"De noche me asalta la sospecha de que más gente pudo haberse salvado"
Loreto González salió viva del avión en que murió su hija. Hoy ruega desde la asociación de víctimas que se aclare qué pasó en el único minuto del vuelo JK-5022
"Ojalá hubiera sido al revés". Loreto González Cabañas, de 55 años, pasó seis semanas en coma. Cuando despertó supo que su única hija, Clara, de 23, había muerto en el mismo avión del que ella había salido milagrosamente con vida. Es una de las 18 supervivientes del MD-82 de Spanair que el 20 de agosto del año pasado se estrelló en Barajas llevándose por delante la vida de 154 personas, entre ellos 17 niños y dos bebés. Hoy Loreto sigue de baja y en rehabilitación. "Un psicólogo me ayuda a aprender a vivir una vida que se parezca a la normal", afirma. Y un pensamiento la atormenta todavía: "Por las noches me asalta la sospecha de que más gente pudo haberse salvado".
Está convencida de que ese no es el caso de su hija -"Ella iba sentada en la fila veintitantos, y su cuerpo debió volatilizarse. Yo iba en la fila dos, en primera, porque cerré mi billete para acompañarla más tarde. No pudieron sentarnos juntas"- pero sí el de otros pasajeros. "Los equipos de rescate tardaron demasiado en llegar. Y así se lo he dicho al juez".
"La ayuda tardó demasiado en llegar. Yo estoy viva porque soy médico"
Spanair ha pagado 25.000 euros a las familias y negocia la indemnización final
Loreto ha vuelto a volar acompañada por un psicólogo y algo de medicación. Dice que no tiene miedo a los aviones, pero sí a revivir el accidente, aunque no le haga falta subir a uno para hacerlo. "Para mí es como si hubiera sido anteayer. Lo recuerdo perfectamente. Quisimos bajarnos y no nos dejaron. El avión se levantó muy poco, como unos 30 metros, empezó a dar bandazos y chocó contra el suelo. Yo choqué contra el asiento de delante. Me partí la cara, nueve costillas, los brazos y las piernas por varios sitios. El impacto me hundió el esternón. Caí al suelo y perdí el conocimiento. Cuando lo recuperé, a los pocos minutos, supe que me estaba muriendo".
Loreto es médico. Por eso supo que tenía un hemotórax, que la sangre inundaba sus pulmones y que, o la atendían enseguida, o moriría. "Fui plenamente consciente de lo que me pasaba y del tiempo que pasó hasta que llegaron los equipos de emergencia. Mi reloj seguía funcionando. Tardaron más de 30 minutos. ¡Y el avión se había caído en la misma pista del aeropuerto de Barajas! ¿Cómo es posible? Yo estoy viva porque me autodiagnostiqué y en cuanto llegaron los equipos de emergencia les dije que me pincharan enseguida. Si hubieran tardado cinco minutos más, habría muerto. Por eso creo que mucha más gente pudo haberse salvado si la ayuda hubiera llegado antes. Yo tengo mucha experiencia en medicina de catástrofes y sé que se gestionó mal. Por eso espero que esto sirva para cambiar los protocolos de emergencia si hace falta. Es lo único que puedo hacer ya por mi hija: evitar que haya muerto en vano".
Los supervivientes y los familiares de las víctimas se han unido en una asociación con ese mismo propósito. "Que este dolor no lo tenga que sufrir nadie más", explica José Pablo Flores, de 30 años, que salió vivo de aquel avión, pero que no olvida a su hermana, de 28, muerta en el accidente. "Queremos que mejore la seguridad aérea, que aumente el número de funcionarios que realizan inspecciones; que los organismos de investigación oficiales tengan más recursos para llevar a cabo su labor; que mejore la formación de los pilotos y mecánicos, que tengan más tiempo para revisar los aparatos y que las compañías aéreas informen a los clientes de qué tipo de avión van a utilizar, la antigüedad, las revisiones que ha pasado y la preparación de la tripulación".
Siguen dándole muchas vueltas. "Mi cabeza no ha parado de pensar lo que ocurrió ese día: 'ojalá el avión se hubiera levantado, ojalá nos hubieran cambiado de avión...", confiesa José Pablo. Las víctimas han aprendido tanto como han podido sobre MD-82, flaps, reversa... y han contratado a técnicos en aviación para saber a qué atenerse. "Trabajamos con ingenieros, médicos, policías y otros profesionales", cuenta José Pablo para tratar de averiguar y corregir lo que falló aquel día.
"El avión se deshizo como una tarta partida en 1.000 pedazos", recuerda Loreto, "porque cayó al lado de un barranco, en medio de un arroyo y cerca de una arboleda. Sé que es legal, pero si hubiera caído en una superficie llana, el impacto habría sido menor. ¿Y cómo es posible que la torre de control se enterara por una llamada del 112 de que había un avión estrellado en la pista?".
Los supervivientes y las familias de los fallecidos, han recibido de Spanair un anticipo de 25.000 euros de indemnización. Todos, excepto los familiares de los tres pilotos, que aún no han recibido nada, "por causas ajenas a los abogados", según un portavoz de la compañía. El pasado julio, intentando adelantase al fallo del juez que instruye el caso, Spanair empezó a negociar con las familias las indemnizaciones finales con un máximo de 100.000 euros para cada una, informa Santiago Gimeno.
Además, varios familiares han denunciado al fabricante, Boeing, por no haber hecho todo lo posible por evitar la tragedia. EE UU recomendó a la empresa que mejorara el sistema de alarma de configuración del despegue (lo que parece que falló en el MD siniestrado en Barajas) después de un accidente muy similar en Detroit en 1987. McDonnell Douglas, luego comprada por Boeing, no lo hizo. La comisión que investiga el accidente de Madrid también recomendó en febrero a Boeing que mejorara sus manuales de mantenimiento.
Familiares y supervivientes se preparan para volver al lugar de la tragedia este jueves, donde tendrá lugar un acto de homenaje a las víctimas. Se cumple un año y su impaciencia aumenta al tiempo que se reducen las atenciones. "Spanair las ha ido disminuyendo poco a poco. Muchas familias empezaron recibiendo ayuda de psicólogos contratados por la compañía, pero el número de sesiones llegó hasta 10 y muchas se quedaron sin esa ayuda", lamenta José Pablo, que sí quiere agradecer el apoyo del Cabildo de Gran Canaria -ha cedido un local para que se reúnan-, la delegación del Gobierno en Canarias -les ha seguido dando atención psicológica- o AENA, que ha organizado los actos por el aniversario. La Comunidad de Madrid, a la que solicitaron un local para la sede de la asociación, no les ha contestado. El ayuntamiento ha levantado un monumento a las víctimas en el parque Juan Carlos I.
El jueves se descubrirá una losa de piedra con sus nombres en el aeropuerto de Barajas. Otra placa será colocada en el lugar del accidente con una frase escogida entre los familiares de todas las víctimas: "Lejos, pero siempre vivos en nuestros corazones".
Ayer esperaban con ansia un informe definitivo de la comisión de investigación del accidente, -que deben entregarles al cumplirse un año de la tragedia-. En él, Loreto confía en poder leer la respuesta a una pregunta - "¿Por qué murió mi hija?"- para evitarles a otros lo que ella ha sufrido.
Homenajes
- Madrid. El sacerdote de la capilla de Barajas oficiará a las 11.30 una misa privada (sin autoridades invitadas de forma oficial) por las víctimas en el jardín de la T2. Los familiares participarán a las 13.15 en una ofrenda floral en el lugar del accidente y allí descubrirán una losa de piedra con una frase elegida por la Asociación. En el jardín de la T2 habrá además una placa con los nombres de las víctimas.
- Las Palmas. Los familiares descubrirán a las 11.00 una placa en El Confital, donde depositarán 154 rosas blancas. El año que viene se colocará allí un monumento. A las 19.00 habrá una misa privada en la catedral.
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