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Reportaje:Matanza terrorista en India

43 horas presos del terror

"Escuchamos las detonaciones de al menos 40 o 50 granadas", afirman losdos españoles liberados del hotel Oberoi

"Horas y horas a oscuras y en silencio. Estábamos muy asustados. Los tiros se oían más cerca y había ruido de pasos", cuenta Álvaro Rengifo al recordar el momento más angustioso de sus 43 horas de secuestro en la habitación 1468 del hotel Oberoi de Bombay. Rengifo y su compañero de infortunio, Alejandro de la Joya, fueron liberados ayer por los comandos antiterroristas del Ejército indio.

Aseguran que no dudaron de que saldrían vivos, pero la tensión se refleja en sus rostros al recordar el momento en el que los asaltantes parecían estar más cerca. "Fue en la noche del jueves, cuando la seguridad del hotel nos llamó para decirnos que nos iban a sacar de la habitación y poco después nos advirtió de que los terroristas habían bajado a la planta 14", declara Álvaro Rengifo, director general de comercio internacional de Isolux-Corsán, con la aquiescencia de Alejandro de la Joya, consejero delegado de Ferrovial-Agromán.

Se turnaron para dormir, para resistir mejor, y estuvieron con la luz apagada
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Los terroristas les cortaron el teléfono, el agua y la televisión nada más producirse el ataque contra el hotel Oberoi, donde acababan de alojarse en la noche del miércoles. Aunque tenían luz, los dos empresarios españoles casi no se atrevieron a encenderla para no despertar sospechas. Sólo utilizaban la electricidad para cargar los móviles.

Aunque la policía ha hallado en el hotel los cuerpos de 24 personas, los empresarios creen que los terroristas no hicieron una búsqueda de rehenes cuarto por cuarto y se sienten "unos privilegiados" porque el móvil les permitió que los expertos españoles les indicaran qué era lo mejor que podían hacer en cada momento. "Lo que más miedo nos daba", continúa Rengifo, "era ir al baño porque la pared daba al pasillo y podía saltar por los aires en cualquier momento". Su compañero de batalla le reprende: "Eso no lo cuentes".

Rengifo y De la Joya se habían refugiado en la habitación 1.468, que ocupaba este último. Los dos se habían puesto de acuerdo para cenar juntos y quiso su suerte que el ascensor en que bajaba Rengifo desde la planta 21 se detuviera en la 14 porque De La Joya lo había llamado. "En ese preciso instante nos dijeron que no descendiéramos, que algo extraño sucedía en la recepción", señalan.

El móvil lo tenían sólo en vibración y, como les recomendaron los expertos del Centro Nacional de Inteligencia español, se turnaban para dormir para resistir mejor. Además, rompieron los cristales de las ventanas cuando sintieron que el humo de los incendios desatados les ahogaba. "Otros rehenes se protegieron del humo con toallas y lo pasaron muy mal. Cuando les liberaron tenían toda la cara tiznada. Ningún otro rompió los cristales", afirman.

"Escuchamos las detonaciones de al menos 40 o 50 granadas. Cuando al salir vimos los agujeros que tenían las paredes de las otras habitaciones, comprendimos la impresionante suerte que hemos tenido", cuenta Rengifo, que dice entre lo que más le sorprendió de su camino de vuelta a la libertad fue encontrar todas las escaleras llenas de zapatos que la gente perdía en la huida.

Demacrados, sin afeitar y con sólo unas galletas en el estómago durante los dos días de encierro, se sienten "afortunados" y creen que han vivido el susto como "unos privilegiados" porque durante todo el encierro no vieron las consecuencias del ataque. "Algunos fueron testigos de cómo acribillaban a balazos delante de sus ojos a varias personas".

Ninguno de los dos parece dispuesto a que esta experiencia se convierta en traumática y les impida seguir sus planes de expansión en la India. Isolux-Corsán tiene ya 200 empleados en este país. En cuanto a Ferrovial, confía en hacerse con alguno de los aeropuertos que esta potencia emergente necesita para impulsar su salida de la pobreza que la atenaza.

Los dos viajaron anoche de vuelta a Madrid en una avioneta que fletó Repsol para recogerles. Les acompañaba un hermano de Alejandro. Otros 17 españoles sorprendidos en Bombay por la cadena de atentados tenían previsto viajar anoche en un avión fletado por la presidencia francesa de la UE, que les llevará a París y de allí a Madrid. "Nos han tratado como a ciudadanos de segunda clase", se quejaba Elsa Miguel, una turista de 50 años, cuyo hotel se encontraba enfrente del Taj Mahal, principal foco del ataque.

Alejandro de la Joya y Álvaro Rengifo salen del hotel Oberoi tras ser liberados.
Alejandro de la Joya y Álvaro Rengifo salen del hotel Oberoi tras ser liberados.INFORMATIVOS TELECINCO

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