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Reportaje:CRISIS EN EUROPA | El referéndum en Holanda

Holanda también rechaza la Constitución

El 61,6% vota 'no' al tratado constitucional europeo con una participación del 62,8%

Isabel Ferrer

Tres días después de que Francia rechazara la Constitución europea, los votantes holandeses han hecho otro tanto. El no logró un 61,6% de los votos y el un 38,4%. El índice de participación fue del 62,8%. Cerca de 12 millones de electores estaban facultados para expresar su opinión. A pesar de los últimos intentos del Gobierno por animar a los indecisos, ha podido más el temor ante una ampliación brusca de la UE y la sensación de que la burocracia comunitaria es cara y distante. Contrariamente a lo ocurrido con los vecinos galos, el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, no tiene pensado dimitir. El Parlamento sí celebrará hoy un debate extraordinario para analizar lo ocurrido.

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"Aunque estoy decepcionado, los electores han expresado su opinión con claridad. La respeto y llevaré a Bruselas este mensaje. No hay duda de que la mayoría piensa que Europa se ha convertido en un asunto más para los políticos que para los ciudadanos", dijo ayer Balkenende, al conocerse la victoria del no.

El mandatario holandés aseguró que la ratificación del tratado debe seguir adelante en el resto de la UE, a pesar de lo ocurrido en Francia y en su propia tierra. "Debo recordar que este referéndum lo propuso el Parlamento, no el Gobierno. No supone una hipoteca política. Ha sido una consulta sobre Europa, no acerca de la labor gubernamental interna", puntualizó. Geert Wilders, diputado independiente cercano a la extrema derecha y amenazado de muerte por sus críticas al islam, declaró que Balkenende se equivocaba. "El primer ministro es un mal perdedor. Con eso de que continúe la ratificación comete el mismo error de antes. No escucha a la gente, ni siquiera cuando acaba de decirle lo que no quiere".

La derrota de la Constitución en suelo holandés, uno de los seis países fundadores de la Unión Europea, había sido anunciada por todos los institutos de demoscopia del país. El resultado no ha sorprendido, pero sí su amplitud y el elevado índice de participación. Sus repercusiones pueden ser ahora muy graves para el futuro de la UE.

Un sondeo "interesante"

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La Constitución debe ser ratificada por los 25 miembros, y Balkenende, que calificó de "interesante" uno de los últimos sondeos anunciando el descalabro, no tiene más bazas en la manga. Tampoco él dispone de un Plan B. Este referéndum, el primero en la historia de Holanda, no era vinculante. Ante el aumento del rechazo, el Ejecutivo y el Parlamento aseguraron que lo respetarían si el voto negativo resultaba abultado. Wouter Bos, líder de la oposición socialdemócrata y partidario de la Constitución, no se anduvo con rodeos sobre ese particular. "El tratado está muerto para Holanda. Ahora debemos recuperar la confianza del electorado. Creímos que había un consenso ciudadano sobre Europa y nos hemos equivocado", declaró.

Los partidarios del no estaban anoche eufóricos y repartieron sonrisas y apretones de manos a discreción. "Estoy encantado. El pueblo holandés no se ha dejado asustar por el desolador panorama pintado por el Gobierno si rechazaba la Constitución. Ni ha habido ni habrá guerra. Ha ganado la democracia", dijo Mat Herben, jefe de la Lista Pim Fortuyn. El partido fundado por el líder ultraconservador del mismo nombre, asesinado en 2002, pedía el no.

En el resto de grupos contrarios al tratado se apuntó que si Francia, Holanda y, posiblemente, el Reino Unido lo desechan "es que los europeos van en otra dirección a la marcada por Bruselas".

Encajado apenas el golpe, el primer ministro Balkenende tendrá que pasar ahora por un trance que deseaba evitar. Deberá acudir a la primera reunión de sus colegas comunitarios, prevista para este mismo mes, y anunciar formalmente que Holanda repudia la Constitución. Temía ese momento porque no quería parecer "un insensato por la pérdida de prestigio y de capacidad de maniobra que supondrá un voto negativo", como repitió ayer con los resultados en la mano. Empezó animando a sus conciudadanos a que no soltaran el carro comunitario, y acabó admitiendo la distancia que media entre el pueblo y sus gobernantes. En especial los destacados en Bruselas.

Los franceses llaman mandarines a los políticos que parecen ejercen su labor sin recordar que son servidores públicos. En Holanda se les denomina regentes. En su caso, el punto autoritario del término es sustituido por el desdén con que se han sentido tratados la mayoría de los partidarios del no en la consulta comunitaria.

Frases como: "La Constitución es demasiado compleja para una consulta". O bien: "Más vale no votar si no se sabe bien qué se hace", ambas pronunciadas en el seno del Gobierno, han reforzado la desazón popular. "En Bruselas hay unos tipos muy bien pagados que nunca aparecen por Holanda. Cuando lo hacen, se dan unos aires considerables. La UE nos cuesta muy cara y ya es hora de que nos escuchen", decía a primera hora de la mañana Tom, dueño de un puesto de bocadillos situado en una transitada esquina del centro de La Haya. Su opinión era compartida por la mayoría de los ciudadanos que pensaban votar en contra, según repetían las encuestas.

El temor a la adhesión de Turquía ha sido otro de los caballos de batalla del campo del no. Los electores se quejaban de que su posible presencia en la UE ha sido negociada a sus espaldas. Al final se ha convertido en la cuestión que mejor ilustra la incomunicación entre votantes y políticos. "Se puede ser uno mismo y además europeo sin apoyar la Constitución. No es la única forma de seguir adelante en la UE. Eso es un paternalismo que costará muy caro", señalaba ayer poco después de votar cerca de su domicilio en Rotterdam, Manon, una estudiante de informática de 22 años.

Miembros del Partido Socialista Holandés celebran la victoria del <i>no</i> en Amsterdam.
Miembros del Partido Socialista Holandés celebran la victoria del no en Amsterdam.REUTERSAP
El primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, tras conocer el resultado.
El primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, tras conocer el resultado.

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