Latinoamérica advierte a la UE que los inmigrantes no deben pagar la crisis
Ambos bloques pactan que los delitos contra la humanidad no queden impunes
América Latina advirtió el martes a Europa contra la tentación de que la crisis económica en la que sigue inmersa la paguen los inmigrantes. Fue la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, portavoz del bloque latinoamericano, la que puso el tema sobre la mesa ya en la inauguración de la VI Cumbre Unión Europea-América Latina y Caribe. "Veo con mucha preocupación el trato discriminatorio que se está dando en algunos países, sobre todo en los más desarrollados, al colocar a los inmigrantes como un adversario a separar, cuando los inmigrantes hacen lo que los ciudadanos de esos países no están dispuestos a desempeñar", afirmó.
En plena polémica sobre la ley antiinmigración de Arizona y sin haberse disipado los recelos por la directiva de retorno de la UE, Kirchner llamó a "todos los países del mundo a que eviten leyes discriminatorias contra la inmigración". José Luis Rodríguez Zapatero, como presidente de turno de la UE y de un país que supera los cuatro millones de parados, de los que más de 600.000 son inmigrantes, aseguró compartir esa preocupación. "Nos responsabilizamos de ello", respondió.
Argentina llama a todos los países a "evitar leyes discriminatorias"
En la denominada Declaración de Madrid, los dos bloques regionales se comprometen a "fomentar la protección de los derechos humanos de todos los inmigrantes"; es decir, también de los irregulares, como querían los latinoamericanos, y se condenan las "prácticas debidas a la intolerancia y los prejuicios raciales". A continuación, como querían los europeos, se pide la adopción de medidas para combatir la inmigración ilegal.
El comunicado de la cumbre reafirma también el compromiso de acabar con la impunidad y se pide a los Estados que adopten medidas para que los delitos contra la humanidad, contemplados en el estatuto de la Corte Penal Internacional, "sean sometidos a la acción de la justicia".
Fuentes diplomáticas negaron que este párrafo, acordado hace meses, tenga relación con el procesamiento del juez Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo. No obstante, Kirchner, que el lunes se reunió con el magistrado, reiteró ayer su "aprecio personal y admiración profesional", y le elogió por haber convertido a España en "faro de los derechos humanos". Zapatero evitó entrar en polémica y se limitó a reiterar el derecho de los descendientes de las víctimas del franquismo a recuperar sus restos y rendirles tributo.
Tanto Zapatero como el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, se mostraron satisfechos de una cumbre "con resultados concretos". El principal de ellos fue el desbloqueo de la negociación comercial entre la UE y Mercosur, atascada desde 2004, pero también la rúbrica hoy de los acuerdos de libre comercio con Perú y Colombia, de un lado, y con los seis países centroamericanos (Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvador), de otro. Este último se cerró en la madrugada de ayer, una vez solventados los últimos flecos (relativos a los productos lácteos y la denominación de origen). Aunque el comercio de la UE con Centroamérica es reducido (6.690 millones de euros en 2009), su importancia radica en que es el primer acuerdo con un bloque regional, lo que ha obligado a los centroamericanos a superar rencillas internas.
Además, la Comisión Europea pondrá 125 millones de euros de subvención y facilitará la concesión de créditos por valor de 3.000 millones para financiar infraestructuras hasta 2013. La cumbre aprobó la creación de la fundación eurolatinoamericana, pero no se puso de acuerdo sobre la ubicación de su sede, que se disputan Alemania, Francia e Italia. "La decisión más importante que hemos tomado es no olvidarnos de Haití", proclamó Zapatero, en referencia a la conferencia de reconstrucción del país caribeño, prevista el 2 de junio en Santo Domingo. "Hemos logrado resultados, pero creo que no son suficientes", admitió, menos triunfalista, el chileno Sebastián Piñera.
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