Un sistema electoral diseñado a medida salva al líder bolivariano
Nueve Estados suman el 67% de la población pero eligen el 53% de los escaños
Un voto no es igual a un voto en Venezuela. Hay votos y votos. Votos suculentos -los que recolecta Hugo Chávez en los barrios que le son propicios- y votos escuálidos, que es precisamente como llama el presidente a los miembros de la oposición. Si creen que esto es una invención de la prensa colonialista -así definió a este periódico el canciller venezolano, Nicolás Maduro-, tomen nota del siguiente dato: la oposición logró en Caracas el 47,8% de los votos frente al 47,7% que logró el Partido Socialista Unido de Venezuela. Pues bien, de los siete diputados en juego, Chávez se llevó seis y la Mesa de la Unidad Democrática solo uno. ¿Que cómo es posible?
Pues cocinando, gracias al poder absoluto que la Asamblea Nacional le otorgaba a Hugo Chávez, una reglamentación electoral a la medida justa de sus necesidades. El chavismo reformó la ley del sufragio y participación política en diciembre de 2009. De tal reforma resultó que las regiones menos pobladas del país tienen ahora más representación en el Parlamento y cada uno de los diputados que se eligen allí cuestan menos votos que en los Estados más grandes.
Un ejemplo muy claro es Amazonas, un Estado pobre y despoblado, donde un diputado se elige con 20.000 votos. Sin embargo, en el Estado de Zulia, un Estado petrolero donde tradicionalmente ha ganado la oposición, se requieren unos 400.000 votos para ganar un escaño o curul. Además del cambio de proporcionalidad, la ley de Chávez también cambió el diseño de las circunscripciones electorales para favorecer al chavismo en número de diputados en aquellos lugares donde -al menos hasta ahora- eran más fuertes.
Hay muchos y muy llamativos ejemplos de que la ley del sufragio aprobada en 2009 es, más que un traje a medida, un chaleco antibalas para el poder de Chávez. Ahí están los casos de Mérida y de Miranda. En Mérida, el Partido Socialista Unido de Venezuela se lleva cuatro de los seis diputados en juego, pese a que la lista de la Mesa de la Unidad Democrática tiene el 50,04% de los votos y la de Chávez el 48,7%. Y en Miranda, más de lo mismo: el comandante presidente -así lo llaman sus fieles- se lleva cinco de los 10 diputados, pese a que solo lograron el 41,4% de los votos frente al 57% que consiguió la oposición.
¿Más ejemplos? Los hay. En Carabobo, la lista de la oposición logra el 53,66% y la de Chávez tiene el 43,04%, pero pese a ganar por 10 puntos, el reparto de las demarcaciones electorales hace que de los 10 escaños, la oposición se lleva solo tres y Chávez seis, aunque faltan aún los datos de una circunscripción.
Hay todavía otro dato muy interesante: los nueve Estados del país donde se concentra el 67% de la población electoral del país (Anzoátegui, Aragua, Bolívar, Carabobo, Lara, Miranda, Táchira, Zulia y Distrito Capital, cinco de ellos gobernados por la oposición) eligen el 53% de los escaños (87 curules).
El sistema electoral garantizó a Chávez una victoria. A pesar de ello, tal vez el líder bolivariano sí tendrá que ir reformando su manera de dirigirse a la oposición. Los escuálidos demostraron el domingo que tienen músculos de acero.
Reparto desigual
- Caracas. El Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) logra el 47,7% de los votos en este distrito. La oposición de la Mesa de la Unidad Democrática consigue una décima más, pero el partido de Chávez se lleva seis de los siete escaños.
- Mérida. Con el 50,4% de los sufragios, la alianza opositora se hace con dos escaños. El PSUV se alza con cuatro aun teniendo el 48,7% de los votos.
- Miranda. Ambas coaliciones ganan cinco escaños: el grupo de Chávez con el 41,4% de los votos, y la oposición con el 57%.
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