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Columna
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Sexo, más

Por fin Madrid se desnuda. Esta ciudad casta y Real, aburguesada y algo pacata, parece que empieza a erotizarse y a erotizarnos, a despojarse de su casta castellanidad y a cobrar algo de lascivia.

Hace dos años se creó Exposex, el Festival de Cine Erótico de Madrid, y el año pasado el prestigioso FICEB, el Festival Internacional de Cine Erótico de Barcelona, se trasladó a nuestro territorio tras 15 años celebrándose en la Ciudad Condal. Esta puntual visita se debió, según los expertos en el negocio libido-carnal, a que hoy Madrid es la fuente de las últimas novedades de la industria del sexo y una creciente potencia en exhibición y consumo pornográfico.

Es obvio que el sexo es cada vez más visible y accesible, especialmente en las grandes ciudades. Los anillos vibradores se venden en las gasolineras, la teletienda oferta consoladores y las reuniones de tupper-sex comienzan a ocupar las tardes de muchas mujeres y hombres. La publicidad erótica ya no se limita a un incómodo spam de alargamiento de pene y Viagra. Los reclamos sexuales en vallas publicitarias, en Internet, en las revistas de los quioscos o en las marquesinas de los autobuses (aunque el Ayuntamiento de Madrid no quiera saber nada de las ninfómanas) no son nuevos. Pero sí es inédita la aproximación al ciudadano. Ya no se trata de vendernos una fantasía sexual a través de un anuncio o una película, sino de ofrecernos un estímulo real, un aliciente efectivo para nuestra vida sexual por medio de un juguete erótico o de un espectáculo en vivo.

Esta metrópoli todavía tiene muchos prejuicios y botones que quitarse

Barcelona ha sido tradicionalmente una ciudad voluptuosa, la más caliente del país. Las primeras referencias al cine pornográfico en España son unas películas rodadas en la Ciudad Condal en los años veinte por encargo del conde de Romanones y con el fin de proyectárselas al rey Alfonso XIII. El carácter portuario de Barcelona, su proximidad a los Pirineos tras los cuales empezó lo verde durante muchos años, la han convertido en un territorio desinhibido y lujurioso. El Bagdad Café ha sido y sigue siendo una referencia en el show erótico y el lugar donde se inició la gran estrella del porno español y mundial ya retirada, el catalán Nacho Vidal. La prostitución en las calles barcelonesas y sus pequeños locales de cabarets de travestis en El Raval como El Cangrejo han hecho de Barcelona una urbe provocativa y sórdida, pero incontestablemente sensual. En la Rambla incluso se puede visitar un museo enteramente dedicado al erotismo.

Madrid padece cientos de complejos respecto a Barna: geográficos, culturales y de autoestima, pero también sexuales. La capital es como el adolescente que reprimido y asustado observa cómo su hermano mayor disfruta del sexo despojado de vergüenzas y tabúes. Esta metrópoli todavía tiene muchos prejuicios y botones que quitarse, aunque poco a poco va desprendiéndose de prendas y autocensuras. Ésta es una ciudad de derechas y aunque su gente cada vez sea más moderna, europeísta y fan de redtube, flota en su atmósfera un vapor de bromuro denso y pertinaz.

Berlín sigue siendo la gran capital europea del sexo. Hace ya 13 años que acogió el mayor museo erótico de Europa creado por Beate Ushe, una mujer que no sólo fue piloto durante la II Guerra Mundial, sino que también fundó en Berlín el primer sex-shop del mundo en 1962. La capital alemana continúa abanderando las revueltas sexuales. Hoy es todo un paraíso gay, un lugar donde los homosexuales gozan del sexo con una asiduidad y una comodidad difícilmente igualables en ninguna otra ciudad del mundo.

Es precisamente Chueca la zona más rompedora y vanguardista de Madrid. Mientras que el cruising y el swinging entre heterosexuales crecen lentamente, los valores de promiscuidad, libertad y hedonismo que emana el barrio gay de Madrid sirven de modelo encubierto para gran parte de los heteros que envidian la facilidad y la naturalidad con que muchos gays disfrutan de sus cuerpos.

Ya está aquí la Navidad, el periodo del año en el que probablemente se producen más fecundaciones. El frío (que tanto padecen los berlineses), los festejos, el alcohol y el vértigo del final del año son lo que nos abocarán a intensificar las relaciones sexuales durante los próximos meses. Es bonito saber que incluso Madrid, en estas fechas, se emborracha y pierde la compostura, la moral y la ropa interior de camino a la cama.

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