Alemania y Rusia afianzan su alianza energética
Al socaire de la recién decidida desconexión nuclear en Alemania, Rusia espera hacerse con la parte del león de la demanda alemana de energía. Y la reunión mantenida ayer en Hanover entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente ruso, Dmitri Medvédev, sirvió para allanar el camino. Los mandatarios participaron en la 13ª cumbre bilateral, con la presencia de buena parte de los ministros, y cerraron 15 acuerdos de colaboración comercial, científica y política. Rusia, cuya riqueza se fundamenta en la exportación de materias primas, quiere afianzarse como proveedora de la principal economía europea.
Alemania apagará su última central atómica en 2022. Ayer en Hanover, la canciller Merkel evitó las cifras y recordó que su Gobierno aspira a doblar el peso de las renovables en la paleta energética del país, así como a reducir el consumo. Según Merkel, no se precisarán para ello más gasoductos de los ya proyectados. Añadió que "cuanto más barato ofrezcan los rusos su gas, más aumentará la demanda".
Alemania, el segundo país exportador del mundo después de China, tiene unas relaciones comerciales atípicas con Rusia: el gigante oriental es uno de los pocos países que exporta a Alemania más de lo que le compra. El 40% del gas y el 33% del petróleo consumido por los alemanes provienen de Rusia. Sin embargo, tanto Berlín como Bruselas miran con recelo las inversiones rusas, sobre todo en sectores estratégicos como la energía.
Putin, sin premio
Recientemente, el gigante ruso Gazprom firmó con la eléctrica alemana RWE un acuerdo para negociar nuevos contratos de colaboración, que podría contribuir a disipar la desconfianza. Así que, incluso cuando Merkel expresó la atención con la que "observa la situación de los derechos humanos" en Rusia, el buen tono y las sonrisas dominaron el día.
La excepción la puso Medvédev, al cargar con dureza contra la retirada del premio alemán Quadriga, que reconoce los valores democráticos, al primer ministro de su país, Vladímir Putin. Este fin de semana, la organización del premio anunció que lo revocaría después de que la nominación de Putin provocara un aluvión de críticas por las deficiencias democráticas en Rusia. "La reputación internacional del premio se ha hundido", dijo Medvédev, porque su organización fue "cobarde e inconsecuente" al cancelar la entrega.
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