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La huelga xenófoba de Reino Unido se acerca al fin tras ceder la empresa

Principio de acuerdo para contratar a 100 británicos en la refinería de Lindsey

La huelga salvaje que mantienen los trabajadores de la refinería Lindsey que la petrolera Total tiene en Killingholme (Lincolnshire, este de Inglaterra) puede llegar hoy a su fin. Los sindicatos llegaron ayer a un principio de acuerdo -que esta mañana será sometido a la votación de las bases- por el que la empresa italiana IREM se compromete a que 102 de los 195 trabajadores de su subcontrata en Lindsey sean británicos.

Aunque los líderes sindicales subrayaron que el acuerdo no implica la expulsión de ningún trabajador extranjero, en la práctica veta la posibilidad de que se contrate a más extranjeros y supone una violación cuando menos del espíritu -si no de la letra- de la legislación europea que permite a las compañías utilizar a sus trabajadores de plantilla cuando ganan contratos de servicios en otros países de la Unión Europea.

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IREM -que tiene contratados a 150 británicos en unas obras en Ravena (Italia)- pensaba cubrir básicamente con trabajadores italianos y portugueses de su plantilla los 195 empleos que va a generar el contrato que ganó en Lindsey, pero hasta ahora se habían firmado sólo un centenar de contratos.

La protesta de los trabajadores le ha obligado ahora a ceder a las presiones y reservar sobre todo a británicos los 95 contratos que quedan por asignar, con lo que del total de 195 empleos, 102 estarán ocupados por trabajadores locales. El acuerdo con los líderes sindicales llegó después de que las bases rechazaran ayer por la mañana un primer acuerdo alcanzado la noche anterior que reservaba a británicos 60 puestos.

Está aún por ver si un eventual acuerdo en Lindsey pondrá fin al movimiento contra la contratación de trabajadores extranjeros, que se ha extendido a una veintena de factorías energéticas por todo Reino Unido y ha desatado una gran polémica política. Para el ministro de Empresas y Negocios y ex comisario europeo, Peter Mandelson, la protesta alienta "políticas de xenofobia". Para los sindicatos, algunos ministros y la izquierda laborista, es un movimiento para defender los derechos de los trabajadores extranjeros explotados por empresarios continentales sin escrúpulos.

Pero la empresa siempre ha dicho que los trabajadores que ha traído a Reino Unido están con las mismas condiciones que los británicos, algo que los sindicatos no se creen y exigen ver pruebas. Y cuesta creer que trabajadores cualificados de la plantilla de una empresa italiana -aunque sea de la empobrecida Sicilia- estén pagados mucho peor que sus colegas de Inglaterra.

Lo que no están debatiendo los británicos es que su Gobierno es el primer responsable de que la UE no tenga una legislación más robusta en defensa de los trabajadores desplazados en comisión de servicios a otro país comunitario. Reino Unido fue el único Estado miembro que votó en 1996 contra la directiva europea de Trabajadores Desplazados por entederechos a esos trabajadores y eso sería perjudicial para el mercado interior comunitario. Y a los sindicatos lo que les preocupaba en aquel tiempo era sobre todo facilitar la salida de trabajadores británicos al exterior, más que la llegada de la competencia extranjera.

Empleados de la refinería Lindsey de Total ondean una bandera con la leyenda: "Empleos británicos para trabajadores británicos".
Empleados de la refinería Lindsey de Total ondean una bandera con la leyenda: "Empleos británicos para trabajadores británicos".REUTERS

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