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Fukushima, el estado de la cuestión

Japón admite que tardará meses en detener la fuga de radiactividad.- El caso de la central nuclear deja dudas sobre las consecuencias, los trabajos y la información suministrada

El accidente de Fukushima I ha sacudido los cimientos de la industria nuclear y ha dejado al descubierto debilidades de un sistema que se vendía como invulnerable. Más de tres semanas después del terremoto del 11 de marzo, Japón, la tercera economía del mundo, admite que tardará meses en detener la fuga de radiactividad. El caso deja dudas sobre el diseño de las nucleares, la respuesta de Japón, la actuación del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) y pinta de negro el pretendido renacer atómico.

- La emisión. Cada día que pasa los ingenieros que intentan estabilizar la central nuclear de Fukushima se enfrentan a nuevos retos, que sitúan el fin de la peor crisis atómica que ha sufrido el mundo desde Chernóbil (Ucrania, 1986) en un horizonte lejano. Tepco, la compañía propietaria de la planta japonesa, aseguró el sábado pasado que había descubierto una grieta de 20 centímetros en un foso de contención de hormigón en el segundo reactor de los seis que tiene la central, por la cual se está fugando agua con gran radiactividad al mar. Los intentos de sellar el foso fracasaron ayer. Tras rellenarlo de hormigón, el agua continuó filtrándose al océano, y los técnicos están intentando ahora bloquear con polímeros absorbentes las tuberías a través de las cuales llega el líquido a la estructura.

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Una de las prioridades ahora de los ingenieros es cerrar la grieta del foso de contención para evitar que continúe llegando la radiactividad al mar. "No podemos bajar la guardia porque la situación en la planta nuclear es impredecible", dijo ayer Yukio Edano, portavoz del Gobierno. Se da por hecho que el agua que se fuga del foso es la responsable de los altos niveles -hasta 4.385 veces el límite legal- de radiación que han sido detectados en el océano junto a la planta.

- Los evacuados. La preocupación por la radiactividad tiene sumida a parte de la población japonesa en un estado de ansiedad. Tres semanas después del peor terremoto que ha sufrido el país desde que comenzó a registrar datos hace 140 años, más de 165.000 personas siguen viviendo en refugios, 260.000 hogares no tienen agua corriente y 170.000 siguen sin electricidad. Un total de 11.828 personas murieron por el seísmo y el tsunami, y otras 15.540 continúan desaparecidas, según las últimas cifras oficiales. Hartos de la situación, algunos residentes de la zona de exclusión de 20 kilómetros alrededor de la central, que fueron obligados a dejar sus casas, han evitado los controles y han regresado para comprobar el estado de sus casas.

Un total de 25.000 soldados japoneses y estadounidenses, apoyados por aviones, helicópteros y barcos, continuaron por segundo día la operación de búsqueda en tierra y en el mar de las más de 15.000 personas que continúan desaparecidas, pero sólo recuperaron 32 cadáveres. En Ishinomaki (prefectura de Miyagi), 50 submarinistas inspeccionaron el río Kitakami.

- La información. Tepco dijo que se trata de dos jóvenes de 21 y 24 años, que habían sufrido múltiples heridas externas y que probablemente habían fallecido a causa de la pérdida de sangre. "Es doloroso que estos dos jóvenes trabajadores estuvieran intentando proteger la planta cuando fueron golpeados por el terremoto y el tsunami", dijo Tsunehisa Katsumata, presidente de la compañía eléctrica. Los cuerpos han tenido que ser descontaminados, debido a los altos índices de radiación existentes en la central, que han obligado en numerosas ocasiones a los equipos de emergencia a retirarse y suspender los trabajos. La prensa ha arremetido contra Tepco y ha preguntado por qué no habían sido encontrados los trabajadores hasta pasadas casi tres semanas del desastre y cómo es que fallecieron mientras realizaban chequeos en la central después de que se produjera el terremoto, cuando otros sobrevivieron.

Tepco -y en general la industria atómica- acumula un largo historial de oscurantismo. En este caso, el retraso en la información ha irritado a países del OIEA. Francia y EE UU han admitido en público que tenían poca información. "Esta es una de las cosas que habrá que analizar y cambiar pero no es el momento", explica una fuente del CSN. El primer ministro, Naoto Kan, ha prometido transparencia en tres ocasiones. Pero lo cierto es que Tokio ha minimizado el accidente. Primero lo calificó como nivel 4 (en la escala INES, que va de 0 a 7) y tardó cinco días en darle un nivel 5. Harrisburg, en 1979, recibió un 5, y Chernóbil, un 7.

- Las consecuencias. La industria nuclear comenzaba a salir del letargo en el que quedó sumida tras Harrisburg y Chernóbil. Aunque había muchas más palabras que proyectos en firme para construir nucleares, la opinión pública estaba virando a favor de la opción atómica. En Japón, Alemania, Italia, Tejas (EE UU) y Chile ya han suspendido planes para construir plantas o para alargar la vida de las existentes. La UE ha anunciado una revisión de seguridad del parque nuclear que, previsiblemente, llevará a nuevas inversiones en las plantas. Además, los requisitos de seguridad para las nuevas centrales encarecerán los proyectos. Fukushima puede ser -falta tiempo para saberlo- el tropezón definitivo.

- El precedente. El 16 de julio de 2007, a las 10.13, un terremoto de 6,8 en la escala de Richter sacudió la costa este de Japón. El seísmo superó las bases de diseño de la nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, la mayor del mundo, siete reactores nucleares frente a la costa y operado por la eléctrica Tokyo Electric Power (Tepco). La aceleración medida en la tierra fue de 680 metros/segundo2. Las bases de diseño en el reactor 1, por ejemplo, solo contemplaban un terremoto con una aceleración de 273.

La nuclear estaba a solo 16 kilómetros del epicentro del terremoto. Tres de los reactores -3, 4 y 7- estaban en funcionamiento y pararon con el temblor. Hubo un incendio en un transformador y los bomberos tuvieron dificultades para controlarlo por problemas en las conducciones de agua.

Según el informe de la agencia nuclear japonesa (NISA) de 2009, "el terremoto desbordó las piscinas de combustible en todos los reactores y, en la unidad 6, agua [radiactiva] se filtró al ambiente". Tepco informó con retraso del escape. NISA mantuvo cerrados los reactores años (han abierto escalonadamente) y pidió a Tepco que revisara la seguridad de sus nucleares contra terremotos.

El caso es asombrosamente similar al de Fukushima. Fue el aviso de lo que podía ocurrir, pero Japón no aprendió. Era la primera vez que la industria nuclear veía cómo las bases de diseño de una central se veían superadas.

- El diseño. Fukushima está en un lugar imposible. En la zona con más actividad sísmica del planeta, sus seis reactores están semienterrados en la costa. Estaba diseñada para resistir un terremoto de magnitud 7 y un tsunami de 5,7 metros. El terremoto del 11 de marzo fue de 9 y el tsunami que llegó de 10 metros. "El diseño fue optimista", ha admitido Tepco, su forma de reconocer un grave error de diseño.

- La pérdida de suministro. Tras el terremoto, los tres reactores que estaban en funcionamiento pararon como corresponde a un terremoto. De forma automática, unas barras de control se introducen entre las barras de combustible y frenan la reacción. Sin esa operación, el accidente habría sido mucho mayor. El seísmo dejó a la central sin suministro eléctrico. Cuando una nuclear está en funcionamiento es independiente, pero cuando está parada necesita sí o sí electricidad externa para enfriarse. Sin luz, comenzaron a funcionar los generadores diésel de emergencia. Pero el tsunami posterior arrambló con ellos. La central quedó solo con unas baterías, el segundo sistema de emergencia, pero solo duran unas horas. "Hay que revisar los sistemas para casos en los que se pierde el suministro eléctrico. Fukushima ha demostrado que los generadores diésel no siempre son suficientes", dice una fuente del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

- Los trabajos y los trabajadores. Junto a la central, "los niveles de contaminación tienden a descender levemente, aunque siguen siendo elevados y, en la zona de los reactores 3 y 4, extremadamente altos", según el CSN. Japón ha elevado la dosis (de 100 milisievert al año a 250) que pueden recibir los llamados héroes de Fukushima. "Diecisiete trabajadores han recibido dosis de entre 100 y 180 milisievert", según el OIEA. En una zona con agua en la que se contaminaron dos empleados, midió dosis de "400 milisievert por hora", lo que implica que en un cuarto de hora un trabajador recibiría la dosis de un año.

Texto elaborado con información de Rafa Méndez y Jose Reinoso.

Un técnico esparce resina sintética en el suelo de Fukushima.
Un técnico esparce resina sintética en el suelo de Fukushima.REUTERS

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