Las bibliotecas públicas limitan el uso de cientos de páginas de Internet
Todos los usos recreativos o particulares de la web están vedados
Si se perdió la polémica de la última gala de Eurovisión y no tiene Internet en casa olvídese de recuperar el momento en una biblioteca pública. El famoso buscador de vídeos, YouTube, está vedado y no es el único. Navegar por la red de las bibliotecas públicas tiene sus límites. Tanto la Comunidad como el Ayuntamiento -que gestionan 27 y 28 bibliotecas, respectivamente- han considerado que hay webs donde el usuario no tiene por qué entrar y las han bloqueado. La restricción no sólo afecta a los equipos, instalados en cada centro, sino que las páginas prohibidas tampoco pueden verse desde un ordenador particular. También en la red inalámbrica que ofrecen las administraciones de forma gratuita.
"No poder entrar a YouTube me parece bastante fuerte", dice un usuario
Cada página no autorizada tiene su correspondiente justificación. Por ejemplo, si uno teclea YouTube le aparecerá un mensaje que le advierte de que el administrador del sistema no autoriza la visualización del sitio. ¿Por qué? "Porque es un uso no productivo y hay que preservar la ocupación del ancho de banda", aclara el Ayuntamiento. Con esta misma razón se invita a que se vean en casa los canales de televisión online, determinados vídeos de las webs de cadenas tradicionales, la página de Spotify (para escuchar música) y cualquier página de descarga o intercambio de archivos. "Ya el hecho de que no pueda conectarme a una página como YouTube me parece bastante fuerte", se quejaba un usuario conectado desde su propio ordenador a la red de la biblioteca José Acuña, en la calle de Quintana.
La misma restricción se aplica a las páginas que el Consistorio califica como de "uso privado", donde incluye además de las páginas pornográficas, aquellas que hagan apología del terrorismo, la violencia o enseñen a fabricar explosivos. Así que si uno busca la última edición de la revista Interviú no la encontrará. Es pornográfica. Para acceder, por ejemplo, a cualquier información sobre la vida de actrices porno como Geena Jameson, a la que tampoco es tan difícil ver vestida, hay que ser realmente obstinado, igual que para echar un vistazo a la última colección de la marca de lencería de Victoria's Secret; hay desnudos, advierte la página del administrador del sistema.
Las búsquedas infructuosas y las paradojas se multiplican si buscamos entretenimiento. Prohibidos los juegos, "salvo en el área destinada a los niños", indica el Ayuntamiento.
"Es el criterio que marca nuestro departamento informático", zanja un portavoz de la concejalía de Cultura de la Comunidad. "Entiendo que no quieran que veamos porno, pero están decidiendo por nosotros lo que podemos y no podemos ver", resumía un auditor prejubilado ante los ordenadores de la biblioteca de Conde Duque. Conclusión: a la biblioteca se va a leer, para Internet, uno se va a casa.
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