Gadafi desmiente los rumores sobre su exilio
El dictador libio comparece unos segundos en televisión y carga contra la prensa extranjera. - El Ejército emplea artillería pesada contra los manifestantes horas después de que el ministro de Justicia anuncie su dimisión por el "uso excesivo de la fuerza". - El régimen pierde el control del este del país. -Deserciones de políticos y jefes del Ejército
El dictador libio, Muamar el Gadafi, ha hecho esta madrugada una clara demostración de fuerza y ha demostrado que se resiste a dejar el poder pese a las protestas. "Estoy en Trípoli, no en Venezuela como afirman esas emisoras televisivas de perros", dijo ayer Muamar el Gadafi, famoso por su afición a los discursos. Ataviado con un paraguas y desde el interior de un coche, el general libio hizo anoche su primera aparición pública desde que estallaron las revueltas, que la televisión Al Yazira calcula que han dejado unas 250 víctimas en el país. No ha huido del país, intentaba dejar claro.
"Quería decirle algo a los jóvenes que están en la plaza Verde [en Trípoli] y quedarme con ellos hasta tarde", continuó, "pero empezó a llover. Eso es algo bueno, gracias a Dios". Y con esas pocas palabras cerró el discurso. Menos de medio minuto retransmitido por la televisión pública que, en opinión de Gadafi, ha debido de servir para responder a todas las peticiones internacionales de que detenga la ola de violencia lanzado contra los manifestantes. Con una de las intervenciones públicas más lisérgicas que se recuerdan, el general abofeteó todas las expectativas que había generado en los libios la publicitada aparición.
Seis días después de que se iniciaran las protestas, el régimen se tambalea. Pero las que pueden ser las últimas horas del líder más antiguo de un país africano -lleva casi 42 años en el poder- se están desarrollando en medio de un baño de sangre. Durante todo el día de ayer se cumplieron las peores amenazas pronunciadas por el régimen libio contra los manifestantes. Todas las informaciones procedentes de Trípoli apuntan que desde helicópteros y también aviones militares se está ametrallando e incluso lanzando bombas a los manifestantes, a los que además se reprime en las calles con carros de combate. Primero les tocó el turno a los distritos de Tajura y Fashlum y, al caer la noche, al barrio residencial de República. Las cifras de muertos, ninguna de ellas confirmada, se disparan.
La información relativa a los bombardeos aéreos fue desmentida por Saif el Islam, hijo del coronel Gadafi, en declaraciones a la agencia oficial Jana transmitidas luego por la televisión nacional en un mensaje sobreimpreso en pantalla. "Las Fuerzas Armadas han bombardeado depósitos de armas situados en zonas alejadas de concentraciones urbanas", afirmó Saif el Islam, quien desmintió "informaciones según las cuales las Fuerzas Armadas han bombardeado las ciudades de Trípoli y Bengasi".
La comunidad internacional, con Naciones Unidas al frente, ha pedido el cese de la violencia y varias empresas y países (EE UU, entre otros) han anunciado la evacuación del personal no esencial. La ONU ha anunciado que el Consejo de Seguridad se reunirá a puesrta cerrada hoy para debatir el asunto. El Ministerio de Exteriores español urge a abandonar el país y desaconseja todo viaje a la república árabe.
Disidencias en el régimen
Mientras, un grupo de oficiales del Ejército libio han urgido en un comunicado a los soldados que "se sumen al pueblo" y contribuyan a la marcha de Gadafi, informó anoche Al Yazira. La televisión señaló además que los militares han pedido a las tropas que marchen hacia Trípoli para incrementar la presión sobre el dictador, informa Reuters.
Los datos fragmentarios sobre lo que es probablemente una gran matanza de civiles llegan a través de los testimonios que recogen las televisiones árabes, sobre todo Al Yazira; de las ONG de derechos humanos y también, sin pulir, a través de Internet, que, curiosamente, volvió a funcionar en parte del país, así como los teléfonos móviles. Sea cual sea la cifra final, parece ya evidente que será en el país menos poblado del norte de África (6,3 millones de habitantes) donde más habrá corrido la sangre.
"Lo que estamos presenciando hoy es inimaginable. Aviones y helicópteros militares están bombardeando un barrio tras otro", aseguraba por teléfono a Reuters Adel Mohamed Saleh, un hombre que se declara activista anti-Gadafi. Según Saleh, los bombardeos se han estado sucediendo "cada 20 minutos" produciendo "muchísimos muertos". Según testigos del grupo Feb17voices, un colectivo que está haciendo llamadas a ciudadanos libios y colgando los audios en la Red para dar testimonio de lo que está pasando, el caos se extiende por la capital.
Trípoli, donde la Fuerza Aérea intentaba aplastar la rebelión civil, ha sido prácticamente la última aglomeración urbana alcanzada por la oleada de protestas, que arrancó el martes pasado en Bengasi, la segunda ciudad del país (un millón de habitantes), y se propagó de este a oeste. La Federación Internacional de Derechos Humanos proporcionó incluso una lista de las ciudades liberadas por los manifestantes, que encabeza Bengasi seguida por Musratha, Tobruk y Sirte.
En paradero desconocido
Cuando Saif el Islam, el hijo designado por Gadafi para sucederle, pronunciaba, el domingo por la noche, un discurso por televisión, se produjeron en Trípoli los primeros enfrentamientos serios. La intervención de Saif el Islam, en la que advirtió del peligro de una guerra civil, tuvo un efecto contraproducente. No amedrentó a los manifestantes, sino todo lo contrario. Los choques se generalizaron ayer en la capital, en la que fueron quemados al menos dos edificios públicos, entre ellos la sede de la televisión y varias comisarías y locales oficiales y de los comités revolucionarios del régimen.
Gadafi estuvo todo el día en paradero desconocido hasta que llegó el momento del discurso televisivo. Su hijo Saif, que no desempeña ningún cargo, parece haber cogido las riendas. Ayer volvió a hablar en televisión y se mostró algo más flexible. Prometió abrir "una investigación" sobre el uso de la violencia, que será presidida por un juez libio.
Si Gadafi sigue aún en el país, como pretendió transmitir con su mensaje, otros se van o renuncian a servirle. Es el caso de dos pilotos de la Fuerza Aérea que llegaron a la vecina isla de Malta y pidieron asilo. Es también el caso del ministro de Justicia, Mustafá Abdelijali, que dimitió para protestar por el "uso desproporcionado de la violencia" contra los manifestantes. Y de una retahíla de diplomáticos que dimiten en cascada, como el embajador adjunto de Libia ante la ONU y su equipo, lo que demuestra la descomposición del régimen.
El Ejército egipcio ha decidido movilizar a sus militares a la frontera con Libia por temor a una oleada de víctimas por las revueltas. Los hospitales tunecinos más cercanos a la frontera recibieron refuerzos para atención sanitaria.
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