Todos querían saber...
El CSIC analiza el sentir de los ciudadanos ante los atentados del 11-M a través de los 70.000 documentos que dejaron en las estaciones
Queremos saber quién ha sido porque todos íbamos en ese tren. Esta frase resume el sentir de miles de personas que se acercaron desde el mismo día hasta tres meses después de los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid a los lugares del siniestro. Dejaron en las estaciones de tren de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia más de 70.000 documentos, entre mensajes escritos en los soportes más diversos (6.432), fotografías (2.482) e incluso estampitas (919). Es decir, pedían respuestas, iban a solicitar acciones concretas, políticas y sociales, pero acudían también a expresar su solidaridad.
Un equipo multidisciplinar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha analizado durante más de cuatro años este material, guardado en sus instalaciones y que a partir de mañana pasará a la Fundación de los Ferrocarriles, en Madrid, donde podrá ser consultado por investigadores y estudiantes, y que han denominado el Archivo del Duelo. La ciudadanía escribió mensajes de solidaridad en diferentes idiomas (árabe, rumano...), dejó estampas de las religiones más variadas (no había mayor presencia de las órdenes religiosas tradicionales) sin dejarse guiar por nadie. "Fue una reacción espontánea, sin ninguna institución detrás, pero no sólo para conmemorar a los fallecidos, también para pedir acciones concretas", explica Cristina Sánchez-Carretero, coordinadora del proyecto.
Improvisaron muchos mensajes en papeles que llevaban en el bolsillo, otros en manteles manchados, en camisetas del SAMUR, en cortinas, en los propios documentos de regularización de inmigrantes... Muchos vecinos se echaron a la calle con lo que fuera para escribir algo. Sobre todo una petición: "PAZ", en letras grandes. Es lo que más se repetía en las paredes de las estaciones convertidas en grandes murales en los que se iban sucediendo unos mensajes sobre otros. Frente al sentimiento de patriotismo y a los mensajes que reflejaban el ataque de los de fuera que manifestó la ciudadanía norteamericana tras los atentados del 11 de septiembre, en Madrid, apenas había banderas patrióticas. Las declaraciones escritas y habladas (a través de máquinas que puso Renfe en las estaciones) e incluso mediante correos electrónicos (se recibieron 58.732) pedían "una transformación del mundo": "Todos vamos en ese tren", "Otro mundo es posible", "Todos somos Madrid", "Perú es Madrid"... En las paredes estaban las pintadas más políticas: contra ETA, contra el terrorismo y pidiendo explicaciones.
Es la imagen de la memoria, de cómo reaccionó la sociedad ante ese momento de crisis, algo que los investigaciones consideran vital conservar, como documento histórico y sociológico. Llama la atención cómo tras un hecho tan intenso "recobra importancia la palabra en un momento en el que ya no se lee tanto", resalta Sánchez-Carretero. La gente necesita hablar.
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