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Columna
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El papel de la sociedad civil en las relaciones México-España

La importancia de la sociedad civil en las relaciones bilaterales entre dos países estriba en que puede profundizar en las mismas al llegar a espacios donde los Gobiernos no deben o no pueden llegar, reforzando, al mismo tiempo, lo que Joseph S. Nye denomina el poder blando (soft power) de una nación. Su actuación sería, por tanto, diferente y complementaria a la de los Gobiernos.

En la actualidad, las relaciones bilaterales entre España y México pueden calificarse de excelentes. De hecho, éste es el punto de vista de las dos cancillerías y la realidad es que son casi inmejorables. No obstante, habría que matizar que esas relaciones se refieren a las relaciones institucionales y políticas entre los dos Gobiernos. ¿Qué hay entonces de sus sociedades civiles?

La celebración de un foro anual España-México permitiría reforzar los lazos entre ambos países

Comparando, por ejemplo, la relación de las sociedades civiles norteamericana y británica, es fácil descubrir que las sociedades civiles española y mexicana no gozan de ese mismo grado de desarrollo, penetración y afinidad. Las excelentes relaciones de las sociedades civiles norteamericana y británica descansan alrededor de una historia, una cultura y, en especial, una lengua comunes. Siguiendo con la comparación, vemos efectivamente que México y España gozan también de una historia, de una cultura y de una lengua en común.

En el actual contexto histórico, los nexos ideológicos y económicos entre las naciones han dejado paso al nexo cultural. La lengua y la cultura son, pues, los vínculos más fuertes entre los países, y nosotros, México y España, tenemos lengua y cultura, tenemos al Quijote. Es un dato curioso, y a la vez revelador de esa cultura común que nos une, que el principal museo del Quijote no se encuentra precisamente en España sino en Guanajuato, México.

Y, sin embargo, pese a estos nexos culturales que nos unen, no existe ese grado de desarrollo en las relaciones entre ambas sociedades civiles tan deseable como el que disfrutan Estados Unidos y Reino Unido.

Para la mayoría de la sociedad española, por no decir casi la totalidad, México es un auténtico desconocido. Nos encontramos, pues, ante dos naciones hermanas que no se conocen, que cuentan con un pasado y un presente común, pero especialmente con un prometedor futuro a compartir.

México fue en el pasado tierra de destino de la emigración española y, en uno más reciente, cobijo para los refugiados de una terrible guerra civil que desgarró a España en dos mitades.

México es en el presente un país sumergido en un gran proceso de modernización, un lugar de inversión de las empresas españolas y un claro referente en Iberoamérica para España.

Pero, sobre todo, México será en el futuro una de las grandes potencias culturales y económicas de nuestro planeta, posiblemente la primera potencia de habla hispana, incluso por delante de España.

¿Cuál podría ser, entonces, la razón de esa falta de desarrollo en las relaciones entre las sociedades civiles de dos naciones hermanas? ¿Cómo se explica ese desconocimiento en España de la sociedad mexicana y de su realidad? Una respuesta, entre otras, podría ser la falta de iniciativas por parte de la sociedad civil que impulsen estas relaciones y de organizaciones con el objeto exclusivo de fomentar la profundización de las relaciones entre México y España en todos sus ámbitos, sin exclusiones.

Hasta el momento, la iniciativa y el impulso a las relaciones entre España y México se han llevado a cabo por los respectivos Gobiernos, siendo éstos casi los únicos actores. Y es aquí donde se echa en falta la actuación de las respectivas sociedades civiles.

Un instrumento idóneo que permitiría reforzar el estrechamiento de las relaciones bilaterales entre los dos países sería la celebración de un foro anual España-México, encuentro de las sociedades civiles mexicana y española. Dicho encuentro permitiría profundizar en cada uno de los ámbitos de las respectivas sociedades, como son el académico, científico, cultural, deportivo, económico, empresarial y social.

Esta profundización de las relaciones bilaterales debería de caminar, además, equilibradamente, es decir, sin que se produjesen desequilibrios en ese proceso al dejar de atender a algún sector de las sociedades mexicana y española.

Sin embargo, para lograr ese referido equilibrio, es preciso la celebración de un foro bilateral global, es decir, de un foro España-México que atienda a las relaciones España-México como un todo, en el cual estuvieran representados todos los sectores de las sociedades civiles de ambos países y en el que se pudiera abordar las cuestiones con perspectiva y se propusieran respuestas, actuaciones y recomendaciones globales y coordinadas a las mismas.

La profundización de las relaciones bilaterales entre España y México a través del acercamiento de sus respectivas sociedades civiles es el objetivo último de la recientemente constituida Fundación Consejo España-México, de ahí que desde la misma se esté promoviendo la celebración de este foro anual, que, sin duda, puede marcar un punto de inflexión en las relaciones bilaterales de los dos países.

La actuación de la fundación no tiene el propósito de sustituir la acción tan necesaria de los Gobiernos en las relaciones entre México y España, sino, por el contrario, servir de complemento y apoyo a éstos para mejorar las mismas. Se trata, al fin y al cabo, de colaborar junto con las instituciones públicas en mejorar las relaciones entre los dos países desde y hacia otros ámbitos que son ajenos a la actuación de los Gobiernos.

Juan Cristóbal Ferrer Bohorques es patrono de la Fundación Consejo España-México. La sociedad civil en las relaciones México-España

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