Rajoy se muestra proclive al pacto con el Gobierno en el último año de la legislatura

A quince meses de las elecciones generales, el presidente del PP, Mariano Rajoy, cambia perceptiblemente de registro político y se dispone a "estar a la altura de las circunstancias" para que 2011 "no sea un año perdido". Esta actitud se traducirá en una mayor disposición a pactar con el Gobierno reformas que le parecen imprescindibles. El cambio del sistema financiero, sobre todo la conversión de las Cajas de Ahorro en bancos, lo coloca al frente de sus prioridades. "Trabajaré para que la factura que quede a los españoles sea lo menos mala posible", señaló el presidente del PP como línea maestra de su actuación política en el próximo año. Explicó sus intenciones en una conferencia de prensa de balance del año, al igual que hizo el mismo día de hace un año. Simultáneamente, desde el palacio de la Moncloa, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, hacía lo propio y también pedía a Rajoy un esfuerzo para pactar las reformas que necesita el país, sobre todo, la del sistema de pensiones.

El líder del PP no ha cambiado de opinión respecto a que lo mejor sería un adelanto electoral, pero como es el presidente "quien decide cuándo se celebran elecciones" y ya ha dicho que no las adelantará, mejor es hablar de políticas concretas y mostrarse ante la opinión pública como el gobernante que pretende ser a partir de la primavera de 2012. Rajoy dio muestras de que si gana las elecciones prefiere que algunas reformas estén hechas o encauzadas.

Y en el listado de prioridades del PP citó siete reformas, entre las que figuran las pensiones y la política energética. No hay una oposición frontal, ni mucho menos, al planteamiento del Gobierno sobre las pensiones ya que el líder del PP alabó el trabajo que ha hecho el Pacto de Toledo y singularmente los diputados del PP encabezados por Tomás Burgos. La discrepancia está en la elevación de la edad de jubilación de 65 a 67 años, aunque tampoco la descartó del todo. Eso sí, si se prolonga la vida laboral debe ser "de forma incentivada a partir de los 65 años", porque "hay mucha gente que no quiere jubilarse ni prejubilarse". A su juicio, en España hay demasiada gente a la que se le pide que deje de trabajar a edades muy tempranas.

La cautela presidió todas sus afirmaciones y las respuestas a lo que él haría. Por ejemplo, no fue claro respecto a si bajará el recibo de la luz si gana las elecciones. "Nadie sube la luz por fastidiar", dijo Rajoy. Ahora bien, no se trata solo de hablar de las tarifas eléctricas sino de toda la política energética para lo que el ministro de Industria "debe dirigirse al PP y explicar qué es lo que va a hacer el Gobierno" al respecto. "No se nos puede llamar solo para subir la tarifa de la luz", se quejó. De entrada, a Rajoy no le parece bien el cierre de la central nuclear de Garoña. "Tenemos que volver a hablar de la energía nuclear; resolver el problema del déficit de las tarifas eléctricas y de las energías renovables", enumeró.

Mientras que el presidente del Gobierno ponía como primer asunto el pactar con Rajoy la reforma de las pensiones, este consideró "urgente" la reestructuración del sistema financiero. Y siguió con la obligatoriedad de fijar techo de gasto para todas las Administraciones, no solo para la central. Es decir, las autonómicas y las locales. Y continuó con la reforma fiscal, muy centrada en ayudas a los autónomos y las pequeñas y medianas empresas. Con la consolidación de la unidad de mercado y un pacto por la Educación terminaron las reformas imprescindibles para Rajoy. Su fe en el futuro de España es absoluta, pero no habrá confianza si no hay cambio político. Es decir, su principal receta es que el PP gane las elecciones.