Rusia ve a la OTAN como el principal "peligro militar"
Presidencia de Barack Obama no ha producido aún la esperada 'perestroika' de las relaciones entre Moscú y Washington
Los recelos acumulados por el Kremlin ante Occidente durante una década y también el sentimiento de marginación en decisiones globales afloran en la última versión de la doctrina militar de Rusia, ratificada por el presidente Dmitri Medvédev el pasado día 5. A la cabeza de los "peligros militares" externos, la doctrina sitúa la ampliación de la OTAN y el acercamiento de la infraestructura bélica de la Alianza a las fronteras rusas. En contrapartida, Bielorrusia, el único aliado de Moscú por el Oeste, se convierte en la "prioridad" de la colaboración militar y política" de Rusia, por delante de la principal formación aliada, la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, integrada por Armenia, Kazajstán, Uzbekistán, Kirguizistán, Tazhikistán, y Bielorrusia).
La doctrina, redactada por el Consejo de Seguridad de Rusia, tiene una eficacia práctica cuestionable, pero aparece sobre el telón de fondo de una cierta decepción en los medios políticos rusos porque la presidencia de Barack Obama no ha producido aún la esperada perestroika de las relaciones entre Moscú y Washington. Rusia y EE UU no pudieron firmar puntualmente el Tratado de Reducción de Armas Nucleares Estratégicas para sustituir al que expiró el 5 de diciembre de 2009. Aunque el ministro de Exteriores Serguéi Lavrov ha afirmado que el 97% del texto está ya concertado, aún no hay todavía fecha para firmarlo y en las negociaciones ha habido diferencias cualitativas importantes.
Obama renunció a los planes de su predecesor para instalar elementos de un sistema de defensa antimisiles en Polonia y la República Checa. Sin embargo, Washington ha irritado a Moscú al concertar un acuerdo con Varsovia para emplazar misiles Patriot a 100 kilómetros del enclave ruso de Kaliningrado. Ante los planes para ubicar otros elementos de defensa antimisiles en Rumania y Bulgaria, Lavrov se ha referido a la "sorpresa rumana" y a la "sorpresa búlgara" y ha pedido explicaciones a EE UU, mientras recordaba que en el mar Negro está restringida la presencia militar de potencias no ribereñas. A todo esto se suma la indiferente acogida por Occidente de las propuestas de Medvédev para una nueva arquitectura de seguridad en Europa, el proyecto internacional estrella del presidente.
Desde 1991, Rusia ha publicado tres doctrinas militares, que corresponden a los sucesivos presidentes, una en 1993 con Borís Yeltsin, otra en 2000 con Vladímir Putin. La actual ha quedado relativizada por la ratificación por parte de Medvédev de otro documento de carácter secreto denominado Bases de la política estatal en el campo de la contención nuclear hasta 2020. Los especialistas militares se hacen cábalas sobre la relación entre ambos textos. "Se produce la impresión" de que la doctrina militar rusa tiene dos partes, una abierta y otra cerrada", una para su amplia difusión nacional e internacional, y la otra "solo para los enterados, ya que explica las normas y los principios de empleo del arma nuclear de los que no es agradable hablar en voz alta", afirmaba Víctor Litovkin en Nezavísimaya Gazeta.
La doctrina constata que los "peligros militares para la Federación Rusa" se han "incrementado" en varios ámbitos, pese a la "disminución de la probabilidad" de una guerra de envergadura con armas convencionales y nucleares. Entre los peligros (susceptibles de convertirse en "amenazas"), el primero es "la aspiración de atribuir funciones globales" al potencial militar de la OTAN, incurriendo en "infracción de las normas del derecho internacional", y también la aspiración de "acercar la infraestructura militar de los países miembros de la OTAN a las fronteras de la Federación Rusa, entre otras cosas mediante la ampliación del bloque".
Amenaza es también el "aumento" de los contingentes militares de países extranjeros (o grupo de países) en territorios fronterizos con Rusia y sus países aliados y en las aguas vecinas. A la misma categoría pertenecen la creación y despliegue de sistemas de defensa antimisiles estratégicos, que "socavan la estabilidad global y violan la correlación de fuerzas existente en el campo de los misiles nucleares", la militarización del cosmos, y la instalación de sistemas no nucleares de gran precisión. La doctrina refuerza la idea de que los responsables rusos perciben a su país como una fortaleza acosada y necesitada de un espacio de seguridad más allá de sus propias fronteras.
En 2000, Rusia consideraba "desestabilizador" el intento de "debilitar" o "ignorar" los "mecanismos de garantizar la seguridad internacional", "sobre todo la ONU y la OSCE". En lugar de la confianza de entonces, la nueva doctrina afirma ahora que la arquitectura de seguridad internacional existente- "incluidos sus mecanismos legales internacionales"- "no garantiza una seguridad igual de todos los Estados". A diferencia de 2000, la doctrina ha suprimido la mención al "periodo de transición" hacia el "Estado democrático", que aparentemente se considera concluida.
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