"Evo Morales tiene al país preso de sus prejuicios"
Carlos Mesa (La Paz, 1953), historiador y periodista, fue presidente de Bolivia entre octubre de 2003 y junio de 2005. Renunció superado por los acontecimientos: su propuesta de Ley de Hidrocarburos fue la gasolina que llevó a Evo Morales al poder meses más tarde. De visita en Madrid, Mesa considera volver a la política para luchar contra la polarización —"con Evo o contra Evo"— que domina la escena boliviana.
Pregunta. Tres años después de Evo Morales, ¿cuál es su balance?
Respuesta. El balance positivo es que sin duda el presidente Morales marca un antes y un después en nuestra historia. Que un presidente indígena haya llegado finalmente al Gobierno implica un proceso de inclusión muy significativo. Es positivo el hecho de que el presidente haya planteado la necesidad del cambio y también lo es que el Estado recupere un espacio de responsabilidad en el manejo de los recursos y frente a la inversión externa. Pero lamentablemente, las sombras son bastante mayores que las luces. Es un Gobierno que tiene un grave déficit de gestión. La inclusión es un desafío, pero las autonomías y la descentralización también lo son y ése ha sido el punto de quiebra y de ruptura entre Gobierno y oposición. Y uno de los problemas mayores: es un Gobierno autoritario en su concepción y en su desarrollo, caudillista y confrontacional. El país debió tener un presidente que le dijera: "Estoy dispuesto y quiero construir el futuro con blancos, indios y mestizos", y que no le dijera: "El mundo occidental es portador de valores negativos y el mundo indígena es portador de valores positivos".
P. Falta un mes para el referéndum revocatorio con una Bolivia fracturada. Hay siete gobernadores que han declarado su oposición al Gobierno de Evo. ¿Qué va a pasar?
R. La idea de que en Bolivia se pudiera producir una ruptura política y una división del país no está en el escenario. El sustrato de esa idea, que es la posibilidad de una guerra civil, tampoco existe. Lo que sí creo es que vamos a vivir enfrentamiento, violencia. Un país como Bolivia es de explosiones violentas, muy cortas pero muy intensas, y estamos en un empate político, de proyectos nacionales que no tiene visos de resolverse. El problema de Bolivia es una crisis de Estado, no de Gobierno.
P. ¿Bolivia está aprovechando este momento de altos precios de las materias primas, de inversión, de remesas?
R. Definitivamente, no. Bolivia está desaprovechando un momento económico que es el mejor, probablemente, en los últimos 60 ó 70 años. Y lo está desaprovechando porque la política energética, que es nuestro punto más importante, es pésima, incoherente. El nivel de inversión extranjera en Bolivia es el más bajo en América Latina y los requerimientos de la inversión para desarrollar el ámbito energético son muy altos. Bolivia apenas cubre su obligación de exportar gas a Brasil y no cubre ni la mitad del contrato firmado con Argentina. El presidente jugó mediáticamente a una nacionalización que no hizo. Evo Morales no nacionalizó nunca a una empresa petrolera importante. Sin embargo, la idea de la nacionalización cuajó dentro y fuera de Bolivia, lo que espantó a los inversionistas porque las condiciones son de gran incertidumbre. El presidente cree que la inversión extranjera es mala y que la integración en mercados globalizados es un concepto equivocado.
P. ¿Tiene al país preso de sus prejuicios ideológicos?
R. Evidentemente, tiene al Gobierno preso de los prejuicios ideológicos y, en consecuencia, al país. La integración al mundo globalizado no es necesariamente rendirse ante el imperialismo y la descentralización y las autonomías no es necesariamente quebrar la unidad de Bolivia. La teoría de esa utopía estatista, de que el Estado propietario de los recursos garantiza la lucha contra la pobreza y mejores ingresos, tampoco es una cosa matemática; lo que no quiere decir que no sea positivo que el Estado recupere un espacio y una responsabilidad que había perdido.
P. ¿Sigue siendo tan fuerte la influencia de Chávez?
R. Sí, lo que ha cambiado es la alta exposición. El presidente Chávez se ha dado cuenta de que ha sido contraproducente y ha generado un rechazo mayoritario en Bolivia. Hoy día hay una fuerte influencia (de Chávez), pero de perfil más bajo. Lo que ocurre es que la política exterior boliviana está absolutamente condicionada por la venezolana.
P. En Europa hay una cierta fascinación con la causa indigenista. ¿Bolivia es un país tan indio como se dice?
R. Europa tiene que romper el problema de su mala conciencia y su visión roussoniana de Evo Morales, que es terriblemente perniciosa, y juzgarlo por si es buen o mal presidente, independientemente de su color. Bolivia es un país con una gran presencia indígena. Desde un punto de vista étnico y racial, si usamos el término, podemos pensar que el 45% de los bolivianos son indígenas. Pero ésa es una lectura inaceptable. Juzgar las características de un país por su origen étnico lleva al peligro de suponer que tienes que hacer una Constitución para los indígenas y entonces hacer lo que se intenta combatir: una Constitución con un plus indígena y no en la búsqueda de la igualdad. El principio básico de un ciudadano, un voto, la libertad individual y el criterio de la conciencia individual como algo fundamental, creo que es un aporte occidental del cual no debe renegar.
P. ¿Qué opinión le merece la directiva de retorno aprobada por el Parlamento Europeo?
R. Independientemente de lo que haya decidido Europa, yo hubiese esperado de España una posición de no aceptar en el voto el condicionante de volver. España tiene un compromiso histórico con América Latina y tiene que entender que es tan europea como latinoamericana. España no se explica sin América Latina, sin la migración española a América Latina, sin 400 años de presencia allí, independientemente de los juicios de valor. En consecuencia, hay un imperativo no sólo moral sino de identidad e integración de visión que España debe representar en Europa en torno al tema de la migración, y no lo ha hecho. Puedo entender complejidad del problema y las dificultades que enfrentan España y los países europeos para tratar racionalmente el tema de la migración pero mi impresión es que la directiva, aún con los matices que me han explicado las autoridades españolas, es excesivamente dura.
P. ¿Qué le parece la política exterior hacia América Latina del Gobierno de Zapatero?
R. Es una política correcta, en la que hay una doble lectura: respaldo y presencia española, inversión y un enfoque de aporte español, incluso desde el punto de vista tecnológico y de innovación. Eso es bueno y no tiene que ver exclusivamente con el Estado. Y desde el punto de vista de la presencia estatal, hay una idea muy importante de lucha contra la pobreza, de compromiso con la cohesión social y de una visión progresista. Por eso encuentro una paradoja en el tema de la postura española en la cuestión de la migración. Yo me suscribo a la visión del Gobierno del presidente Rodríguez Zapatero, en términos generales, en torno a América Latina.
Las FARC y la crisis de la 'línea Chávez'
"Una derrota de las FARC implicaría un momento de inflexión en lo que parecía un giro de América Latina hacia posiciones de izquierda", según el ex presidente boliviano Carlos Mesa.
"No solamente es el tema de las FARC. Lo que parecía un momento de acorralamiento del presidente Uribe ha girado 180 grados con los últimos acontecimientos de Ecuador y la liberación de la señora Betancourt. Por otro lado, nadie puede negar que el presidente Chávez enfrenta problemas: está debilitado y hay quien piensa que ha comenzado un declive. La presidenta Fernández ha entrado en un momento de tensión. Y el presidente Morales está absolutamente atrapado en un empate catastrófico porque su imposibilidad de aceptar que las regiones tienen demandas legítimas que él tiene que atender".
En consecuencia, añade Mesa, "el cuadro global de los Gobiernos de izquierda, o de la línea que propone el presidente Chávez, está enfrentando más rápidamente de lo previsto una situación crítica. En el otro lado, un Gobierno que parecía el ahijado más evidente del presidente Bush ha mostrado una vitalidad y una capacidad de reacción muy grande que le ha dado al presidente Uribe un espacio protagónico en América Latina". Ello plantea una pregunta sobre el futuro, apunta Mesa. "¿América Latina continuará girando hacia la izquierda o lo que está pasando en Colombia puede marcar un momento de reflexión en el conjunto del continente? Hay casos como el de México y Perú, adicionalmente, que están planteando respuestas alternativas y, finalmente, las posiciones que me parecen más razonables, encargados por el presidente Lula y la presidenta Bachelet en lo que debiera ser un camino político-económico en América Latina.
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