Centroamérica, en la encrucijada de la droga
Un representante de la ONU en la zona reclama la coordinación entre los Gobiernos contra el crimen organizado
Centroamérica, situada entre los principales países productores de cocaína de Sudamérica y los principales mercados consumidores, es especialmente vulnerable ante el crimen organizado, por lo que "es necesaria una coordinación" entre los Gobiernos de la zona, según explica José Manuel Martínez, representante para la región del Programa de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), en entrevista con EL PAÍS.
Martínez, nacido en Madrid, lleva ya 15 años en Latinoamérica como funcionario de UNODC; en la actualidad reside en Panamá, donde el organismo internacional tiene su sede regional. Su palabra es autoridad en la materia. "El hecho de que Centroamérica sea región de tránsito de la droga no quiere decir que no haya consumo. Lamentablemente, este consumo va en incremento. Por otro lado, Centroamérica también está en la ruta del tráfico ilegal de migrantes y del tráfico de armas", afirma.
"Respecto al tráfico de armas, a la inversa de los otros delitos, viene de norte a sur. En 2007 presentamos el estudio Atrapados en la encrucijada, en el que se revela que la situación geográfica contribuye a que todos estos problemas se exacerben. Además, tenemos una región con Estados pequeños que no son fuertes, con muchas carencias y necesidades de desarrollo, y en ocasiones no se tienen los recursos para enfrentarse a este tipo de delitos y problemas", explica Martínez.
Centroamérica, con una extensión territorial de 522.760 kilómetros cuadrados y una población de poco más de 41 millones de habitantes, según datos de la ONU de 2009, estuvo inmersa en guerras civiles en los años ochenta y principios de los noventa del siglo pasado. En la actualidad, las naciones del llamado Triángulo del Norte —Guatemala, El Salvador y Honduras— se han convertido en la zona más violenta del hemisferio occidental y una de las más peligrosas del mundo.
El representante del ONODC advierte de que la pequeñez del territorio hace necesario que las naciones centroamericanas actúen de forma coordinada contra el crimen organizado. "Los criminales tienen grandes y millonarios recursos, no reconocen fronteras ni derechos de ninguna clase. Es necesaria una coordinación entre las naciones de Centroamérica: intercambio operativo de experiencia e información. Hay que combinar persecución del delito y prevención".
Según Martínez, quien llegó a San Salvador la semana pasada para instalar una sede del ONODC, "los actuales Gobiernos centroamericanos tienen la voluntad de hacer frente a estos problemas, es la preocupación que han manifestado y los planes que se han desarrollado". "Todos los países centroamericanos tienen problemas; ninguno tiene todas las certezas para poder enfrentarse a estos graves delitos. Hay países que están más afectados porque tienen mayor influjo de pandillas, de grupos organizados de delincuentes, y aquellos que tienen sus fronteras más permeables. Pero lo que sí está claro es que si entre todos se trabaja en el cumplimiento de la ley y la prevención, se pueden obtener buenos resultados", afirma.
El funcionario hace hincapié en que la sociedad en su conjunto, hombro a hombro con los Estados, tiene que cobrar conciencia del peligro que el crimen organizado representa, no sólo por el acontecer diario de los homicidios y de los asaltos, sino también por cómo afecta al Estado de derecho y a la democracia en general.
Respecto al mal endémico de la corrupción en Centroamérica, donde muchas leyes son permisivas, Martínez dice que "la lucha contra la corrupción tiene que ser un eje transversal que debe atravesar todos los programas y actividades que se desarrollen en este esfuerzo. Si no hay transparencia ni funcionarios públicos que no se dejen corromper, es muy difícil enfrentarse a estos problemas".
El representante de UNODC considera que en Centroamérica se está generando una preocupación cada vez mayor porque estos delitos dan "mala imagen a los países"; además, los indicadores confirman que la "inversión extranjera y la nacional se retrae cuando hay estos problemas de corrupción y crímenes. Se dice que sin desarrollo no hay seguridad, pero igual sin seguridad no hay desarrollo".
"Aquí estamos gastando cantidades tremendas en seguridad y administración de justicia como consecuencia de la inseguridad. Se pierden tantísimos recursos. En Centroamérica, uno de los grandes potenciales es el turismo, pero no es posible por el miedo que la criminalidad infunde", concluye Martínez.
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