Lisboa debe lidiar con Kosovo y Varsovia
La presidencia portuguesa de la UE arranca con desafíos dentro y fuera de la Unión
"Nuevo Tratado, Brasil, África y más Estrategia de Lisboa". Estas cuatro prioridades, resumidas así el viernes por el primer ministro José Sócrates, son los ejes que marcarán la tercera presidencia portuguesa de la UE. El semestre que arrancó oficialmente anoche en la Casa da Música de Oporto con un concierto debe culminar, si todo va bien, con la firma del Tratado de Lisboa en diciembre. Si logra rematar sus cuatro ideas básicas, Portugal viviría una presidencia histórica. Pero la discreta diplomacia lusa sabe que nada está garantizado, y que habrá que sudar tinta y cruzar los dedos. Kosovo, fuera, y Polonia, dentro, aparecen como los dos grandes obstáculos.
Sócrates pretende una presidencia constructiva en todos los frentes. Quiere recomponer las relaciones con Rusia, subrayando "lo que nos une y no lo que nos separa". El presidente portugués es consciente del rechazo de Moscú a la independencia de Kosovo y de la necesidad de iniciar las negociaciones para renovar el Acuerdo de Cooperación y Colaboración con Rusia, que vence el 1 de diciembre. Fuentes de la diplomacia lusa se mostraron muy poco confiadas en que Polonia levantara el veto para iniciar estas negociaciones.
La cumbre con Brasil es la primera ocasión para que Portugal deje su sello
El dirigente portugués desea también que la UE cumpla sus compromisos con Turquía y, por tanto, seguir con las negociaciones. "Si algún país desea replantear la cuestión", en alusión al presidente francés, Nicolas Sarkozy, "lo discutiremos", precisó. Pero recordó que la responsabilidad de los líderes "es rebajar las tensiones y no aumentarlas". Sócrates advirtió de que la ruptura de negociaciones con Ankara supondría un peligroso mensaje al mundo islámico.
El trío de Luiz Inácio Lula da Silva, Sócrates y José Manuel Durão Barroso pondrá soutaque portugués al inicio de la presidencia. La cumbre con Brasil, el miércoles en Lisboa, es la primera ocasión para que Portugal deje su sello. El gigante es el único de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) sin acuerdo de comercio estratégico con la UE, y Portugal ha hecho de ello cuestión prioritaria.
África, otro de los lugares donde Portugal tiene voces y amores, ofrece muchas más dificultades. La cumbre prevista para el 8 y 9 de diciembre está aún en el aire. Las sanciones contra el régimen de Robert Mugabe impedirían la presencia del dictador de Zimbabue en Lisboa, y eso llena de sombras el encuentro. Sin un acuerdo con África no habrá solución fácil a la inmigración clandestina ni Europa tendrá posibilidad de recuperar el terreno perdido en el continente ante China.
Pero el Tratado de Reforma será la tabla de medir de la presidencia. Si la Conferencia Intergubernamental (CIG) lo permite, el Tratado de Lisboa sustituirá antes de que acabe 2007 a la nonata Constitución europea, con lo que el país natal del presidente de la Comisión, Durão Barroso, será por muchos años la nueva capital de la UE. Eso si después no aparecen imprevistos para la ratificación en algún país. Pero para que eso suceda, primero hay que negociar la letra pequeña del tratado.
El primer ministro luso, Sócrates, asegura que el mandato es "preciso y claro", lo que permitirá que la Conferencia Intergubernamental pueda empezar sus trabajos preparatorios, tal como está previsto, el día 23. La variedad de interpretaciones que han surgido por la abundancia de pies de página y notas explicativas augura más trabajo de lo previsto para la presidencia portuguesa.
Según han advertido ya expertos como Javier Solana o el ex comisario europeo António Vitorino, la tarea no será fácil. Aunque la sustancia está acordada, falta la formulación concreta, y ahí Polonia e incluso el Reino Unido pueden querer abrir nuevas negociaciones.
La rapidez, en cambio, es muy necesaria. El texto debe ser ratificado por los 27 Estados en los 18 meses siguientes a su aprobación para entrar en vigor antes de las elecciones europeas de 2009. Así que Portugal convocará la CIG los próximos días 23 y 24 en Bruselas, los ministros de Exteriores aprobarán un borrador el 8 de septiembre también en Bruselas y la cumbre informal de jefes de Gobierno la sancionará el 18 y 19 de octubre en Lisboa. El Tratado deberá ser después formalmente firmado, en ceremonia solemne y también en Lisboa, antes de fin de año.
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