Las víctimas de la emigracion
Cientos de salvadoreños han muerto, desaparecido o quedado lisiados en el peligroso viaje hacia el sueño americano
"Soy pobre y tenía esperanzas de llegar a Estados Unidos para ayudarle a mi familia, pero nunca me imaginé que el riesgo era tan grande. En el intento perdí mi pierna y todo mi brazo, del lado derecho", narra con los ojos humedecidos Roberto Antonio Villalobos, de 36 años, uno de los cientos de lisiados que ha dejado en la última década la ola migratoria de salvadoreños hacia Estados Unidos.
Villalobos es campesino, nacido y residente de una zona rural en la provincia de San Vicente. Hace casi dos años emprendió su viaje hacia el sueño americano. Cruzó las fronteras de El Salvador, Guatemala y México. A través de veredas agrestes y evadiendo a policías y delincuentes, llegó al Estado mexicano de Oaxaca. Junto a dos migrantes guatemaltecos, subió a un tren de carga, que descarriló. Sus compañeros de camino corrieron peor suerte que él: murieron en el accidente, según narra a EL PAIS.
Roberto Antonio quedó moribundo y con un brazo y una pierna amputados. Los médicos del albergue del Buen Pastor pronosticaron que no sobreviviría por la grave pérdida de sangre y la posterior infección. "Quizás sólo el milagro de Dios pudo salvarme", asegura Villalobos, quien en la actualidad se dedica, pese a su discapacidad, a transportar leña y arena en un coche rudimentario para los vecinos de su humilde domicilio, donde mantiene a su esposa y a dos hijos pequeños.
"La vida de Roberto Antonio es un ejemplo de nuestra sobrevivencia, pero sus heridas tienen la huella del quehacer diario de los salvadoreños que por la falta de trabajo y bienestar, están sufriendo una especie de nueva guerra, la cual produce muertos, desaparecidos y lisiados", apunta Jesús Aguilar, director de Carecen, organización defensora de los inmigrantes centroamericanos en Estados Unidos.
En territorio estadounidense residen 2,7 millones de salvadoreños, de un total de 6,7 millones de habitantes que tiene El Salvador. Los inmigrantes envían anualmente más de 3.000 millones de dólares ?el 17% del producto interior bruto (PIB) del país centroamericano?, con lo que la economía se ha mantenido a flote pese a la crisis que padecen la industria y la agricultura desde hace más de una década.
"Nosotros, como Carecen, iniciamos este martes por ayer] una campaña de concientización, que abarcará medios de prensa y trabajo en las comunidades. El llamado es a evitar la migración y que luchemos localmente en buscar una vida digna, trabajo digno y vivienda digna", anunció ayer Aguilar.
"Es un reto para el Gobierno y para toda la sociedad", agregó el activista humanitario, quien concluyó que "por una parte, Estados Unidos está buscando por todos los medios cortar la migración. Es decir, los riesgos para los 500 ó 700 que se van a diario, se incrementarán. Pero por otra parte, como sociedad debemos saber que detrás de esos 3.000 millones de dólares de remesas que anualmente celebran las autoridades del Banco Central, está el sufrimiento de las familias de los 137 registrados como fallecidos en 2006 y de un número similar de desaparecidos y de lisiados como el caso de Roberto Antonio".
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