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Reportaje:

Cuba hace agua

La dejadez, la falta de estímulos y la carencia de recursos sumen en el desastre las infraestructuras de la isla

El pasado 8 de enero, los viajeros que utilizaron la terminal tres del aeropuerto internacional de La Habana se quedaron perplejos al ver las imágenes que ofrecía el sistema de televisión interna de la instalación. Junto a conciertos de música salsa, propaganda turística, bailes en el Tropicana e imágenes de archivo de la revolución, el canal dedicaba espacios importantes a anunciar las bondades de la compañía Air Comet, líder en precios y en comodidad en sus rutas, según el comercial.

La empresa, en concurso de acreedores desde semanas antes, dejó en tierra a cientos de pasajeros en Cuba y provocó casi un motín en el Consulado español, pero nadie en el aeropuerto se molestó en retirar los anuncios de la compañía. "A la gente le da lo mismo ocho que ochenta: nadie está motivado a hacer las cosas bien", resumía un empleado. Y decía más: "La verdad es que, por desgracia, en Cuba ya hemos perdido hasta el hábito de trabajar".

La red de tuberías no ha recibido mantenimiento en medio siglo

La anécdota es un ejemplo más de los males de la Cuba socialista. Si es así en el aeropuerto, donde los empleados tienen posibilidad de desviar recursos y resolver propinas en divisas, es fácil imaginar lo que ocurre en otros sectores.

La magnitud de la dejadez y del desastre, agravados por la escasez de recursos y más aún por la falta de estímulos, es evidente. Y se muestra incluso en reportajes de la prensa oficial recientemente publicados sobre el estado de algunas infraestructuras y renglones productivos.

"¿Con el agua al cuello?", es el título de una reveladora doble página del diario Granma (del 9 de enero) sobre el lamentable estado de la red hidráulica en el país. "Más de la mitad del agua bombeada no llega al destino previsto" debido al mal estado de las redes de distribución, informa el periódico, denunciando que, pese a la crisis, la isla "gasta el doble del agua necesaria".

Según el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), este año se arreglaron un promedio mensual de 18.000 fugas, la mayoría de ellas consecuencia del deterioro del sistema de acueductos, que tiene entre 50 y 100 años, y que no ha recibido un mantenimiento integral en el último medio siglo. Durante años las autoridades trataron de eliminar los salideros de "un modo puntual", pero eso, confiesa Granma, "no es una solución sostenible".

"Al tratar un salidero en una línea de tubería simplemente se desplaza. Reparada la primera fuga, el nivel de deterioro conllevará a que, en cualquier tramo a continuación, surja una nueva", se explica. "Es la historia de nunca acabar", admite Javier Toledo, alto funcionario del INRH. El plan "estratégico" del Gobierno de Raúl Castro se basa en ''la rehabilitación de las redes de acueducto'' en los próximos 10 o 15 años. Demasiado optimismo, creen muchos...

Hace pocas semanas la prensa publicó otro informe no menos crudo: el 75 % de las vías pavimentadas en Cuba está en estado "entre regular y malo". En otras palabras, los 29.600 kilómetros que suman las carreteras y autopistas cubanas están cuajadas de baches. En cuanto a las vías del tren, el 94% están deterioradas, como la mayoría de las locomotoras y el 40% de los vagones. Como con el agua, no se ven soluciones a corto plazo: para arreglar las carreteras harían falta 19 millones de toneladas de asfalto; pero hoy Cuba produce anualmente sólo un millón.

Dejemos a un lado los servicios. Un producto tan cubano como el coco también pasea hoy al borde del precipicio. En la localidad oriental de Baracoa, donde se cosecha el 85% de este producto, las cifras son de miedo: este año la producción fue un 80% menor a la de 1990, y eso que las fábricas cubanas demandan al año más de 5.000 toneladas de aceite de coco para elaborar productos cosméticos. Baracoa produjo en 2008 sólo 403 toneladas de este aceite, y el precio de la tonelada en el mercado internacional ronda los 500 dólares. El diario Juventud Rebelde admite que en la base de este desastre productivo están los bajos precios que pagan las empresas estatales a los cultivadores del coco. Se adivina por qué Air Comet sigue aún volando en Cuba.

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