Mi boda con el juez de Cabanillas del Campo
Una pareja relata su boda oficiada por un juez de paz investigado por la fiscalía
En reuniones de amigos, Juan y María, un matrimonio casado el 19 de marzo del año pasado en una bonita finca de la carretera de Algete, suelen contar siempre la misma anécdota: su libro de familia está expedido en Cabanillas del Campo, un pueblo que difícilmente podrían situar en el mapa.
No son los únicos. La Fiscalía de Móstoles ha estado investigando a Luis Alcázar, el juez de paz de este municipio de Guadalajara, por haber celebrado supuestamente decenas de bodas de forma irregular en la Comunidad de Madrid, traspasando por tanto su jurisdicción.Con un traje elegante y corbatas coloridas, Luis Alcázar se desplazaba a las fincas donde se celebraban enlaces, previo acuerdo con una empresa organizadora de eventos. Estaba muy solicitado. María y Juan contrataron a una compañía para que les facilitara el trabajo, estaban muy liados como para ocuparse de todos los detalles. Eligieron casarse un viernes festivo, en la finca El Botero, un lugar donde la publicidad dice lo siguiente: "Podréis disfrutar de vuestro día más feliz rodeados de almendros, pinos y flores junto al lago a tan solo 20 minutos de Madrid". Quedaban ciertos trámites. "Nos dijeron que primero fuésemos al registro civil de Madrid, en la calle de Pradillo. Hicimos el expediente matrimonial, que es el trámite previo a cualquier ceremonia civil. Con ese documento fuimos a la empresa unos días antes de la boda y nos dijeron que no teníamos que hacer nada más", explica María, de 28 años.
"Las parejas que se casaron con él están preocupadas", dice una empresaria
"La boda es legal y no se puede anular. Otra cosa es cómo se hizo", añade
Llegó el día. Los invitados lloraron mucho con las lecturas que habían elegido los contrayentes, recuerda la pareja. Con cariño, rememoran el discurso del juez de paz sobre la importancia del matrimonio. Ahí se dieron cuenta de que habían hecho bien en contratar a un profesional y no a un actor, como habían hecho antes unos amigos. Esa figura oficia un enlace simbólico, pues la pareja habrá firmado o tendrá que hacerlo después un documento que lo dote de valor legal. Eso no ocurrió en su caso, según la pareja. "El juez era muy simpático, nos cayó muy bien. Firmamos allí mismo (el momento se recoge en la fotografía) y nos dio el libro de familia sellado en Cabanillas del Campo el mismo día que nos casamos. Es un chascarrillo que siempre usamos cuando sale el tema de las bodas", cuenta la novia. La pareja se fue después a Cancún y no le dio mayor importancia al asunto hasta ahora.
Cabanillas del Campo es un municipio de Guadalajara casi colindante con Madrid, situado a un lado de la carretera de Barcelona. Cuenta con varias macrourbanizaciones donde vive gente joven que dejó la capital en busca de viviendas a menor coste. El registro de nuevos matrimonios en el pueblo no debería llamar mucho la atención, pero sí lo hizo que de repente se acumularan cientos de expedientes en los últimos dos años, un número inusualmente alto para un lugar que no llega a los 10.000 habitantes. Ahora la fiscalía investiga si el juez de paz, un cargo en municipios sin juzgados de primera instancia que facilita los trámites a los vecinos, actuó fuera de su territorio y si hizo negocio con ello. María y Juan pagaron a la empresa 800 euros por labores de gestoría, en los que se incluía la tarifa del oficiante, además de la música y los arreglos florales.
Las empresas de la región que trabajaban con Alcázar no paran desde ayer de recibir llamadas de teléfono. "Las parejas que habíamos casado con él estaban muy preocupadas pero las hemos tranquilizado. Las bodas son legales y no se pueden anular. Otra cosa es como se hizo", afirma la representante de una firma. En este caso, pese a que el juez de paz podría haberse extralimitado, prevalece la buena fe de los contrayentes, según matizaron varias fuentes. "En este tiempo hemos tenido un hijo y de paso una hipoteca contraída como matrimonio. Al salir la noticia temíamos que nos declarasen nulo el matrimonio y tuviésemos problemas legales. Me quedo más tranquilo si todo se arregla", reflexiona Juan. Lo único que les quedará es la anécdota, a menos que los tribunales digan lo contrario. Lo que nunca podrán cambiar es que su libro de familia está expedido en Cabanillas, un pueblo que nunca ha visitado el matrimonio.
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