La vara de medir
Gómez Bermúdez censura a la fiscal en un juicio en el que se han vertido los mayores disparates
Ella estuvo allí. Aquella mañana de hace tres años, tres meses y dos días, ella bajó por las escaleras mecánicas de la estación de Atocha, tan silenciosas ya a esa hora, y lo primero que vio fue el rostro sereno de una mujer joven y guapa, elegantemente vestida, tal vez de su misma edad, tal vez como ella madre de niños pequeños. A aquella mujer tan bella la explosión de los trenes le había arrebatado la cabeza desde la frente hacia arriba, pero le había dejado el rostro intacto, el gesto sereno, el vestido impoluto.
-A las cinco y media de aquella tarde, el juez Juan del Olmo y yo levantamos el último cadáver de la matanza. Fue en la estación de la calle Téllez. Desde allí nos fuimos al pabellón de Ifema, y empezamos a pensar en cómo organizaríamos el sumario.
A Pilar Manjón se le salta una lágrima. También la fiscal está a punto de llorar
Olga Sánchez trata de explicar de forma atropellada su trabajo de los últimos tres años
Tres años. Tres meses. Dos días.
Y por fin, después de tanto tiempo, todo está a punto de terminar. Es la una de la tarde del 12 de junio de 2007 y ella, la fiscal Olga Sánchez, lleva casi dos horas hablando, tratando de explicar -a veces de forma atropellada- su trabajo de estos tres años, su lucha codo con codo con el juez Juan del Olmo por reunir las pruebas necesarias para condenar a los que ella considera, fuera de toda duda, autores de la matanza. Se le nota cansada, muy cansada. Su exposición es a veces farragosa, trufada de infinidad de datos, de fechas, de nombres, de números de teléfono y de matrículas de coches. Los acusados guardan silencio en el interior de la habitación de cristal blindado. Algunos, como Rafá Zouhier y Antonio Toro, incluso toman notas. Pero fuera, en la sala, el respeto no es unánime. Cada vez que la fiscal Sánchez trastabilla en algún nombre, el abogado defensor José Luis Abascal y tres militantes de la Asociación de Víctimas del Terrorismo intercambian guiños, risas y cuchufletas. Es, curiosamente, la tónica de estos tres años, de estos tres meses, de estos dos días. Un juez instructor y una fiscal que intentan construir un edificio trabajosamente, a contrarreloj, y una oposición inusitada, construida a base de esa alianza obscena entre defensores y acusadores, que se parten de risa -o de insultos- cuando a ese edificio le sale una gotera.
-Quiero acordarme ahora de Isabel Casanova, que perdió a su hijo Jorge. De Laura Vega, que quedó postrada en una silla de ruedas; de Laura, que está en coma vegetativo, de Yolanda, que perdió a su marido y a su hija Patricia, un bebé precioso de nueve meses... De Miguel Ángel López Ramos, que perdió a su hermana y a su cuñado y se hizo cargo de sus dos sobrinos, Alberto y Eduardo... De Eulogio Paz y de Pilar Manjón, que perdieron a su hijo, Daniel...
A Pilar Manjón se le salta una lágrima al final de la sala. También parece que la fiscal Sánchez está a punto de llorar, pero se sobrepone. Quiere terminar su alegato final. Cuando lo acabe, atrás habrán quedado para siempre esos tres años tan difíciles para ella. Pero no quiere irse sin decir algo.
-Tengo que poner de manifiesto que la dignidad de los afectados y la memoria de las víctimas no han sido merecedoras del tratamiento de algunos medios de comunicación, por personas que a lo mejor en su momento pudieron aprobar la carrera de periodismo pero que no tienen la altura ni la grandeza de una profesión tan importante en una sociedad democrática...
El juez Gómez Bermúdez la interrumpe en ese momento:
-Creo que ya se han excedido los límites de lo que es un informe jurídico. Reconduzca su informe.
-Con la venia de la sala. Se han publicado y hablado cosas de este ministerio fiscal y de otras partes que hemos trabajado...
Gómez Bermúdez le corta el micrófono y la vuelve a reconvenir con dureza:
-Pues podrá usted ejercer las acciones o hacer lo que le parezca más oportuno, pero entenderá que no podemos dedicar en esta sala tiempo a los reproches.
Se produce un momento de gran tensión en la sala. Hay quien no entiende que en un juicio donde algunos abogados han llegado a sostener que los suicidas no se suicidaron o que ETA está relacionado con el atentado del 11-S en Nueva York, Gómez Bermúdez le haya puesto esa mordaza preventiva a la fiscal. Pero Olga Sánchez opta por aceptar la reprimenda y terminar su informe con un recuerdo a las víctimas. El juez interrumpe la sesión y se acerca paseando al final de la sala. Se detiene junto a los abogados Emilio Murcia y José María de Pablo, dos de los patrocinadores de la conspiración. También participan en la tertulia dos de los militantes de la AVT que se intercambiaban guiños con el abogado Abascal durante la intervención de la fiscal Olga Sánchez. Todos sonríen complacidos. La fiscal se ha metido en su despacho. Dicen que iba llorando.
UN ALEGATO INTERRUMPIDO
El juez Bermúdez evita que la fiscal reflexione sobre mentiras periodísticas
El presidente del tribunal que juzga el 11-M, Javier Gómez Bermúdez, cortó la intervención de la fiscal del caso, Olga Sánchez, cuando reflexionaba sobre el ejercicio de algunos periodistas basado en mentiras.
La Asociación de Pilar Manjón acusa a Aznar
La Asociación que preside Pilar Manjón vinculó ayer la foto de las Azores, que simboliza el apoyo de Aznar a la guerra contra Irak, al atentado del 11-M.
Un abogado atribuye la matanza a tramas policiales
El abogado de la Asociación de Víctimas del 11-M, vinculada al PP, defendió ayer en el juicio la supuesta participación de tramas policiales en la matanza.
LA VISTA AL DÍA
Las acusaciones particulares explican sus conclusiones
Los abogados de la acusación particular explican hoy en la vista oral sus conclusiones finales en relación a los procesados por el atentado del 11-M. En sus conclusiones mantienen las penas pedidas para la mayoría de los acusados por la fiscalía.
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