_
_
_
_
La otra mirada | Elecciones 27M
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las regiones del cerebro

Juan José Millás

Para quienes nunca la hemos pisado, Marbella constituye un territorio mítico, un espacio fantástico, una región novelesca conformada por puertos deportivos, restaurantes de 15 tenedores, campos de golf y mansiones hollywoodenses por cuyas habitaciones se extravían mujeres rubias y operadas detrás de hombres gordos e inoperables. Queremos decir que si bien es cierto que la localidad malagueña puede encontrarse en algún lugar de la geografía española, su lugar natural es sin embargo la cabeza de los españoles. Del mismo modo que hay en el cerebro una zona en la que reside el lenguaje y otra en la que residen los sentimientos, hay una zona de nuestro cerebro de reptil en la que se encuentra Marbella.

Si quiere usted entender el carácter profundamente onírico de esta ciudad, cierre los ojos y diríjase imaginariamente a la región cerebral correspondiente, donde verá, entre otras maravillas, un campo de golf nocturno (¡un campo de gol nocturno!), en el que los jugadores, ataviados de blanco, se mueven como espectros a la luz de la luna, golpeando esas bolitas repletas de amables cráteres. Llámase el creador de ese universo quimérico Jesús Gil, que, contra toda evidencia, no está muerto, porque por más que él se disfrazara de anécdota, era una categoría, y las categorías son eternas. En la mente de todos nosotros, a la manera de un reflejo pavloviano, cuando decimos Marbella se nos aparece Gil y Gil, precedido de su ostentóreo paquete intestinal.

Dentro de ese espacio novelesco sucedió el pasado año una catástrofe completamente imaginaria, aunque a la altura narrativa de las mansiones, de los yates, de los campos de golf, de las mujeres rubias y operadas, etc. Nos referimos a la Operación Malaya, por la que la policía detuvo prácticamente a toda la corporación municipal, además de a un buen número de abogados, notarios, arquitectos, constructores, folclóricas, gente particular y personas que pasaban por allí, todas culpables (presuntas) de cohechos y corrupciones inagotables. La trama descubierta era de tal calibre que una parte de la policía tuvo que detener a la otra parte, también por su (presunta) implicación. El suceso, más que como una operación policial, fue recibido como un desastre natural, una riada, un terremoto de 5,6 en la escala de Richter. Las personas que teníamos familia en Marbella llamábamos por teléfono para interesarnos por su situación procesal, como cuando hay gota fría y llamas para ver si a la abuela se le ha inundado la cocina. Yo telefoneé para ver si habían detenido a mi cuñado, que es registrador.

- ¿Han detenido ya a Federico?

- Todavía no. Estamos muy preocupados.

Y es que si durante esos días de ruido y furia no pasabas por la cárcel mítica de Alhaurín de la Torre estabas acabado.

En la actualidad, la ciudad permanece gobernada por una comisión gestora (otra cosa realmente novelesca, singular, única) a la espera de que lleguen las elecciones, que volverá a ganar, salga quien salga, Jesús Gil. Entre tanto, continúan las detenciones en las que caen tonadilleras y franquistas de toda la vida y socialistas sobrevenidos y gente que pasaba por allí, sin que por eso el culebrón se aclare o dé síntomas de agotamiento. En cuanto a mi cuñado, que continúa libre, se ha convertido en el hazmerreír de la familia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_