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Reportaje:

Radiación incrementada y explosión reducida

La explosión de toda bomba nuclear tiene cuatro efectos: mecánico, calórico, radiactivo y contaminante. En el caso de una bomba atómica convencional, y para los tres primeros conceptos, la proporción de energía liberada viene a ser del 55% para el efecto mecánico del choque, un 40% en forma de calor y un 5% como radiación. En la de neutrones, técnicamente llamada bomba de radiación incrementada y explosión reducida, la proporción es de un 34% como onda expansiva, 24% en forma de calor y 42% en forma de neutrones y rayos gamina. La polución provocada por una bomba del primer tipo, como fueron las lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki, es de larga duración, mientras que la contaminación provocada por la bomba de neutrones es de rápida desaparición.En la mayor liberación de radiación neutrónica y en la voluntaria reducción del choque, el calor y la radiactividad, estriba, pues, la peculiaridad de la bomba N. Los neutrones actúan como proyectiles imparables que penetran en los tejidos de los seres vivos y destrozan todo a su paso. De ahí que, con afán de simplificar, se diga que la bomba de neutrones acaba con la vida pero conserva los objetos.

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Los neutrones atacan el sistema nervioso central y provocan una incapacidad casi inmediata en quienes reciben una fuerte radiación. Experimentos realizados con monos por científicos del Pentágono evidencian que se pierde la coordinación muscular, se producen convulsiones y llega la muerte, de forma casi indolora, al cabo de horas o días, en función de la distancia del sujeto afectado al foco emisor o de la radiación recibida.

Si se hace estallar una bomba de neutrones a una altura de 150 metros del suelo, se puede decir que en un radio de 150 metros a partir del punto sobre la vertical de donde se ha producido la explosión no queda absolutamente nada. Hasta los 750 metros en derredor se producen bastantes daños materiales y la radiación mata a los seres vivos alcanzados en un lapso de tiempo que puede llegar hasta los dos días, según sea la distancia a que se encontrasen del foco. A partir de ahí, los daños materiales se reducen progresivamente hasta su total anulación y la muerte puede llegar a producirse al cabo de varias semanas si el sujeto irradiado se hallaba a unos 1.200 metros del lugar.

La contaminación radiactiva, en todo caso, desaparece rápidamente y la zona atacada puede ser ocupada en cuestión de pocas horas. Bastaría para ello que las fuerzas que lanzan la bomba sobre los blindados agresores se mantuvieran fuera del alcance de la radiación o simplemente a cubierto bajo una capa de metro y medio de tierra, suficiente para detener cualquier lluvia de neutrones debido a las característícas de estas partículas.

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