El jefe viste de americana
Ariel Rot, ex de grupos como Tequila y Los Rodríguez, renueva a los 50 años su fe en el rock más exquisito
Unas ganitas locas debía tener Ariel Rot de retomar su carrera en primera persona después de los dos años de inopinado paréntesis que le ha supuesto la milagrosa resurrección de Tequila. Tantas ansias que a su disco de regreso le ha adjudicado el título de Solo Rot, aunque ahora, por esos indescifrables designios de la realeza académica, nos quedamos sin saber si el "solo" es adjetivo o adverbio. Puede que a este argentino casi malasañero le sirvan a un tiempo las dos alternativas, porque anoche irrumpió como un cohete en la Joy Eslava para demostrar que con su sola jefatura en el escenario, sin necesidad de anteriores bicefalias, se basta para arrollar al público con un ejercicio de rock vitamínico, contagioso y ponderado.
El chavalín aquel de ojos verdosos que se las llevaba de calle con Rock and roll en la plaza del pueblo acaba de inaugurar su condición de cincuentón y hasta bromea -qué otro remedio queda- con los achaques de la edad en los versos de Manos expertas. Pero aunque haya que recurrir de vez en cuando al dulce abrazo amodorrado del Orfidal, Rot se mantiene despierto, lúcido, activo y en una forma física estupenda. Tiposo, ágil, elegantón con su americana de rockero exquisito. Y con ganas de seguir frunciendo el ceño de puro deleite cada vez que su descascarillada guitarra eléctrica chirría, voluptuosa, en los fraseos.
Ariel retorna en el punto que lo dejó y al que ya nos tenía acostumbrados. El concierto de anoche demostró que después de tres décadas en el asfalto ya no es momento de abandonar la zona de seguridad. El bonaerense tira de repertorio reciente, para no incurrir en la nostalgia ni el aplauso inmediato, pero todo se antoja confortablemente familiar. Una vida equivocada suena stoniana y, por extensión, tequilera; Geishas en Madrid se arrima al Dylan de la gira ,Rolling Thunder y Papi dame la mano o Dos de corazones ahondan en la línea más folclórica a la que tan buen partido sacaron Los Rodríguez. Ni siquiera Dulce mirada, el más brillante de sus nuevos temas, escapa del influjo, hasta en el título, de un éxito previo: Dulce condena. Y Problemas sería un cañonazo de no ser por una referencia muy contraproducente a estas alturas: "Mi chica me pega".
Rot es un seductor nato sobre las tablas, al margen de que esa cabellera entrecana de la edad madura le siga reportando suspiros entre el público femenino y de otras afinidades. Con todo, anoche se le notó algo cohibido ("con tanto amigo y periodista prefiero no meter la pata"). Nada de eso le sucede, en cambio, mientras blande el mástil y proclama su renovada fe en un rock que ya no es subversivo ni alborotado, pero sí impoluto.
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