La fiebre del flequillo rubio
Más de un centenar de adolescentes aguardan a las puertas del Palacio de los Deportes para asegurarse las primeras filas en el concierto de Justin Bieber
El concierto del ídolo adolescente Justin Bieber, esta tarde en el Palacio de los Deportes de Madrid, ha revolucionado los alrededores del recinto desde que el sábado 26 de marzo comenzaran a hacer cola las seguidoras más ansiosas del cantante canadiense.
Pero las admiradoras, en su mayoría chicas menores de edad (los jóvenes podían contarse con los dedos de una mano), no llegan solas. Una veintena de madres y padres son el sufridor séquito que acompaña a las adolescentes, arrastrados más por la preocupación que por su gusto por el niño del estudiado flequillo rubio. Mariví Salcedo es una de estas madres. Llegó el jueves a las seis de la tarde y desde entonces organiza los grupos que, por estricto orden de llegada, son llamados a adherirse a la fila que aguarda a las puertas del Palacio de los Deportes. Ayer por la tarde había 125 grupos apuntados, y cerca de 43 ya habían ocupado su espacio reservado en la cola.
La lucha por el sitio incluye intentos de colarse y la compra de puestos
Muchas de las fans han perdido clases por aguardar a las puertas del recinto
La parada de Bieber en Madrid (la primera que ofrece en España) dentro de la gira My World Tour provoca, al margen de la evidente histeria de las fans, una picaresca por hacerse con un lugar privilegiado en la arena. Desde el tradicional arte de colarse con disimulo con sus consiguientes peleas y discusiones, hasta la más sofisticada picardía de compra-venta de puestos en la cola para evitarse las noches de termo, intemperie y esterilla. Valentina reconoce que, aunque no es lo más común, ella ha cobrado 100 euros por guardarle el sitio en la fila a otra persona. "Yo lo he hecho, pero durante el tiempo que no tenía turno", matiza. Valentina ha venido desde Sevilla y es una de las pocas que puede presumir de haber visto al imberbe cantante de cerca. "Le conocí ayer [por el lunes] en el aeropuerto y le dije que era el mejor día de mi vida", relata con una sonrisa que despierta la envidia del resto de seguidoras.
Paqui Martínez forma parte del afortunado grupo uno. Si nada lo impide, ella ocupará junto a sus dos hijas de 16 años, Sara y Gema, la primera línea en la valla que separa al artista del público. Reconoce que las inmediaciones del recinto también han sufrido el pillaje de los más avispados. "Ha habido robos de dinero, de comida...", afirma, "y hasta de zapatillas", apostilla un adolescente tumbado bajo una sombrilla a su lado.
Las horas de espera, sin embargo, también fomentan las nuevas amistades. Una joven con el nombre del ídolo escrito en la frente anota las direcciones de Tuenti y de Facebook de todas las fans reunidas, que aseguran que en general "hay buen rollo" entre ellas.
Las seguidoras han venido desde Sevilla, Huelva o Murcia, entre otros puntos de la geografía española. La mayoría ha perdido horas de clase o días enteros de colegio, y todas confiesan que tienen empapelado el cuarto con los pósters de esta artificiosa estrella del pop en versión miniatura
Con todo, el mayor ingenio sigue siendo el de la factoría Disney, que con la marca Bieber vuelve a asegurarse un año de arcas llenas. "Unos 40 euros de entrada, venir a Madrid, el hotel, los discos, la película [que se estrena el próximo 15 de abril], es un gasto extra, claro", se queja un padre, consciente, quizá, de que papás enrollados hay muchos pero edad del pavo solo hay una.
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