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Colombia y EE UU se dan prisa para apuntalar el libre comercio

Rice multiplica las gestiones ante el fin del mandato de Bush

Los Gobiernos de Colombia y EE UU han decidido pisar el acelerador para poner en marcha el Tratado de Libre Comercio (TLC) antes del cambio de Administración que se avecina este año en Washington. La secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, aseguró el viernes en la ciudad de Medellín que la Casa Blanca está concentrada en ganar la batalla del Congreso, donde la mayoría demócrata condiciona la ratificación del acuerdo, firmado en 2006, a mejoras en materia de derechos laborales y sindicales en Colombia.

Chávez acusa a Uribe de "fraguar" una guerra contra Venezuela

"Es importante que dejemos claro el apoyo para un firme y buen aliado", dijo Rice, que se hizo acompañar en su visita de dos días por una delegación de nueve legisladores demócratas para que conocieran "los avances" sobre el terreno, más allá de los lobbys de los sindicatos estadounidenses en el Capitolio.

En Medellín, enclave industrial que ha sido tomado como ejemplo del programa de reinserción de grupos armados, la delegación estadounidense se reunió con empresarios, con sindicatos contrarios y favorables al TLC y con un grupo de guerrilleros y paramilitares desmovilizados. Rice también se entrevistó con el presidente colombiano, Álvaro Uribe.

Los legisladores demócratas se declararon ayer "impresionados" por los progresos realizados por Colombia en los últimos cinco años, pero señalaron que aún quedan por contestar cuestiones "referidas a derechos laborales y derechos humanos", según Eliot Engel, representante de Nueva York y jefe de la delegación parlamentaria. En concreto, el asesinato de sindicalistas en los últimos años. El Gobierno colombiano esgrime la caída en picado de la violencia, la protección otorgada a los activistas y las reformas legales para combatir la impunidad.

Para Uribe, el TLC es una puerta para incrementar la inversión. Washington quiere reforzar sus vínculos con un aliado clave en una región turbulenta y contrarrestar la influencia de Hugo Chávez. El presidente venezolano no dudó en aprovechar la visita de Rice para volver a arremeter contra su homólogo colombiano, al que ayer acusó directamente de estar "fraguando" una guerra contra Venezuela "por orden de EE UU". Una acusación que se une al torrente de improperios que le lleva dedicando a Uribe desde noviembre, cuando el colombiano puso fin a su mediación con la guerrilla de las FARC.

Bogotá se negó, una vez más, a responder a los ataques, que interpreta como "una cortina de humo" de Chávez para desviar la atención de sus problemas internos. La ofensiva, por el contrario, parece haber aglutinado a los colombianos en torno a Uribe, que, según el último sondeo bimestral de Gallup, cuenta con nivel de respaldo a su gestión del 80%, el más alto desde que asumió el poder en 2002.

Rice y Uribe, tras su encuentro el viernes en Medellín.
Rice y Uribe, tras su encuentro el viernes en Medellín.REUTERS

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