Ecuador con familiares. Su marido y ella han alquilado una habitación en un piso, y como siguen sin encontrar trabajo están pensando en regresar a Ecuador.

"Es horroroso", se desahoga Carmen. "Quise establecer una vida aquí, tener un futuro. Pero ahora con deudas, en la calle, sin trabajo... Pensé en ir a ver a este grupo que está parando desahucios, pero no lo hice porque lo que quiero es que este mal sueño termine ya", dice.

La vivienda, de dos plantas y con un pequeño patio, se tasó en 270.000 euros, pero Carmen no sabe cómo han quedado las cifras de su deuda tras la subasta. Se lo pregunta al procurador: "¿No puede usted decirme nada? Necesito saberlo para quedarme ya tranquila", dice. El procurador, que no es un empleado de la entidad, dice que no dispone de esa información.

El cerrajero le pide la llave mientras Inma y Gabriel examinan la vivienda junto al procurador. No hay ni un mueble. Han desaparecido los de la cocina y en el baño no queda ni la taza del váter. En el salón han dejado un peluche de tigre. Un recuerdo de su vida reciente que han decidido dejar atrás.

Un cerrajero abre la puerta de una vivienda.
Un cerrajero abre la puerta de una vivienda.LUIS SEVILLANO
Un policía acompaña a un auxiliar judicial a comunicar un desalojo.
Un policía acompaña a un auxiliar judicial a comunicar un desalojo.LUIS SEVILLANO

Las cifras

- En el primer trimestre del año se ejecutaron 15.546 "lanzamientos" (desahucios por impago) en España, un 36,8% más que el mismo trimestre de 2010.

- 2.537 desahucios del total se realizaron en la Comunidad de Madrid (más del triple que en el primer trimestre de 2008). Madrid es la tercera comunidad por volumen de desahucios tras Andalucía y la Comunidad Valencia.

- El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha tenido que duplicar el número de comisiones judiciales. Había seis y ahora hay 13.

- Los barrios de la capital donde se ejecutan más desahucios por impago de hipoteca son del sur: Villaverde, Carabanchel, Aluche y Vallecas.

- Según el testimonio de los funcionarios, la mayoría de los desahuciados son inmigrantes y el día del lanzamiento no están en la vivienda: hay que forzar la cerradura para entrar.

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.

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