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Reportaje:

"¿Portugués? Pues te vas a enterar"

Un juez absuelve a un taxista detenido por la Guardia Civil al negarse a transportar una maleta en el asiento trasero del coche

Daniel Verdú

José Artur tiene cara de bueno. Tanto, dice su mujer, que a veces parece tonto. Cidalia sujeta con una mano la sentencia absolutoria de su marido y va aclarando algunas frases cuando él se atasca en su atolondrado híbrido de portugués y español. Cuando recuerda lo que le sucedió el 31 de octubre de 2005, todavía se pone nervioso y balbucea. Y tendrá cara de lo que sea, pero no parece que se esté inventando ni una coma del relato.

José Artur, de 54 años, esperaba ese día en su taxi a las puertas de la Terminal 1 de Barajas. Cuando le tocó el turno, un grupo de pasajeros comenzó a introducir sus bártulos en el maletero de su Seat Toledo. Lo llenaron entero. Cuando se dio cuenta, uno de ellos ya estaba sentado en el asiento del copiloto y otro intentaba encajar una maleta en los asientos traseros del coche. "Le dije que ahí no se podía meter. Que me iba a estropear la tapicería y que no cabía", recuerda.

Los agentes se llevaron a José Artur detenido en su propio vehículo hasta el cuartelillo
"Más que los golpes, me dolió lo que me dijeron", recuerda el taxista

José Artur sacó el bulto del taxi. Se volvió a subir al coche y lo apartó para dejar pasar a los demás taxis mientras solucionaba el problema. Dice que les dijo a los pasajeros que buscaran un taxi mayor; que él no iba a poder llevarles. Y ahí comenzaron los problemas.

Al bajarse del vehículo, según su versión, el tipo que minutos antes se obstinaba en hacer caber la maleta en el asiento trasero le empujó contra el capó, le dobló el brazo e, identificándose como guardia civil, le dijo que estaba detenido. Dice José Artur que el tipo en cuestión sólo le enseñó una tarjeta donde supuestamente estaban sus credenciales. Él le pidió que lo dejara, que no había hecho nada. Pero el guardia civil, como consta en la declaración que el taxista hizo ante el juez, llamó a cuatro compañeros más que acudieron al lugar.

"Esos sí me enseñaron la placa". Le pidieron los papeles y él se fue a buscarlos bajo la alfombrilla de su maletero. Lo abrió y, cuando estaba de espaldas, alguien le pegó un empujón. "Se me quedó medio cuerpo metido en el maletero y de una patada me separaron las piernas", recuerda. Al ver su documentación, uno de los agentes le soltó:

-¿Eres portugués? Pues ahora te vas a enterar.

Y sea cierto o no, se enteró rápidamente de lo que le iba a suceder. Porque él les intentó explicar de qué iba todo aquello, pero no le hicieron ni caso. Llegaron unos policías municipales interesándose por lo ocurrido, pero los guardias civiles les dijeron que ya se ocupaban ellos. Y, con dos delante, y sentado entre otros dos detrás, José Artur se fue detenido en su propio taxi hasta el puesto de la Guardia Civil en la Terminal 3. "Detenido en mi propio taxi...", recuerda sin dar crédito todavía a lo sucedido.

En las dependencias policiales, cuenta el taxista, trataron de persuadirle para que firmase un papel donde estaba escrito que se había resistido. "No lo hice, claro". El guardia civil que había intentado meter las maletas en el coche le dijo que le había agredido y que estaba acusado de atentado a la autoridad.

Y acusado estuvo, pero finalmente el juicio fue por un delito de faltas. Y resultó que José Artur tenía dos testigos, y los dos negaron los hechos. Y que el taxista portugués fue absuelto por el juez y que, por tanto, quien acudió al juicio como acusado fue detenido sin motivo. Pero también pasó que José Artur no ha denunciado al guardia civil. "Tuve un abogado que me recomendó que no lo hiciera. Incluso me dijo que no fuera a la prensa, que eso era darle de comer al que no tiene hambre", recuerda. Quizá por el cabreo, o quizá porque su mujer, de 53 años, empezará a conducir su taxi el mes que viene, decidió no hacer caso en lo segundo a su abogado.

En la Guardia Civil niegan el relato de José Artur y, a pesar de la sentencia fechada en septiembre de 2006 que desmiente al policía, dan crédito a su versión. Además, aseguran que pidieron una orden al juez para llevarse detenido al taxista en su propio vehículo y que, a pesar de que tuvo que pasar por el hospital, no le agredieron en ningún momento. Así que, dicen, estudiarán si el guardia civil recurre la sentencia.

"Más que los golpes, me dolió que me dijeran que me iba a enterar por portugués", dice con amargura. "Mi mujer y yo vinimos hace 29 años de Portugal a ganarnos la vida honradamente. Pero a veces, todavía hay cosas que no entiendo".

José Artur sostiene, ante su taxi, la sentencia absolutoria.
José Artur sostiene, ante su taxi, la sentencia absolutoria.BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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