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Reportaje:Elecciones en Israel

El hundimiento del Likud

Los resultados electorales conviertenla formación de Benjamín Netanyahu en un partido marginal

Nunca en la historia de Israel había sucedido algo así. El Likud, partido gobernante hasta noviembre de 2005, y dominador de la vida política en las tres últimas décadas, ha sido despedazado en las urnas y es hoy un partido marginal. El caudal de votos que le proporcionaron 38 escaños en las elecciones de enero de 2003 se ha secado. Liderado por Benjamín Netanyahu, se hundió con estrépito en las elecciones del martes. Con 12 de los 120 diputados del Parlamento en sus filas jugará el papel de comparsa en la 17ª legislatura. Y en las entrañas de este partido, cada vez más derechista y nacionalista, ya vuelan los cuchillos.

Fundado a mediados de los setenta por Menahem Begin, logró tras numerosos asaltos desbancar al hegemónico laborismo. Begin, Isaac Shamir, el propio Netanyahu y Ariel Sharon alcanzaron la jefatura de Gobierno en sus años de gloria. Pero en 2002, aún con el ex general al frente del Ejecutivo, comenzó a fraguarse el desastre.

Nunca en la historia de Israel ha ocurrido un descalabro electoral semejante

La economía israelí hacía aguas y Bibi decidió cortar por lo sano. Muchos expertos opinan que los recortes en las partidas sociales fueron imprescindibles para lograr un crecimiento económico firme. Y, efectivamente, el PIB creció en 2005 un 5%. Pero dos tercios de los asalariados no alcanzan los 1.000 euros mensuales y los tijeretazos a los presupuestos de sanidad, educación y bienestar fueron drásticos. El electorado del Likud, en gran medida clases medias y bajas, ha pasado ahora la factura.

La economía, no obstante, es sólo una de las causas de la catástrofe. En noviembre de 2003, el primer ministro Sharon anunciaba un plan crucial para Israel: la retirada de la franja de Gaza. En el Likud comenzó la rebelión. Netanyahu y Uzi Landau, un diputado que ahora ha dejado de serlo, cortaron la hierba bajo los pies de Sharon, que tuvo que echar mano de los laboristas de Simón Peres para obtener el respaldo de la Kneset a su iniciativa de evacuar de Gaza a los 8.000 colonos.

Los inconformes que formaban parte del Ejecutivo dimitieron y convocaron al comité central del partido para destituir a Sharon en agosto. Luego boicotearon en la Cámara los nombramientos del Gabinete decididos por su jefe. Y éste dijo basta.

En noviembre abandonó el partido que creó junto a Begin y fundó Kadima. Arrastró a 13 legisladores del Likud y a tres laboristas,. El electorado no ha perdonado el desafío de Bibi y los suyos al carismático líder. "Votar al Likud es ridículo", comentaba el profesor de Ciencia Política Gideon Rahat. "Bibi sólo dimitió días antes de la evacuación de Gaza. Es un oportunista". Durante la campaña, mientras todos los candidatos lanzaban promesas, Netanyahu sólo pedía disculpas por los efectos de sus decisiones como titular de Hacienda y asustaba a la población por el advenimiento de Hamás.

La noche electoral sus ojos brillaban y, con gesto compungido y admitiendo la derrota, aseguraba que permanecería al frente del Likud para rehabilitarlo. Está por ver si lo logra. Silvan Shalom, ex ministro de Exteriores, afila la navaja. La noche del martes no acudió al acto más triste del partido. Y varios diputados que han perdido la poltrona ya mueven la silla de Bibi. Como hizo él con Sharon.

Benjamín Netanyahu, durante la noche electoral, el pasado martes.
Benjamín Netanyahu, durante la noche electoral, el pasado martes.REUTERS

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