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La nueva Casa Blanca

EE UU movilizará 1,5 billones para intentar evitar la catástrofe financiera

Wall Street reacciona con decepción al proyecto y retrocede el 4,6%

Marcar el principio del fin de la carnicería financiera y restaurar la confianza para que vuelva a circular el crédito. Con esta intención, el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, informó ayer de su estrategia para utilizar los 350.000 millones de dólares (270.000 millones de euros) que todavía quedan en el fondo de estabilidad financiera aprobado por el Congreso el año pasado para atajar la crisis. Sin entrar en detalles ni cifras precisas, el titular del Tesoro plantea actuar por tres vías para movilizar hasta dos billones de dólares (1,5 billones de euros), procedentes del Tesoro, de la Reserva Federal y de inversores privados, para evitar la catástrofe financiera.

Se intentará que el sector privado ayude al saneamiento de la banca en apuros
La Reserva Federal impulsará el crédito para el consumo y las empresas

Pero Wall Street se atragantó con el plan Geithner. Las medidas fueron recibidas con un retroceso del 4,6% al cierre de sesión, por la falta de detalles. Los analistas más críticos están convencidos de que los bancos tienen un importante problema de solvencia (y no sólo de liquidez) y dudan que el nuevo plan sirva para impulsar la profunda reestructuración que el sistema necesita. Geithner defendió su propuesta: "A menos que restauremos el crédito, la recesión será profunda y duradera, y causará más daño a las familias y negocios".

Una de las grandes novedades de este plan es asegurarse de que el sector privado se implique en el proceso de limpieza de los balances de los bancos comprando deuda de mala calidad, es decir, los llamados activos tóxicos. Así, se creará un fondo de inversión público-privado (una especie de banco malo) cuyo objetivo será facilitar la compraventa de hasta 500.000 millones de dólares de activos tóxicos. Si es necesario, el programa se ampliará a un billón. Se ofrecen, en paralelo, garantías para respaldar las pérdidas que puedan sufrir esas inversiones.

Otra de las medidas anunciadas ayer consiste en extender de 200.000 millones a un billón de dólares el programa de créditos para empresas, estudiantes y consumidores de la Reserva Federal. Además, el Tesoro ultima un plan de 50.000 millones de dólares para ayudar a las familias con dificultades a pagar la hipoteca y evitar el embargo.

Los bancos con problemas recibirán ayuda directa si son solventes. Habrá una nueva ronda de inyecciones de capital procedente de las arcas públicas, aunque se impondrán criterios más restrictivos a las entidades (límites en los dividendos, política de compras y salarios de los directivos). El propósito de esta medida es identificar quién puede seguir recibiendo ayuda sin que eso suponga un riesgo para el dinero público.

El problema es que este mecanismo topa con las crecientes dificultades de solvencia de las entidades financieras. Según el Fondo Monetario Internacional, las pérdidas potenciales de los bancos por los créditos contraídos en Estados Unidos alcanzan ya los 2,3 billones de dólares, frente a los 1,4 billones de octubre pasado. Se calcula que la mitad de esas pérdidas se producirán en bancos ubicados fuera de Estados Unidos, sobre todo en Europa.

Se cree que los activos contaminados rondan los 1,5 billones de dólares, sólo en Estados Unidos. El problema de ahora es cómo valorar los activos sin liquidez que están al margen del mercado. ¿Quién les pone precio?

Hasta ahora se estaban haciendo inversiones de dinero público para recapitalizar los bancos a cambio de que el Gobierno recibiera acciones preferentes. Por esta vía, el Tesoro movilizó 294.000 millones del fondo de estabilidad financiera hacia 317 entidades. El total presupuestado, según lo aprobado por el Congreso en octubre, era 700.000 millones, de los que queda la mitad por utilizar.

El sector financiero está en un complicado cruce de caminos. El plan presentado por el Tesoro tiene como objetivo hacer encajar las piezas de este complejo rompecabezas para volver a poner el crédito en circulación tras 18 meses congelado. Una misión difícil que trata de evitar que se repita un colapso como el de Lehman Brothers, que reverbere por el sistema financiero y haga permanente la recesión.

"Para algunos bancos, habría sido mejor la nacionalización", afirma Joseph Keating, de RBC Private Asset Management en Birmingham (Alabama), informa la agencia Bloomberg. "La falta de claridad de este plan tiene preocupado al mercado", añade.

Geithner advirtió ayer que poner en marcha estas medidas "será caro, tendrá riesgos y llevará tiempo" ver los beneficios. "Pero el coste de no hacer nada es incalculable", remachó. Los inversores se preguntaban en Wall Street si el plan logrará revertir la mayor crisis financiera desde 1929.

Geithner, tras anunciar el plan de rescate financiero en el Departamento del Tesoro, en Washington.
Geithner, tras anunciar el plan de rescate financiero en el Departamento del Tesoro, en Washington.AFP

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