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Los desafíos de la OTAN

Obama inicia el refuerzo militar en Afganistán

El presidente de Estados Unidos se dispone a pedir a los países de la OTAN que contribuyan con más tropas

Antonio Caño

La visita de hoy a Canadá, su debut en la arena internacional, constituye, entre otras cosas, el primer paso de Barack Obama en su esfuerzo de convencer a los aliados de la OTAN de la necesidad de aportar más soldados a Afganistán. El anuncio previo de que Estados Unidos enviará un refuerzo de 17.000 militares antes del final del verano es parte de una estrategia destinada a conseguir este mismo año un significativo aumento del número de fuerzas de combate contra Al Qaeda y los talibanes, al tiempo que se incrementan las gestiones diplomáticas y políticas.

Fuentes del Departamento de Defensa estadounidense han anticipado que no habrá nuevos anuncios de envíos de tropas hasta que esa nueva estrategia no esté plenamente definida, lo que debería de ocurrir a lo largo del próximo mes de marzo, antes de la cumbre de la OTAN, prevista para el 2 de abril.

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Obama desea llegar a esa cumbre con una propuesta clara que presentar a sus aliados sobre el rumbo a seguir en Afganistán, una guerra que se ha convertido en una prioridad de esta Administración porque el presidente considera que se están reunificando y reforzando allí los grupos que planean ataques contra Estados Unidos.

Esa propuesta podría incluir, según han anticipado estos días funcionarios del Gobierno, la apertura de nuevas vías de contacto con países implicados indirectamente en el conflicto o expertos en la zona, como Irán o Rusia, así como la exigencia de una política de control más estricta por parte de Pakistán sobre las actividades de las organizaciones terroristas en su territorio.

La nueva estrategia estadounidense incluirá una mayor presión sobre las propias autoridades afganas, particularmente el presidente, Hamid Karzai, para frenar la corrupción y los abusos que contribuyen a empañar la imagen de la presencia de tropas internacionales. Expertos que comparecieron la pasada semana ante el Congreso estadounidense advirtieron que, en los últimos años, ha descendido considerablemente en Afganistán el apoyo popular a EE UU, mientras que ha crecido el de los talibanes.

Para hacer frente, en parte, a ese problema, Obama añadirá a su proyecto para Afganistán el incremento de ayudas económicas que permitan una mejora de las condiciones de vida de la población.

El presidente estadounidense esbozó la esencia de esta nueva estrategia esta semana en una entrevista con un canal de televisión canadiense. "Estoy absolutamente convencido de que no se puede solucionar el problema de Afganistán, de los talibanes, del esparcimiento del terrorismo en esa región únicamente a través de medios militares", aseguró.

Pero los medios militares -un aumento de los medios militares listos para el combate- también forman parte de esa estrategia, y para ello, según señaló el presidente en su comunicado del martes, pretende "buscar la colaboración de los aliados".

Los jefes militares en Afganistán pidieron hace meses un mínimo de 30.000 fuerzas adicionales sobre las alrededor de 34.000 que tienen en la actualidad, muchas de ellas, en realidad, implicadas en actividades que no son de combate. A lo largo de la primavera llegarán 8.000 marines de unidades con experiencia en Irak y listas para la guerra, junto a un primer contingente del Ejército de 4.000 hombres y mujeres, también con capacidad de combate. Antes de finales de julio se les sumarán otros 5.000 miembros del Ejército.

Obama ha mencionado que la retirada paulatina de Irak dará a los mandos militares "mayor flexibilidad" para aumentar las dotaciones en Afganistán. Pero, pese a eso y pese al hecho de que los alistamientos han crecido como consecuencia de la crisis económica, las fuerzas armadas norteamericanas dan síntomas de fatiga, con muchos soldados obligados a volver hasta cuatro o cinco veces al frente después de breves descansos.

Estados Unidos necesita, por tanto, una mayor implicación de sus aliados para que el número de fuerzas establecidas permanentemente en Afganistán y dispuestas para combatir alcance las necesidades de los jefes militares. Por el momento, la mayoría de los miembros de la OTAN, incluido España, se niegan a incrementar sus tropas. Pero esa posición puede ser más difícil de defender en la cumbre de abril ante un nuevo presidente estadounidense con argumentos y autoridad renovados.

Aunque no se ha dicho abiertamente así, el refuerzo militar en Afganistán tiene algún paralelismo con el que se produjo hace dos años en Irak y que tan buenos resultados dio en cuanto a incremento de las condiciones de seguridad. Al fin y al cabo, el cerebro de aquel refuerzo, el general David Petraeus, tiene ahora también responsabilidades sobre Afganistán como jefe militar en toda la región de Oriente Próximo.

El refuerzo iraquí tenía algunas particularidades que, probablemente, se repetirán en Afganistán. Una de ellas será la mayor participación de soldados afganos en las operaciones de las tropas internacionales, para evitar los errores, a veces sangrientos, que se producen en la actualidad.

En Afganistán, como antes en Irak, se ha hecho también imperativo poner freno a la muerte de civiles, que aumentó en un 40% el año pasado, para sobrepasar la cifra de los 2.100, según un informe de Naciones Unidas.

[Los ministros de Defensa de la OTAN se reunirán hoy en Cracovia para estudiar el futuro envío de más soldados y medios a Afganistán, informa Reuters. El Gobierno italiano anunció ayer que enviará otros 500 soldados, hasta 2.800. Reino Unido descartó incrementar su presencia en ese país. En total, aparte de los estadounidenses, hay algo más de 30.000 soldados de 40 países].

Soldados estadounidenses destinados a Afganistán esperan el despegue en un avión militar en la base de Manas (Kirguizistán) el pasado viernes.
Soldados estadounidenses destinados a Afganistán esperan el despegue en un avión militar en la base de Manas (Kirguizistán) el pasado viernes.REUTERS

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