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Reportaje:La muerte de Bin Laden | La caza y captura

Palos de ciego durante una década

El espionaje de EE UU siguió pistas falsas e interrogó a decenas de presos en Guantánamo sin lograr nada

José María Irujo

Capturar a Osama bin Laden era el objetivo del agente especial del Federal Bureau of Investigation (FBI) Randall Bennett, el jefe de la estación policial norteamericana en Karachi (Pakistán), el hombre que intentó en vano salvar la vida de Daniel Pearl, el arriesgado periodista de The Wall Street Journal degollado por Jaled Sheij Mohamed, cerebro del 11-S, en una ceremonia del horror que terminó con su secuestro y fue filmada para demostrar hasta donde están dispuestos a llegar.

La misión de Bennett concluyó meses después cuando los hombres de Jaled colocaron un coche bomba junto a su oficina en el Consulado de EE UU y el agente fue trasladado a la Embajada de norteamericana en Madrid para salvar su pellejo y tomar un respiro. Bennett, un tipo de ojos azules que viste botas militares, vaqueros y camisetas ceñidas, dejó Pakistán sin cumplir su objetivo, descansó en la capital española y en 2006 pidió un nuevo destino: jefe de seguridad de las tropas norteamericanas en Irak. Ayer, los miembros de su antiguo equipo en Karachi se sorprendieron al comprobar que el hombre al que buscaban con ahínco vivía en una lujosa residencia de Abbottabad, localidad a 45 minutos de las oficinas de la CIA en Islamabad. Una ciudad que habían pateado muchas veces. Les ha costado 10 años encontrarlo y los 50 millones de dólares que ofrecían por su cabeza se han quedado sin dueño. La desesperación alcanzó su cénit cuando en 2010 Turki al Faisal, exjefe de los servicios secretos saudíes, propuso a EE UU unir las fuerzas de seis países para "capturar o matar a Bin Laden", a un solo hombre.

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¿Qué sabes de Osama bin Laden? ha sido la pregunta que más veces han hecho los agentes del FBI y de la CIA a los presos más relevantes encerrados en Guantánamo durante casi diez años, los mismos que ha permanecido huido el barbudo y espigado emir que en 1988 creó Al Qaeda Al Askariya (la base militar) con solo 15 "hermanos" a sueldo para hacer la yihad y fundar un nuevo califato. Pero sus respuestas, recogidas en los expedientes secretos de los presos publicados por EL PAÍS, no aportaron muchas pistas salvo el estado de salud del terrorista, aquejado de dolencias en el riñón por su exposición a las armas químicas empleadas por los rusos en Afganistán; su baja presión sanguínea, la sal que usaba en sus comidas vegetarianas, y detalles de su fuga de las cuevas de Tora Bora, donde se refugió con su cohorte tras la invasión norteamericana de Afganistán en 2001. "Caminaba 30 kilómetros diarios y eso afectó a su riñón", relató su médico, Ayman Sabed Batarfi, de 41 años, un yemení que pese a su enfermedad psiquiátrica estuvo preso siete años por si aportaba alguna luz sobre el jefe de Al Qaeda.

Lo que sí facilitaron a sus interrogadores la mayoría de los presos fue un rosario de nombres de colaboradores de Bin Laden: cocineros, médicos, guardaespaldas y mensajeros a su servicio en los campos terroristas que el saudí, de 54 años, creó en Afganistán. La localización de uno de estos últimos ha conducido hasta la vivienda de un barrio residencial de lujo en la que se ocultaba y en la que ha muerto empuñando su rifle Kaláshnikov. Un escenario que casi nadie había imaginado, sobre todo después de que diversos directores de la CIA declararan que se escondía en la zona tribal de Waziristán del Norte, el nuevo feudo de las huestes de Al Qaeda donde solo llegan los aviones Predator, sin tripulación, del Ejército norteamericano que han diezmado las filas de Al Qaeda, una organización que ha extendido la yihad por varios continentes, pero que atraviesa su momento más crítico.

La misma pregunta que recibieron los presos en Guantánamo sobre el paradero del emir la escuchó en 2009 Rehman Malik, ministro del Interior de Pakistán, de Gabrielle Giffords, la senadora demócrata gravemente herida el pasado mes de enero en un ataque en EE UU en el que murieron ocho personas. Malik respondió: "No tengo ni idea.. No creo que esté en el país". Así lo recoge un cable confidencial de la Embajada norteamericana que relata el encuentro. El ministro añadió que Bin Laden podría haber viajado junto con su familia a Irán o "podría estar escondido en Arabia Saudí o Yemen, o quizás muerto". El hombre que afirmaba que "la música es la flauta del diablo", el que dormía en el suelo, sin electricidad ni un solo mueble, ha muerto en una casa a tiro de piedra de un complejo militar, frente a las mismas narices del Ejército paquistaní.

La muerte de Bin Laden en Islamabad acrecienta las dudas sobre el ISI, el siniestro servicio secreto de Pakistán, penetrado hasta la médula por los salafistas. La comunidad internacional estaba harta de la impunidad del terrorista saudí y hasta el ex primer ministro británico Gordon Brown dijo al presidente paquistaní, Asif Alí Zardari, durante una conversación telefónica que "Pakistán debería liquidar a Bin Laden", según un cable secreto fechado en 2009.

Soldados paquistaníes vigilan la casa donde fuerzas estadounidenses mataron a Osama bin Laden, en Abbotabad.
Soldados paquistaníes vigilan la casa donde fuerzas estadounidenses mataron a Osama bin Laden, en Abbotabad.T. MUGHAL (EPA)

El error del FBI

En enero de 2010, el FBI tomó de Internet una fotografía electoral de Gaspar Llamazares, diputado de Izquierda Unida. Querían hacer un retrato robot de Bin Laden y se sirvieron del pelo canoso de Llamazares para crear una imagen del terrorista envejecido. El fotomontaje del hombre más buscado se colgó en la web del Departamento de Estado de EE UU. Tamaño error fue subsanado por el FBI eliminando la imagen falsa y enviando una carta de disculpa a Llamazares, quien, indignado, declaró: "La seguridad de Bin Laden no peligra, la mía sí".

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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