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Lula torpedea la visita de Obama

El expresidente de Brasil desaira al líder de EE UU al negarse a acudir a un almuerzo - Dilma Rousseff cancela la conferencia de prensa conjunta

Antonio Caño

Aunque ya es solo expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva se ha convertido en protagonista de la visita a Brasil de Barack Obama por su negativa a acudir al almuerzo que la presidenta del país, Dilma Rousseff, ofreció ayer a su colega norteamericano y en el que participaron todos los demás jefes de Estado que esta democracia ha tenido desde su inicio. Este episodio se suma a otras polémicas cancelaciones que han dejado en evidencia las tensiones entre Brasil y Estados Unidos y pueden arruinar este viaje.

La presidenta Rousseff suspendió la conferencia de prensa conjunta con Obama, probablemente para evitar preguntas incómodas sobre la actitud de Lula y sobre la negativa del presidente norteamericano de respaldar la candidatura brasileña para ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Las declaraciones de ambos destacando la voluntad de intensificar sus lazos económicos se vieron silenciadas por las polémicas y por la candente actualidad internacional en otras latitudes.

Brasilia está molesta por la falta de apoyo para sentarse en el Consejo de Seguridad
Cancelado el acto de masas de Obama que estaba previsto para hoy en Río

Obama canceló, a su vez, el discurso que hoy tenía previsto pronunciar al aire libre en la plaza Cinelandia de Río de Janeiro ante 40.000 personas, en lo que se esperaba como uno de los hitos de esta gira, un gran acontecimiento de masas que debía certificar la popularidad del presidente norteamericano en Brasil y en América Latina.

En lugar de eso, Obama tendrá que conformarse con una intervención en un teatro cerrado con un aforo de 2.400 personas.

Pese a que no se ha dado una explicación oficial de ese cambio, parece relacionado con las manifestaciones de rechazo a Obama y a Estados Unidos que el viernes tuvieron lugar en Río y que podían reproducirse con mayor fuerza hoy. La presidenta Rousseff había pedido a los miembros de la principal organización de la izquierda brasileña, el Partido de los Trabajadores, que no participaran en manifestaciones contra la visita del presidente norteamericano. Lula mantiene una considerable influencia sobre esa formación.

Estos sucesos han empañado una visita que Estados Unidos consideraba crucial para incrementar su presencia política y económica en este gigante sudamericano, donde en los últimos años ha ido paulatinamente perdiendo terreno en beneficio de China. Lula, que fue en gran parte responsable de ese alejamiento norteamericano durante su presidencia, parece ahora ejercer también un papel en la sombra para dificultar la reconciliación que busca Rousseff.

La negativa a participar en el almuerzo de ayer, además de un gesto contra Obama, es una descortesía para la propia presidenta brasileña, que fue quien cursó la invitación. Todos los demás expresidentes, Fernando Henrique Cardoso, Itamar Franco, Fernando Collor de Melo y José Sarney, acudieron al encuentro, celebrado en el palacio de Itamaraty.

En la declaración que sustituyó a la conferencia de prensa, Rousseff elogió protocolariamente "el legado de Lula" y su esfuerzo por "rescatar a los marginados", pero desde su llegada al poder, con una política menos ideológica y más pragmática, ha hecho varios gestos de aproximación que Washington ha recibido con gran esperanza. Esos gestos no suponen aún, sin embargo, una ruptura con la política de su antecesor, que mantiene, por ejemplo, gran influencia en la conducción de las relaciones con América Latina -especialmente con Cuba y Venezuela- gracias a la permanencia en el actual Gobierno de su estrecho amigo y colaborador Marco Aurelio García. Brasil fue uno de los cinco países que se abstuvo el jueves en la votación en la que la ONU autorizó el uso de la fuerza en Libia.

En esas circunstancias, no se ha despejado del todo el camino para que Estados Unidos respalde la presencia de Brasil en el Consejo de Seguridad como miembro permanente. El Gobierno de Brasilia confiaba en que lo hiciera después de que el año pasado manifestara en Nueva Delhi su apoyo a las idénticas aspiraciones de India. Son, sin embargo, dos casos distintos: en India, Estados Unidos puede encontrar un contrapeso a China, mientras que, hasta ahora, Brasil ha definido su política exterior en contrapunto a Washington.

Eso se consumó en los últimos dos años pese a los esfuerzos de Obama de acercarse a Lula. Lula fue, en marzo de 2009, el primer presidente sudamericano recibido en el Despacho Oval, donde Obama dijo que siempre había sido "un gran admirador de Brasil y un gran admirador del liderazgo progresista que el presidente Lula ha demostrado en América Latina y en el mundo". Unos días después, cuando ambos se encontraron en la cumbre del G-20 en Londres, Obama describió a Lula como "el político más popular de la Tierra" y se fotografió junto a él haciendo el siguiente comentario: "Este es mi hombre, amo a este hombre".

Lula le contestó reuniéndose con el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, y votando en contra de las sanciones a ese país aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Lula había recibido dos veces a George Bush en Brasil durante su presidencia y permaneció en Cuba, sin hacer comentarios de condena, cuando le sorprendió allí la muerte tras una huelga de hambre del preso político Orlando Zapata.

Barack Obama; su esposa, Michelle (izquierda), y Dilma Rousseff, durante el desfile de la guardia de honor en Brasilia.
Barack Obama; su esposa, Michelle (izquierda), y Dilma Rousseff, durante el desfile de la guardia de honor en Brasilia.KEVIN LAMARQUE (REUTERS)

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