El fanfarrón, la infanta y la peña
Un breve paseo desde la Boca del Asno conduce hasta esta legendaria roca escondida en el pinar de Valsaín
Que a una peña solitaria y más o menos ovoidea se le llame cojón (con perdón) no es, si uno se para a pensarlo, tan raro. Más allá de la similitud formal, que la hay, existe un parentesco lingüístico, y es que a estos peñascos aislados se les denomina en la España castiza tormos o tolmos -el Tolmo de la Pedriza, sin ir más lejos-, voces que tienen su origen en la raíz indoeuropea tur- (masa, bulto, hinchazón), la cual a su vez dio turma (trufa, criadilla de tierra), que también vino a significar -por el parecido entre la criadilla que cría la tierra y la que cría el varón- testículo. Visto así, lo raro es que el monte no esté lleno de cojones (con mil perdones).
Pero el caso es que sólo conocemos uno: el Cojón de Pacheco. El tal Pacheco era, según la hablilla popular, un fanfarrón de Val-saín que se jactaba de satisfacer cada noche a varias mujeres y al que sus vecinos le dedicaron el tolmo que hoy nos ocupa considerando que, para sacarle tanto jugo, esa parte suya tenía que ser de talla similar.
A estos peñascos aislados se les llama en la España castiza tormos o tolmos
Chacota pura, claro está, pues es obvio que aquellos serranos no creían al fantasmón, ni que existiera relación alguna entre el tamaño de un testículo y el placer que un hombre puede deparar a una mujer, como tampoco hubieran creído que en el futuro tuviésemos que explicar algo tan obvio para que nadie se moleste.
La conseja no precisa la ocupación diurna del Pacheco, aparte de la de farolero, dando quizá por sabido que todos en este barrio de La Granja vivían del pinar: si no era leñador, era gabarrero o guarda forestal, o trabajaba en un aserradero. Tampoco determina la época en que pasó por este mundo ufanándose de su virilidad, pero tuvo que ser con anterioridad a 1931, por lo que enseguida se dirá.
Ese año, moría la tía de Alfonso XIII, la infanta Isabel Francisca de Asís, personaje de los más populares de la Corte y de los más asiduos de La Granja. De ella se cuenta que, en una de sus jornadas en el real sitio, paseábase con un guarda por el bosque cuando, al llegar ante esta roca que ya conocía de oídas, se hizo la tonta, la que no sabía el nombre, y el guía, no queriendo herir sus castos tímpanos -que, según se ve, no lo eran tanto-, le dijo que se llamaba la Pera de Don Guindo. La historia no recoge, y es lástima, la reacción de la dama ante esta mentirijilla pudorosa, pero nos es lícito imaginar su sonrisa picarona, como diciendo: 'Ya, ya, la Pera...'.
Aun siendo breve, el camino que lleva al Cojón, o a la falsa Pera, resulta pelín confuso por la mucha espesura del pinar y el laberinto que forman las vías de saca de madera. Así pues, con gran cuidado -al fin y al cabo, esto es una exploración testicular-, saldremos en su busca desde el kilómetro 127 de la carretera que baja del puerto de Navacerrada a La Granja, cerca de Boca del Asno.
Junto al hito kilométrico, hay una explanada idónea para dejar el coche y, unos metros más abajo, una pista forestal cerrada al tráfico con barrera por la que subiremos bordeando los lanchazos graníticos de Peñas Perdigueras y llegaremos en cinco minutos al claro de Vado Zarzón.
Cruzando hacia la izquierda este claro usado como cargadero de troncos, rastrearemos en adelante los hitos de piedras para no extraviarnos en las muchas bifurcaciones que presentan los arrastraderos de pinos.
Por uno de ellos ascenderemos a repecho entre pinos albares, acebos y rocas musgosas, como por un tobogán de gnomos, hasta que, a media hora del inicio, doblemos a la izquierda por la senda que conduce rauda y sin pérdida al rellano del Cojón.
Alto como tres hombres es el Cojón de Pacheco, el cual no parece, como por ahí se ha dicho, un cancho errante que haya rodado desde las alturas de Peñalara, sino que está firmemente unido por su pie a la roca madre y ha sido más bien la erosión la que, desgastando la base más que los flancos, le ha dado un aspecto singular. A nosotros, la verdad, más que un compañón nos recuerda un champiñón, pero tampoco queremos quitarle la ilusión a nadie.
Recomendado para familias
- Dónde. Boca del Asno dista 70 kilómetros de Madrid yendo por la carretera de A Coruña (A-6) hasta Villalba, por la M-601 hasta el puerto de Navacerrada y, ya en la vertiente segoviana de la sierra, por la CL-601 hacia La Granja. En el kilómetro 127 de esta carretera, uno después de Boca del Asno, hay una explanada para aparcar los coches y comienza la ruta por la pista que nace poco más adelante. - Cuándo. Cualquier época es buena para dar este paseíto de una hora -ida y vuelta por el mismo camino-, con un desnivel acumulado de 100 metros y una dificultad baja -siempre que no se pierdan de vista los hitos-, muy indicado para las familias que frecuentan el área de Boca del Asno y no se atreven a mayores aventuras. - Quién. El Ayuntamiento de La Granja de San Ildefonso (plaza de los Dolores, 1; teléfono 921 47 16 21), del que depende Val-saín, ofrece información sobre rutas y lugares de interés del término municipal. - Y qué más. Cartografía recomendada: hojas 483 III y IV del Instituto Geográfico Nacional, a escala 1:25.000; en su defecto, hoja 18-19 (Segovia) del Servicio Geográfico del Ejército o, mejor aún, el mapa excursionista Sierra de Guadarrama de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; teléfono 91 534 32 57), estos últimos a escala 1:50.000.
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