Una mujer usurpa la identidad de su hija para ser animadora de instituto
Se enfrenta ahora a una condena de seis años de cárcel y 7.000 euros de multa por usurpación de identidad
Wendy Brown tiene 33 años. Pero quería ser animadora de instituto, llevar minifalda, dar volteretas y levantar pompones en los partidos. ¿Qué hizo? Cogió la carta de la Seguridad Social y la partida de nacimiento de su hija, de 15, y se inscribió en una escuela secundaria de Green Bay, en Wisconsin (EE UU). Su infancia había sido muy infeliz y quería vivir las experiencias que se perdió en su día, según ha relatado después a la policía. Su hija vive en Nevada, a más de 3.000 kilómetros, con la abuela materna -que es quien ostenta su tutela-, así que no había peligro de que apareciera y le arruinara el plan.
En los días previos al comienzo de las clases todo salió según lo calculado. Acudió al instituto, se inscribió en el equipo de animadoras, pagó el uniforme -aunque con un cheque que luego resultó no tener fondos- y le dieron su propio casillero. Contó a algunos compañeros que había tenido que salir huyendo de Nevada con su madre porque el padre las perseguía. Los profesores han dicho a los jueces que se encargan del caso que parecía mayor, pero que actuaba como una adolescente tímida y que, por otro lado, muchos estudiantes se visten como adultos e intentan aparentar mayor edad. No levantó sospechas. Llegó a ir a una swimming- pool party (fiesta de piscina) con el equipo de animadoras. Una reunión para crear sentido de equipo. Su sueño se iba haciendo realidad.
Pero sólo fue a clase el primer día. Como empezó a faltar, en la escuela intentaron ponerse en contacto con la madre de la alumna -que era ella misma- sin éxito. Finalmente, cruzando datos escolares, los responsables vieron que una persona con ese mismo nombre estaba inscrita en un colegio de Nevada. Cuando llamaron a ese instituto, les dijeron que la niña estaba yendo a clase y que no había ningún problema. Y la abuela -y madre de Brown- avisó de que su hija había tenido algunos problemillas con la justicia.
La impostora tiene al menos tres condenas a sus espaldas en los seis últimos años, por robo, estafa y obstrucción a la actuación de un agente. El 3 de septiembre fue detenida por usurpar la identidad de su hija, y ahora se enfrenta a una condena a seis años de cárcel y 10.000 dólares (7.000 euros) de multa. La policía dice que no se lo cree, pero ella insiste en que sólo quería que alguien le diera la feliz adolescencia que no pudo tener.
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