Irán endurece el pulso con Occidente
Ahmadineyad ordena incrementar el enriquecimiento de uranio al 20%. El giro de Teherán refuerza la sospecha de que su programa nuclear tiene un objetivo militar
El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, ha ordenado a la Organización de la Energía Atómica de Irán (OEAI) que inicie la producción de uranio enriquecido al 20%, lo que le permitiría dar un paso más hacia la fabricación de armas atómicas. Si bien Irán necesita ese combustible nuclear para su reactor de investigación, ha puesto todo tipo de objeciones a la oferta de las seis grandes potencias (EE UU, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania) de facilitárselo a cambio del uranio que sus científicos han enriquecido al 5%. Más allá de la provocación a Occidente, el anuncio revela un giro político que refuerza las sospechas de que su programa atómico esconde un objetivo militar.
"Les dimos [a las potencias occidentales] un plazo de dos a tres meses para ese acuerdo. Empezaron un nuevo juego y ahora pido al doctor Salehí que se ponga a trabajar en la producción de combustible al 20% con las centrifugadoras", ha declarado Ahmadineyad dirigiéndose al director de la OEAI, Ali Akbar Salehí, durante una ceremonia para celebrar los últimos avances iraníes en tecnología láser.
No está claro que Irán tenga la capacidad para encapsular el combustible nuclear en los cilindros que necesita para su reactor de investigación, fabricado en EE UU hace 40 años. El propio Salehí ha tratado de quitar hierro al asunto. "El presidente nos ha dicho que estemos preparados para enriquecer uranio al 20% por si no aceptan un intercambio", ha explicado a la agencia Fars, aunque más tarde dijo a la cadena de televisión Al Alam que iban a empezar mañana, algo que técnicamente parece poco plausible.
El anuncio revela un giro en lo que hasta ahora se consideraba la política oficial iraní: que sólo enriquecería uranio al 20% si no lograba comprarlo fuera. Y ahí es donde entran en juego las sospechas occidentales y de muchos de los vecinos de Irán sobre los objetivos de su programa nuclear. Pese a las declaraciones ambiguas de sus portavoces, el Gobierno se ha negado a aceptar el intercambio que le proponían las seis potencias. Según la oferta que le hicieron en octubre Rusia y Francia se encargarían de reenriquecer hasta el 20% y encapsular 1.200 kilos del uranio poco enriquecido que Irán ha producido en violación de cinco resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. El plan suponía el reconocimiento implícito del derecho iraní al enriquecimiento, a cambio de alejar el riesgo de que Teherán siguiera enriqueciendo ese material hasta el 90% necesario para una bomba atómica, al menos durante el año que duraría el proceso.
La esencia del pacto, inicialmente aceptada por el negociador iraní, era sacar de Irán dos tercios de su producción de uranio durante un año. Pero la oposición interna que Ahmadineyad encontró le obligó a dar marcha atrás. Desde entonces, ha intentado salvar la cara tratando de poner la pelota en el tejado de la comunidad internacional mediante la sugerencia de modificaciones como que el uranio saliera en tandas de 400 kilos, que el intercambio fuera simultáneo y dentro de Irán o, en el último intento de seducción del presidente iraní, que el proceso se completara "en tres o cuatro meses".
Todas esas condiciones desvirtúan la esencia de la propuesta inicial, que es alejar el peligro de que Irán construya un arma nuclear. Sin embargo, ante la nueva ronda de sanciones que EE UU trata de promover en el Consejo de Seguridad, los portavoces iraníes han reforzado su ofensiva de mensajes positivos y subrayan su disposición al intercambio de combustible y la negociación, eso sí, en sus propios términos.
Otro elemento que choca con las supuestas intenciones pacíficas de los gobernantes iraníes es su continuo alarde de proezas armamentísticas. Tras lanzar durante el último año varios cohetes experimentales, algunos potencialmente capaces de transportar cargas nucleares, Teherán anunció el sábado el inicio de la fabricación en serie de los misiles Tufan-5 y Qaem. El primero es un proyectil tierra-tierra antiblindaje "capaz de destruir vehículos blindados, carros de combate y transportes de tropas", según el ministro de Defensa, Ahmad Vahidí. El segundo está destinado a la destrucción de objetivos aéreos a baja altitud como helicópteros.
Mientras, las autoridades están reforzando las medidas de seguridad ante la celebración, el próximo jueves, del 31º aniversario de la revolución islámica. Desprovista del derecho a manifestarse pacíficamente, la oposición va a aprovechar las concentraciones oficiales para volver a expresar su descontento con el Gobierno salido de las elecciones del pasado junio, que muchos iraníes consideran fraudulentas. "No vamos a tolerar la sedición", ha advertido el jefe de la policía, el general Esmail Ahmadi-Moghaddam.
En un intento de intimidar a los potenciales participantes, los medios oficiales han anunciado la detención de siete personas acusadas de pertenecer a la CIA por transmitir imágenes de las protestas. Según el comunicado del Ministerio de los Servicios Secretos, se trata de periodistas que colaboran con el servicio persa de la BBC o con Radio Farda (financiada por Estados Unidos). Varios de los detenidos en la última de ellas, el pasado 27 de diciembre, están siendo juzgados bajo acusaciones que llevan consigo la pena de muerte. Y dos de los 11 condenados por las revueltas del verano ya han sido ejecutados.
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