Obama: "Ha llegado el momento de aprobar la reforma sanitaria"
"Somos la única democracia del mundo que no garantiza la cobertura medica universal a sus ciudadanos", ha asegurado el presidente de EE UU
"Somos la única democracia del mundo que no garantiza la cobertura médica universal a sus ciudadanos". Así de contundentes fueron los primeros minutos del esperado discurso del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sobre su propuesta de reforma sanitaria, que pretende crear un sistema de salud público que pueda convivir con los actuales seguros privados.
Era una de las comparecencias más esperadas por la opinión pública estadounidense, televisada en directo para todo el país, y que puede marcar su presidencia porque con ella se juega buena parte de su prestigio y credibilidad. Tiempo atrás, los ex presidentes Richard Nixon y Bill Clinton fracasaron en el mismo intento.
"Ha llegado el momento de la reforma sanitaria", dijo al comenzar su alocución, que arrancó a las 02:20 de la madrugada (hora peninsular española), con 20 minutos de retraso, con una calurosa ovación al presidente. Sus palabras iban dirigidas a un Congreso dividido entre los que apoyan con entusiasmo una mayor intervención del Estado en la salud, la mayoría de demócratas, y aquellos otros, los republicanos, que se oponen a cualquier socialización de la medicina, en manos privadas en Estados Unidos.
Búsqueda del apoyo republicano
Aunque las dos Cámaras están dominadas por los demócratas, Obama está empeñado en sacar adelante la reforma con el apoyo de los republicanos también. Centró su comparecencia en explicar las ventajas de un sistema de salud que contemple una alternativa pública para aquellos ciudadanos que no pueden costearse un seguro privado, pero sin cargar las tintas en ese aspecto de la reforma para evitar nuevos reproches de los republicanos. "No soy el primer presidente en adoptar la causa de la reforma sanitaria, pero estoy decidido a ser el último", sentenció, consciente de que agota sus esfuerzos a favor de la reforma sanitaria.
El mandatario, que ha rediseñado estos días su estrategia con los demócratas, se dirigió al Congreso para proclamar que "el tiempo de las disputas ha terminado" y que es el momento de emprender acciones rápidas para reformar un sistema que no sólo excluye de la cobertura sanitaria a 47 millones de ciudadanos, sino que gasta 1,5 veces más por persona que cualquier otro país. Según dijo, hay un "amplio consenso" sobre el 80% de la medida, "lo que nos deja más cerca que nunca del objetivo de la reforma".
Y lanzó una advertencia a los más críticos: "No gastaré el tiempo con aquellos que han empleado el tiempo en cálculos políticos para fulminar este plan en vez de para mejorarlo". "Es el momento de actuar. Ahora debemos reunir las mejores ideas de ambos partidos, y mostrar a los ciudadanos estadounidenses que todavía podemos hacer lo que ellos nos encargaron", dijo.
Obama aseguró que la reforma sanitaria proporcionará "más seguridad y estabilidad para quienes cuentan con seguro médico", pues las aseguradoras no podrán negar cobertura por problemas médicos preexistentes, entre otras cosas. También se creará una bolsa de seguros médicos en un plazo de cuatro años que permitirá, según consideró, recortar los costes de la cobertura.
Las grandes empresas tendrán la obligación de ofrecer seguro médico a sus empleados y los individuos tendrán la obligación de estar asegurados, "igual que en la mayoría de los Estados es obligatorio el seguro de automóvil". Habrá excepciones, puntualizó, para aquellos que verdaderamente no puedan permitírselo.
Opción pública
En este sentido, defendió uno de los apartados más polémicos de la reforma, la opción pública, un seguro médico patrocinado por el Estado que "sólo sería una opción para aquellos que no tienen cobertura". En respuesta a los detractores de esta posibilidad, que creen que causaría un deterioro de las prestaciones médicas y competiría de modo desleal con el sector privado, Obama aseguró que esa opción sería "autosuficiente" y se sufragaría con las primas que cobrase.
El presidente quiso esbozar tanto su plan de reforma como el camino que debe seguir para ser aprobada en el Congreso. Su propósito no es otro que reunir el consenso de ambos partidos para sacar adelante una reforma que considera esencial para el futuro de su presidencia y del país en su conjunto. Pero el Partido Republicano, que ha pasado a la ofensiva durante el verano y ha llegado a acusar al presidente de querer implantar el socialismo, sigue oponiéndose frontalmente a un proyecto que tachan de innecesario por presentarse en plena crisis económica.
En una entrevista con la cadena ABC, Obama adelantó que usaría su discurso para asegurarse de que "tanto demócratas como republicanos entienden que estoy abierto a nuevas ideas, que no somos rígidos por este tema, pero que intentamos que esté listo este año".
Abucheo insólito al presidente
Un insólito abucheo en una referencia a los inmigrantes ilegales rompió las habituales salvas de aplausos en el discurso del presidente sobre la reforma sanitaria ante las dos Cámaras del Congreso. Obama había completado la primera parte de su disertación, en la que expuso las líneas maestras de la reforma, y procedía a refutar lo que consideraba "mentiras" divulgadas en torno a la medida. Así, aseguró que "hay quienes afirman que nuestro esfuerzo de reforma asegurará a los inmigrantes ilegales. Esto también es falso. Las reformas que propongo no se aplicarán a quienes se encuentran aquí ilegalmente". En ese momento, el congresista republicano por Carolina del Sur Joe Wilson gritó: "¡Usted miente!".
Desconcertado por un instante, el presidente estadounidense interrumpió su discurso un momento antes de proseguir, mientras en la balconada de la Cámara de Representantes la primera dama, Michelle Obama, movía la cabeza de un lado para otro en señal de reprobación. El protocolo prevé que en los discursos del presidente a las dos Cámaras del Congreso, ocasiones de gran solemnidad y que normalmente sólo suceden una vez al año, en la presentación del Estado de la Unión, los legisladores de la oposición mantengan la compostura y sólo manifiesten su desacuerdo al no sumarse a los aplausos.
La de Wilson, aunque poco habitual, no fue la única interrupción que sufrió Obama. Con anterioridad, los republicanos dejaron oír sus risas cuando el presidente aseguró en un momento del discurso que existe un "amplio consenso" sobre la mayor parte de la reforma a pesar de que se mantienen "diferencias significativas".
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