Ruta de azoteas para 'cazadores de diseño'
Piscinas en el tejado, cristales-espía y doseles para huéspedes caprichosos
Gran Vía, diez de la mañana. Un grupo formado por una veintena larga de personas (diseñadores de interiores, arquitectos, curiosos y espontáneos) se prepara para salir a la caza de los hoteles de diseño de Madrid que esconden vanguardia y hormigón artístico entre sus cuatro paredes. La ruta, gratuita y enmarcada entre las actividades de la Semana de la Arquitectura que organiza la Fundación Arquitectura COAM y dirige el Centro Español de Nuevas Profesiones (CENP), consistirá en descubrir los trucos y secretos de los expertos que han convertido esos espacios en algo más que un edificio. Aunque sea a costa de colocar una piscina imposible en una azotea, por ejemplo.
Ése fue el caso del Room Mate Óscar, en la plaza de Vázquez de Mella. A los dueños se les antojó una terraza y piscina con vistas a los tejados de Madrid. Pero el inmueble, con su estructura de hace 40 años para albergar las oficinas de un banco, tenía sus límites. El arquitecto Guillermo García Hoz fue el encargado de convertir aquel sueño en realidad. "Inicialmente mi propuesta fue poner aquí un jacuzzi, pero el Room Mate tenía claro que prefería una piscina y le daba igual lo que fuera necesario para conseguirlo. Era un riesgo, porque cada metro cúbico de agua pesa una tonelada sobre una estructura de muchos años. Así que tuvimos que reforzar todo, las nueve plantas que hay por debajo, y buscar una piscina lo suficientemente pequeña. No creo que nadie venga aquí a nadar, pero sí da cierto juego", describe el arquitecto al pie del agua cristalina.
Mientras habla, algunos de los oyentes curiosean los diseños propuestos por el decorador Tomás Alía, que irán desde doseles de flecos naranjas a cristales-espía (como los usados en las salas de interrogatorio de las comisarías). Otros visitantes se olvidan de las espectaculares vistas de Madrid y hacen fotos jeroglíficas a los pomos y quicios de puertas, esquinas de las habitaciones, cabeceros de las camas e incluso grifos de los baños. "Es que soy diseñador de interiores", confiesa el cazador furtivo de detalles que quizás después podría aplicar en su trabajo.
Pero no todo el mundo está satisfecho con las vanguardias. Un grupo de estudiantes de diseño de interiores se atreve incluso a matizar el trabajo del maestro Alía. "¡A quién se le ocurre poner un lavabo de cuero! Quedará muy bonito, pero poco práctico. ¡En una habitación hemos visto manchas de maquillaje y de quemaduras de cigarrillo!", exclaman, mientras continúan la ruta arquitectónica por las azoteas del hotel Petit Palace Alcalá Torre y el Vincci Capitol.
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