El presunto jefe 'militar' de ETA, Susper, se escapa de la comisaría de Bayona
El detenido quedó varias horas sin vigilancia en un calabozo con un agujero de 30 centímetros
Cinco policías de la comisaría de Bayona, en el País Vasco francés, fueron suspendidos de sus funciones ayer por las "negligencias graves" que permitieron la evasión del presunto jefe del aparato militar de ETA, Ibon Fernández de Iradi, Susper, durante la madrugada del domingo. El calabozo en que fue recluido tiene un conducto de ventilación de unos 30 centímetros, por el que supuestamente se escapó Fernández de Iradi -que es muy delgado-, tras permanecer seis horas sin vigilancia. El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, se ha puesto al frente de la operación para buscar al fugado.
El fugado está acusado en Francia de haber acribillado a balazos a un gendarme
Pero Sarkozy, una de las estrellas dominantes del panorama político parisino, también quiere depurar las responsabilidades de una fuga que empaña la última redada en Francia contra ETA y mancha la imagen de eficacia construida por el ministro en sus siete meses de gestión.
Dos inspectores del grupo de investigación interna de la policía trabajan desde ayer en exclusiva para esclarecer lo sucedido. Los cinco agentes suspendidos son los que se encontraban de guardia la noche de la fuga. Sarkozy habló ayer varias veces con su homólogo español, Ángel Acebes, para asegurarle que no se regatearán esfuerzos hasta encontrar al huido ni para reforzar los medios de lucha contra ETA.
Ibon Fernández se quedó solo en el calabozo a partir de las ocho de la tarde del sábado. El conducto de ventilación por el que supuestamente escapó es muy estrecho y carece de reja protectora. Resulta muy difícil imaginar cómo pudo deslizarse por un hueco tan exiguo, pero la complexión del detenido, alto y delgado, puede ser la explicación, según fuentes policiales francesas.
Ni Interior, en París, ni la Prefectura de Pau confirmaron o desmintieron esa versión, ni otra hipótesis, facilitada por personas que siguen la investigación, según la cual Ibon Fernández pudo salir a la calle atravesando las oficinas del recinto policial, donde se había registrado mucha agitación a causa de la abundancia de detenidos.
El caso es que Fernández de Iradi entró en el calabozo a las ocho de la tarde y nadie volvió a verle. A las dos de la madrugada se le echó en falta. En seis horas, nadie se molestó en ir a echarle un vistazo.
La fuga resulta más grave porque la comisaría de Bayona no es un vetusto edificio, ni tiene comunicación fácil con el exterior. Se trata de una construcción moderna, situada junto al centro histórico de la ciudad, protegida con verjas especiales y abundancia de cámaras de vigilancia exterior. Desde sus cercanías se puede ganar fácilmente la autopista que comunica con la frontera española. El trayecto dura unos pocos minutos. Pero también hay acceso muy fácil a cualquiera de las carreteras locales en una zona que es casi un gran conglomerado urbano que suma Bayona, Anglet y Biarritz.
Ibon Fernández Iradi, Susper, de 31 años, había sido detenido el pasado jueves cuando se encontraba en un coche con placas de matrícula falsa, en Saint-Martin-de-Seignanx (en Las Landas) junto con su compañera, Beltzane Obanos, de 22 años.
Fernández de Iradi tenía que haber sido traslado ayer a París, en un avión cuya salida de Bayona estaba prevista para las tres de la tarde, con el fin de quedar a disposición judicial. Además de los atentados que se le atribuyen en España, la policía de Madrid le consideran el actual jefe de los comandos de ETA.
Pero el fugado era también un detenido muy relevante para Francia, donde está identificado como presunto autor de los disparos contra un gendarme, hace ahora poco más de un año. Se le acusa de haber realizado siete disparos contra un motorista de la Gendarmería en Monein, cerca de Pau, que resultó gravemente herido. El homicidio voluntario de un agente de la autoridad en Francia puede acarrear, en caso de que se aprecien agravantes, cadena perpetua. Por este motivo, la rutina aparente con que fue tratado en la comisaría de Bayona resulta aún menos comprensible.
Los otros ocho presuntos etarras detenidos el jueves fueron trasladados ayer a París y quedaron en manos de la División Nacional Antiterrorista (DNAT), a la espera de su presentación a la juez Lawrence Le Vert. Además de la compañera del fugado, los trasladados son José María Otegui y Jesús Guinea, que fueron arrestados en Pau; Lorena Somoza Chamizo, detenida en Tarbes; Naia Zuriarrain, arrestada en Lourdes; y Balbino Sáez Olarra, Iker Heredia y Joana Núñez, detenidos en Arcachon.
Anoche la policía francesa no parecía disponer de indicio o pista alguna sobre el fugado. Hasta la posición política del ministro francés del Interior puede verse afectada, porque la evasión se produce en el momento de máxima popularidad desde su toma de posesión, hace siete meses, y tras haber cambiado a los responsables de varios servicios policiales importantes en la lucha contra ETA, como el comisario Roger Marion, destituido mediante un empujón hacia arriba que le ha convertido en prefecto de policía de Marsella.
Nada se sabe tampoco de otros fugados anteriores. No hay pistas sobre Félix Alberto López de Lacalle, Mobutu, quien se descolgó de la ventana de la habitación del hotel donde se encontraba retenido, a la espera de una decisión de expulsarle a España una vez cumplida su pena de cárcel en Francia.
Y en el mes de agosto pasado, Ismael Berasategui se fugó de la cárcel parisiense de La Santé haciéndose pasar por su hermano. La investigación abierta a renglón seguido no consiguió descubrir error alguno en el recinto penitenciario.
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