"Sarkozy quiere que González sea presidente de Europa"
A sus casi 61 años y después de 35 ejerciendo el periodismo, de los que 13 ha sido director del diario francés Le Monde, Jean-Marie Colombani sostiene que el nuevo modelo que regirá el mundo después de esta crisis "se está gestando, aunque con lentitud, en Europa". En su nuevo libro, recién traducido al español, Un americano en París (Taurus, 2009), defiende la gestión del presidente francés, Nicolas Sarkozy.
Pregunta. ¿Qué opina de la eventual reelección de José Manuel Durão Barroso como presidente de la Comisión?
Respuesta. Desgraciadamente creo que Durão Barroso continuará, pero lo que ahora interesa a Sarkozy es quién será el primer presidente de Europa. Sarkozy apoyó a Tony Blair, pero entre que no ha hecho nada como enviado especial de la UE para Oriente Próximo y la polémica que levanta su actuación en la guerra de Irak, le dejó y decidió convencer a Felipe González de que presente su candidatura, aunque parece que aún no lo ha logrado. Sarkozy quiere que sea González. No le importa que sea socialista. Cree que es el mejor porque encarnaría una presidencia fuerte y colocaría como primer mandatario de Europa a un hombre que tiene ideas sobre Europa. Sería toda una personalidad, frente a Angela Merkel, que quiere colocar en ese cargo a alguien sin peso, para que los Gobiernos continúen haciendo sus cocinitas en lugar de pasar a otra etapa.
"Con la crisis, los irlandeses han visto el frío que puede hacer fuera de la UE"
P. ¿Qué opina del hundimiento de la izquierda en las elecciones europeas?
R. Hay que matizarlo y verlo en el contexto de la situación general de Europa; en una crisis que ha puesto en marcha todas las recetas de la socialdemocracia y ha vencido a ésta. Lo sucedido es muy preocupante para la izquierda. Se ha recurrido al Estado como salvador tras una crisis acarreada por la política neoliberal, lo que debería de haber implicado un giro, que no se ha producido, de la opinión pública hacia la socialdemocracia. En clave francesa, sin embargo, Sarkozy ha salido vencedor, pero si se suman los votos obtenidos por los partidos de izquierdas, se ve que han logrado más. La victoria real de Sarkozy hay que corregirla porque a la hora de hacer alianzas la gobernante Unión por un Movimiento Popular tiene menos posibilidades que el Partido Socialista francés.
P. ¿Por qué se ha abstenido el 57% del electorado europeo?
R. Es lógico. En cada uno de nuestros países, los partidos se han empeñado en claves locales y eso no moviliza. Otro de los grandes motivos de la abstención es la frustración ante la falta de una gestión europea de la crisis. La opinión pública ha visto una acción dinámica y en bloque para apoyar a la banca pero frente al desempleo se han encontrado con la suma inconexa de gestiones nacionales. Esto genera distanciamiento. La abstención, por tanto, es reflejo del descontento generado.
P. ¿Se oirá más la voz del nuevo Europarlamento?
R. Sí. Además, su influencia estriba en que ha desarrollado una cultura de consenso, de compromiso, de construcción de mayorías de la que pueden salir temas muy interesantes, a diferencia de los Parlamentos nacionales, divididos a cara de perro en derecha e izquierda.
P. ¿Cree que el resultado electoral impulsará la puesta en marcha del Tratado de Lisboa?
R. Pienso que sí. Con la crisis los irlandeses han visto el frío que puede hacer fuera de Europa y, en buena lógica, en el nuevo referéndum tendrán un voto muy positivo. Luego sólo faltan las firmas de los presidentes checo y polaco y creo que no se arriesgarán a no firmar. Después, con la presidencia española llegará la gran cita de Europa, porque la presidencia sueca será aún de transición.
P. En su libro Un americano en París revela una opinión bastante positiva del presidente Nicolas Sarkozy.
R. Sarkozy no es el diablo; no es Silvio Berlusconi. Precisamente si los franceses han castigado en estas elecciones a François Bayrou [líder del partido centrista Modem] ha sido por su antisarkozismo, porque sólo ha vendido una caricatura del presidente que no se corresponde con la realidad. Sarkozy es muy pragmático, humano y demócrata, aunque también va demasiado rápido y quiere abarcarlo todo; tiene una energía inagotable. Ésta es su única faceta bonapartista; el resto es pura fascinación por Estados Unidos, tal vez demasiada.
P. Usted afirma que la presidencia ha cambiado a Sarkozy...
R. El poder le ha atemperado. Su cambio ha sido incluso físico. El episodio que ha marcado un antes y un después en su forma de gobernar fue la guerra de Georgia , cuando tras visitar a Dmitri Medvédev consiguió que Rusia no avanzara sobre Tbilisi como tenía programado. Fue una victoria personal de Sarkozy, pero el tener que confrontar la paz o la guerra fue muy duro y acabó con lo que aún le quedaba de adolescente rebelde. Hizo un complicado juego en el que se apoyó en Medvédev para contener a Putin con la convicción de que Europa existía y no permitiría a Rusia ese movimiento.
P. Tras la humillante derrota laborista en Reino Unido, ¿qué consecuencias puede tener en la UE una victoria conservadora en las legislativas del año próximo?
R. Los conservadores están jugando un juego muy peligroso. No sólo han anunciado que se retirarán del grupo popular de la Eurocámara, sino que amenazan incluso con abandonar la UE. Si se alejan de Europa serán satelizados por EE UU. En cualquier caso, pese al desastre en estas elecciones, confío en que Brown no dimita porque sería malo para toda Europa.
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