Ideas para un parque arrebatado

Toboganes, columpios, estanques con peces, árboles, zonas verdes... llenaron la maqueta que crearon ayer varios niños, vecinos del distrito de Chamberí, para decir a Esperanza Aguirre cómo es el parque Santander que ellos desean. Pero la realidad es otra. En los terrenos del Canal de Isabel II donde los chicos imaginan un parque abierto, se levanta un complejo con un campo de golf, pistas de pádel, un campo de fútbol, varios edificios y un estanque, a punto de ser inaugurado.

Es el proyecto que la Comunidad de Madrid ha sacado adelante pasando por encima de las críticas de los vecinos, de los partidos de la oposición y hasta del Ayuntamiento. A pesar de ello, la plataforma vecinal no ceja en su lucha. Ayer convocó un taller de ideas, en el que participaron niños y mayores, del que salió una alternativa para reciclar el "desaguisado de Aguirre". Los vecinos harán llegar un documento con las conclusiones a la Comunidad y al Ayuntamiento.

"Es el distrito con menos áreas verdes de la capital", dice un profesor de Urbanismo

El acuerdo de los grupos de trabajo, reunidos en un Colegio Mayor de la zona, fue unánime: el barrio necesita un parque, pero no el planteado por el Gobierno regional. "Chamberí es el distrito con menos zonas verdes de la capital. Estamos en 0,4 metros cuadrados por habitante y las ratios de áreas verdes para Madrid se sitúan en 15,9", indica Carlos Verdaguer, vecino y profesor de Urbanismo de la Escuela de Arquitectura.

"Los niños no tienen un lugar adecuado para jugar", puntualiza Marta Domínguez, madre de un chaval de nueve años, que se afana en colocar un árbol de plastilina en la maqueta. Por eso demandan un parque abierto al barrio, para todos (niños, jóvenes, discapacitados, mayores...), con árboles que den sombra. Además, proponen un circuito para bicicletas, un cine de verano, un templete de música, una pequeña biblioteca, un anfiteatro para títeres, una zona deportiva flexible que se complemente con las instalaciones de Vallehermoso, entre otras ideas. "Por supuesto, sin campo de golf", matizan.

La superficie total del proyecto abarca 9,2 hectáreas. De ellas el campo de golf de hierba artificial y nueve hoyos pitch and putt -de reducidas dimensiones- ocupa 4,4 hectáreas, el 48% del total de la actuación. El área ajardinada tiene 2,6 hectáreas y el resto se reparte entre las demás zonas deportivas y varias edificaciones. Las redes de protección del campo de golf están soportadas por 36 torretas de 30 metros de altura. "Como un edificio de 10 pisos", aclara uno de los participantes en el taller.

Muchos vecinos temen que el campo esté vinculado al desarrollo urbanístico del entorno. Para Fernando Roch, catedrático de Urbanismo de Arquitectura, "la operación está al servicio del mercado inmobiliario". "¿Quién nos garantiza que no seguirán con las cocheras del Metro y con otros terrenos del Canal? Las amenazas están por todos lados", afirma.

La recuperación del parque donde se ubica uno de los depósitos de agua del Canal de Isabel II, situado entre las calles de Filipinas, Santander, Pablo Iglesias y la avenida de San Francisco de Sales, es una vieja aspiración del barrio. El plan original fue aprobado en diciembre de 2002 y pretendía conservar el aljibe del Canal y aprovechar su cubierta como zona verde pública. En abril de 2003, el entonces presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, puso la primera piedra.

Tres años después, en febrero de 2006, el Gobierno regional de Esperanza Aguirre cambia el proyecto del parque y lo convierte en un campo de golf. Ese mismo año, el Ayuntamiento de Madrid denunció al Canal de Isabel II, porque las obras no correspondían a la licencia que concedió en 2003. El Consejo de Gobierno declaró de interés general la zona deportiva y esto le permitió seguir con las obras sin licencia.