Estados Unidos bombardea Afganistán
Bush lanza un primer ataque con aviones y misiles contra tres ciudades afganas
La guerra, una guerra larga, comenzó anoche. "Hoy nos centramos en Afganistán", anunció George W. Bush, "pero la batalla es más amplia". "Éste es un momento de la máxima gravedad para el mundo", dijo Tony Blair. El presidente de Estados Unidos y el primer ministro británico ordenaron a sus fuerzas que lanzaran un primer bombardeo masivo que destruyó objetivos en varias ciudades afganas con el propósito, según Bush, de impedir que el país siguiera siendo "utilizado como base de los terroristas" y "para atacar la capacidad militar de los talibán".
El presidente de Estados Unidos recordó que dos semanas atrás había planteado una serie de exigencias al régimen de Kabul. Poco después de los devastadores atentados del 11 de septiembre, cuya organización se atribuyó a Osama Bin Laden, súbdito saudí refugiado en Afganistán, la Casa Blanca pidió que todos los terroristas fueran entregados y se cerraran sus campamentos. "Ninguna de esas demandas fue satisfecha. Los talibán pagan ahora por ello", sentenció.
El momento más temido desde que cayeron las Torres Gemelas llegó a las nueve menos cinco de la noche en Afganistán, las seis y veinticinco en la península Ibérica. El cielo afgano se iluminó abruptamente con las estelas de los misiles lanzados desde submarinos estadounidenses y británicos y desde bombarderos de largo alcance B-1, B-2 y B-52, a los que se sumaron cazabombarderos de los portaaviones estacionados en la región.
El objetivo principal de la campaña, Osama Bin Laden, dejó por una vez de ser una sombra. Habló ante las cámaras de la televisión árabe Al Yazira desde un lugar desconocido, supuestamente en Afganistán, y animó a todos los musulmanes a sumarse a la "guerra santa". "El mundo", dijo, "se divide desde hoy en dos bandos, el de los creyentes y el de los infieles, y todos los musulmanes deben defender su religión". El dirigente de la red terrorista Al Qaeda, cuyo mensaje fue probablemente grabado mucho antes de que comenzaran los bombardeos, quizá poco después del 11 de septiembre, lanzó una amenaza directa contra Estados Unidos: "Dios da a América lo que se merece. Juro por Dios que América no se sentirá segura mientras nosotros, en nuestro territorio, en Palestina, no nos sintamos seguros".
En un discurso a sus conciudadanos pronunciado poco después del inicio de los bombardeos, Bush explicó en líneas generales la estrategia militar que había diseñado junto al Estado Mayor de su ejército. Subrayó de forma especial que la guerra no era librada en solitario por Estados Unidos: "Participa en esta operación nuestro amigo más sólido, Gran Bretaña. Otros buenos amigos, incluyendo Canadá, Australia, Alemania y Francia, aportarán fuerzas a medida que la operación se desarrolle".
Llevarles ante la justicia
"Más de 40 países en Oriente Próximo, África, Europa y Asia nos han garantizado su espacio aéreo y aeropuertos. Muchos más comparten información. Nos vemos apoyados por la voluntad colectiva del mundo". También indicó que la oleada de bombardeos no era más que el movimiento inicial de la guerra. "Los terroristas", continuó, "pueden ocultarse en cuevas profundas o en otros escondites, pero nuestra acción militar está diseñada para despejar el camino a nuevas operaciones, sostenidas, globales e incesantes, para sacarles de ahí y llevarles ante la justicia".
Estados Unidos dispone en las proximidades de Afganistán de una cantidad no revelada de unidades de operaciones especiales. La misión de los comandos debería consistir, en los próximos días, en infiltrarse en pequeños grupos dentro de territorio afgano para estrechar el cerco en torno a Bin Laden y los dirigentes talibán. Serán misiones de altísimo riesgo. Según Bush, el bombardeo, que podría durar muchas horas, si no días, se dirigió contra objetivos "cuidadosamente seleccionados".
Esta es una guerra sin precedentes, y uno de sus elementos novedosos es que Estados Unidos simultaneará las operaciones militares con el auxilio a la población y con una campaña de información con la que se tratará de convencer a los afganos de que no se les considera enemigos.
El miedo estuvo omnipresente en las tensas declaraciones iniciales de una guerra cuyo desarrollo futuro resulta imprevisible. Bush habló de miedo, y también lo hizo Bin Laden. "Sé que muchos americanos sienten miedo hoy", reconoció el presidente. "Desde el 11 de septiembre, toda una generación de jóvenes americanos ha aprendido el precio de la libertad, y el sacrificio que cuesta defenderla".
Cuando la noticia se extendió por los estadios de todo el país, en plena jornada deportiva, las multitudes empezaron a cantar "América, América". "Estados Unidos tiene miedo", proclamó con alborozo Bin Laden, para añadir que los estadounidenses estaban "probando sólo una pequeña parte de lo que nosotros, los musulmanes, hemos estado sufriendo durante décadas, durante más de 80 años".
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