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Quince años en La Vía Láctea

Uno de los locales emblemáticos de la cultura alternativa madrileña celebra su aniversario

Octavio Cabezas

Si hay un garito legendario en Malasaña, ése es La Vía Láctea. Desde 1979 ha sido el fondo en el que todo figurín del mundillo alternativo -especialmente en los primeros ochenta- quería hacerse la foto. Almodóvar, Moncho Alpuente, García-Alix o Ceesepe se las tomaban allí, rodeados por imágenes de las viejas estrellas de Hollywood o reproducciones psicodélicas de, la Capilla Sixtina pintadas por Las Costus o Moncho Algora. Quince años después, Ava Gardner sigue allí. A la primitiva clientela, que rondaba los 30, le ha sucedido una generación más joven, con aros en la nariz, tatuajes y perillas.

Veteranos de la movida y grunges de nuevo cuño han participado esta semana en los actos de celebración de su decimoquinto aniversario: una serie de actuaciones de bandas y pinchadiscos criados en sus ubres. Los Pleasure Fuckers de Kike Turmix, Los Imposibles, Sex Museum o Nacho Campillo -cantante de Tam Tam Go!- han pasado por el bar.

"Cuando empezamos", cuenta Marcos López Artiga, 48 años, uno de los socios fundadores, "no había locales así en Madrid. Nosotros habíamos viajado por Londres y Amsterdam, y decidimos montar un sitio donde la gente más margineta pudiera reunirse". Lo suyo fue estar en el lugar justo en el momento adecuado. Ácratas, libertarios, y aspirantes a artistas hacían cola para entrar. La que fuera una antigua carbonería se convirtió en uno de los templos de la modernidad. López Artiga se muestra modesto al recordar esa época: "Madrid era un desierto; había unas 60 personas que se movían, seis garitos, dos revistas y cuatro programas de radio. Todo muy deslavazado. La Vía les vino de perlas como punto de encuentro".

El local fue pionero también en otras cosas. El patronazgo de fanzines y la realización de vídeos fueron algunas de ellas. "Siempre hemos funcionado a nuestro aire y nos hemos rodeado de la gente que más podía aportar en cada momento", comenta el fundador. Lo que no le impide ser sincero: "Nunca hemos presumido de marginales; montamos el asunto para ganar dinero, y lo hemos conseguido".Como la mayor parte de los bares de copas de la ciudad, La Vía arrastra una historia de inspecciones y amenazas de clausura. "Lo mismo con el PP que con el PSOE", puntualiza López Artiga. La cuenta más surrealista se produjo en agosto de 1988, con ocasión de un incendio fortuito que destruyó parte de las oficinas. Los daños no fueron graves y a las 48 horas La Vía abrió. Pero, a la semana, las autoridades la cerraron y así estuvo 40 días. "Argumentaban que era imposible que tuviéramos todo arreglado tan pronto, aunque era verdad", recuerda el responsable, "pero cualquier excusa era buena para tenernos en el dique seco".Pese a todo, siguen resistiendo. López Artiga cuenta con las nuevas generaciones para reciclar el local, aunque lo ve un poco crudo: "Antes las ideas salían solas; ahora, no sé si por agotamiento o porque hay demasiadas opciones, todo es más difícil"

.Decimoquinto aniversario de La Vía Láctea. Velarde, 18. Hoy, Freedom. A las 22.00. No se cobra entrada.

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