Obama y Medvédev firman en Praga el nuevo tratado de desarme atómico
El Nuevo START supone la reducción del 30% de las cabezas nucleares desplegadas de EE UU y Rusia
Con la firma en Praga del mayor acuerdo de desarme nuclear en 20 años, Estados Unidos y Rusia ponen fin al rencor heredado de la guerra fría y abren un nuevo horizonte de cooperación entre dos naciones cuyo enfrentamiento representa aún el mayor riesgo para la seguridad mundial. El primer ámbito en el que exhibir esa colaboración es ahora mismo Irán. Tanto el presidente norteamericano, Barack Obama, como el ruso, Dimitri Medvédev, coincidieron en la necesidad de sanciones internacionales para disuadir al régimen islámico de construir armas atómicas.
Al poner su firma en lo que oficialmente se denomina el Nuevo START, un tratado que permitirá la eliminación en siete años de un 30% de sus respectivos arsenales nucleares, Obama y Medvédev estaban enviando al mundo la señal más clara posible de que su rivalidad, nacida de la división de Europa tras la Segunda Guerra Mundial y reproducida en los últimos años por diversos episodios de tensión, está en camino de ser superada.
Estados Unidos y Rusia mantienen algunos intereses contrapuestos y áreas de influencia internacional de las que no quieren ser relegados. Poseen el 90% de las armas nucleares y, aún después de este tratado, conservan suficiente poder destructivo como para acabar con la vida sobre la Tierra. Los conflictos entre ambos siguen siendo, por tanto, motivo de la máxima alarma mundial.
Las tensiones ruso-norteamericanas en los años más recientes (escudo antimisiles europeo, Georgia o la extensión de la OTAN hacia el Este), no sólo han dificultado los progresos en graves conflictos regionales, como Oriente Próximo o Afganistán, sino que han creado un escenario internacional más hostil con políticas más unilaterales y agresivas tanto de parte Washington como de Moscú. "Cuando Estados Unidos y Rusia no son capaces de trabajar juntos, no es bueno para ninguno de nuestros dos países ni es bueno para el resto del mundo", declaró Obama tras la firma del documento que reducirá a 1550 el número de cabezas nucleares de cada arsenal.
El Nuevo START puede ser el detonante de un cambio de ciclo. "Este es un acontecimiento histórico que abre una nueva página en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia; el mundo entero ha ganado", manifestó Medvédev. "Esta es la piedra angular para la seguridad nuclear, para la no proliferación y para las relaciones ruso-norteamericanas", aseguró Obama.
Muchas cosas, ciertamente, dependen de lo que se escenificó en Praga, una ciudad simbólica en la lucha de los pueblos por su libertad. Depende la estabilidad en algunos países del antiguo bloque soviético que necesitan a una Rusia mejor integrada en la comunidad internacional. Depende la evolución de algunas crisis, especialmente Irán y Afganistán, en las que Estados Unidos tiene en juego su credibilidad como superpotencia. Y depende, principalmente, la probabilidad de una guerra nuclear.
Tanto Obama como Medvédev recalcaron tras la firma del acuerdo que éste da a los países una mayor legitimidad para combatir la dispersión y la proliferación de las armas atómicas. "Es una clara indicación de que Estados Unidos y Rusia estamos dispuestos a asumir de nuevo el liderazgo" en esa batalla, dijo Obama.
El próximo lunes y martes los dos presidentes podrán empezar a ejercer ese liderazgo en la cumbre de 47 países -la mayor de la historia en esta ciudad- para discutir sobre seguridad nuclear. Un mes después, en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, otra conferencia similar se dedicará a la renovación del Tratado de No Proliferación Nuclear.
Obama llega en las mejores condiciones imaginables para imponer su autoridad en ambas reuniones. Unos días antes de la firma en Praga -donde expuso hace un año su visión sobre un mundo sin armas nucleares-, el presidente norteamericano anunció una limitación voluntaria del uso de ese armamento por parte de Estados Unidos. Su derecho a exigir ahora que Irán cumpla con las normas internacionales en cuanto al desarrollo de la energía nuclear parece ahora incontestable.
Así lo admitió con algunos matices Medvédev. "No podemos cerrar los ojos ante esto", advirtió, en relación con la negativa iraní a permitir la inspección de su programa nuclear. El presidente ruso reconoció que la imposición de sanciones a Irán puede ser la única vía para corregir la actuación de su gobierno, pero advirtió que esas sanciones debían de ser "adecuadas". "Necesitamos que Irán se comporte correctamente y necesitamos mantener a salvo los intereses de nuestros dos países", precisó.
Obama cuenta, no obstante, con que Rusia será capaz de compatibilizar sus fuertes intereses económicos en Irán con un voto a favor de las sanciones en el Consejo de Seguridad. El otro voto que le falta es el de China, que tratará de obtener la próxima semana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.