La banda, en su debilidad, ha puesto a funcionar "todo lo que tiene"
Sitúa de nuevo a las fuerzas de seguridad como objetivo preferente
Pese a la debilidad de la organización terrorista, tras las sucesivas desarticulaciones de su aparato militar desde noviembre de 2008 -incluido su jefe más carismático, Garikoitz Aspiazu Rubina, Txeroki-, la ofensiva en curso demuestra su capacidad de regeneración. Fuentes de la lucha antiterrorista indicaron ayer a este periódico que ETA "quema prácticamente sus naves con estos atentados. Ha puesto a funcionar todo lo que tiene", apuntaron
Y en poco más de 34 horas ha asestado dos golpes precisamente al cuerpo que más daño le ha hecho a ambos lados de la frontera. El pasado 22 de julio se cumplió un año de la desarticulación por parte de la Guardia Civil del entramado de legales (no fichados) tejido por los dos liberados (a sueldo) del comando Vizcaya de ETA, Arkaitz Goikoetxea Basabe y Jurdan Martitegi Lizaso, este último detenido por la policía el 19 de abril pasado cuando ya dirigía el aparato militar tras la caída de Txeroki y de Aitzol Iriondo, Gurbitz. Y los agentes del instituto armado, en colaboración con los servicios antiterroristas franceses, han puesto patas arriba reiteradamente en Francia el aparato militar, el político, el de falsificación y el logístico en los dos últimos años.
ETA parece también haber puesto a pleno rendimiento el taller situado en territorio francés desde donde salen los coches bomba que luego recogen los legales y, a veces, los liberados de la banda asentados en España, como demostró la forma de operar del último comando Vizcaya. El coche usado por ETA en Burgos fue robado en abril pasado. Más de la mitad de los vehículos bomba que ha estallado desde que ETA rompió la tregua procedían de Francia.
Paralelamente, ETA ha logrado reconstruir, con "los restos" del anterior comando Vizcaya, desarticulado en julio pasado, una red de legales que posiblemente ya esté liderada por un liberado de la banda, según la hipótesis que manejan fuentes policiales. Esta red es la que está detrás de los últimos atentados realizados en Vizcaya o en alguna comunidad limítrofe como Cantabria, como la voladura de un repetidor en Castro Urdiales, el 6 de mayo pasado.
El asesinato con una bomba lapa el 19 de junio en el municipio vizcaíno de Arrigorriaga del mando de la lucha antiterrorista de la policía, Eduardo Puelles, está adjudicado a este grupo, al igual que el reciente atentado contra la Casa del Pueblo de Durango, ejecutado por dos legales el pasado 9 de julio. Salvo este último atentado, ETA ha vuelto a retomar sus objetivos más clásicos: las Fuerzas de Seguridad, los que menos contradicciones internas generan entre su mundo político, un mundo que ha demostrado tener unas tragaderas tan grandes como su incapacidad para emanciparse de la organización terrorista.
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