Las autoridades derriban el epicentro de las protestas en Bahréin
La plaza de la Perla se erigió a principios de los años 80 con motivo de la celebración de la cumbre en la que se formó el Consejo de Cooperación del Golfo.- Descontento y determinación en los opositores contra la represión
El Ejército de Bahréin ha demolido hoy el monumento a la Perla que se había convertido en el símbolo de la contestación popular contra la monarquía de los Al Jalifa. Pero ese intento de borrar la imagen del descontento choca con la determinación de quienes protestan. Los activistas (en su mayoría chiíes) convirtieron el funeral de uno de los suyos en una crítica a la violencia con que han sido reprimidos y contra el recurso de la familia real a tropas de países vecinos.
"Bahréin libre, tropas fuera", coreaban con una sola voz los varios miles de personas que acudieron a dar su último adiós a Ahmed Farhan en Sitra. Esta pequeña isla, unida por dos puentes a la de Bahréin, alberga un tercio de la población y es el centro de la resistencia a la dominación por una élite suní de la vida política y económica del reino. De ahí la operación policial en la que murió Farhan el martes por la noche, horas antes del desalojo de la plaza de la Perla. Las violencias que siguieron dejaron otros tres manifestantes y dos policías muertos.
"No tenemos miedo. Cada gota de sangre derramada nos anima aún más a defender nuestros derechos", asegura M., una de las activistas de la plaza y que asiste al funeral. Durante el trayecto al cementerio, las mujeres aprovechan la presencia de la periodista para denunciar los asaltos nocturnos que las fuerzas de seguridad y los somatenes de civiles armados están llevando a cabo contra las localidades chiíes que rodean Manama.
Desde el Gobierno (y la televisión nacional) se presenta a los manifestantes como unos delincuentes que destruyen propiedades públicas y privadas, y están arruinado la imagen del país. Los opositores tachan de fabricados unos vídeos en los que se muestra a supuestos activistas arrollando con sus coches a dos policías.
Los ánimos están tan caldeados que los grupos de oposición han pedido a sus seguidores que no respondan a la violencia, sólo exhiban banderas nacionales y eviten los insultos a la familia real. Cuando algunos de los asistentes al funeral empiezan a corear "Muerte a los Al Jalifa, muerte a los Al Saud" (en referencia a las familias reales de Bahréin y Arabia Saudí), los organizadores les reconducen hacia eslóganes a favor de un Bahréin en libertad.
"La vía pacífica ha sido nuestra elección desde el primer día", ha subrayado poco antes el jeque Isa al Qasem, el más respetado clérigo chií de esta isla-Estado, durante el sermón del viernes. El clérigo también ha insistido en que "las reformas no pueden limitarse a buenas palabras". Además, se mostró contrario al despliegue de las fuerzas del Consejo de Cooperación del Golfo en su país. "Hubiéramos estado orgullosos si hubieran ido a Gaza durante la invasión de Israel", señaló sarcástico.
Pero la monarquía se muestra firme en su decisión. "Los soldados estarán en Bahréin todo el tiempo que sea necesario", declaró el ministro de Exteriores, el jeque Jaled bin Ahmad al Jalifa, antes de anunciar que "más tropas están en camino". Durante una conferencia de prensa, el jefe de la diplomacia, uno de la docena de ministros que son miembros de la familia real, también negó la acusación de EE UU de que Bahréin ha elegido "el camino equivocado" para hacer frente a las protestas. El jeque Jaled aseguró que su Gobierno está dispuesto a dialogar con la oposición, pero que su prioridad es la seguridad y la estabilidad.
Un símbolo para la oposición
La plaza de la Perla, destruida hoy por las autoridades bahreiníes, se ubica en el centro de Manama y albergaba hasta hoy el monumento de hormigón reconocido como el símbolo de las manifestaciones a favor de la democracia que comenzaron en este país del Golfo hace varias semanas. Tras varias horas de trabajo con taladradoras y excavadoras, se han separado del suelo los seis pies del monumento, tras lo cual se ha derrumbado entre un montón de escombros y barras de acero.
Este monumento, en cuyo extremo superior había una esfera que representaba una perla, se erigió a principios de los años 80 con motivo de la celebración de la cumbre en la que se formó el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Sus seis pies representaban a los seis países miembros del CCG: Bahréin, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos, Arabia Saudí, Qatar y Omán. La perla simbolizaba el patrimonio común de estos países, cuyas economías se basaban, antes de descubrir su petróleo, en la recolección de perlas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.