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Reportaje:

Poemario cubano desde Vallecas

El periodista Ricardo González es uno de los 20 disidentes excarcelados que se adapta a su nueva vida en España

Joaquín Gil

"Pensaban que reclamaba la anexión de Cuba a Japón", ironiza Ricardo González frente a un plato de carne con arroz. El régimen cubano le condenó a 20 años de cárcel por "atentar contra la independencia del Estado", y se pasó siete entre rejas antes de ser excarcelado el pasado 7 de julio merced a las gestiones del Gobierno español y la Iglesia católica. Ahora, en un hostal de un polígono industrial del barrio madrileño de Vallecas, rememora su calvario mientras almuerza con su familia: "Cuando uno vive confinado en una celda de dos metros, que incluyen el espacio de una letrina, comer un plato caliente es un placer". Y agradece despertarse en una habitación limpia junto a su mujer, nada que ver con el hedor a aguas fecales de la prisión de máxima seguridad de Combinado del Este.

González ha llegado a Madrid con su mujer, su ex esposa y tres hijos
Ha concedido 30 entrevistas y se ha reunido con Aznar y Esperanza Aguirre

González (La Habana, 1950) fue encarcelado por periodista. Era corresponsal de la ONG Reporteros sin Fronteras en la isla. Fue detenido en virtud a la ley 88 o ley mordaza, como se conoce a la norma de 1999 por la que el Gobierno de los hermanos Fidel y Raúl Castro detuvo a 75 disidentes en la Primavera Negra de 2003. Entre sus delitos, poner en marcha la asociación de reporteros Manuel Márquez Sterling.

Periodista era, y periodista quiere seguir siendo González: "Picasso decía que la pintura es un oficio inevitable, para mí lo es el periodismo". En La Habana trabajaba de reportero para agencias de noticias como Cuba Press, al tiempo que se ganaba unos pesos vendiendo cacahuetes por las calles de la ciudad. Además, fundó la revista De Cuba junto al escritor Raúl Rivero, premio Ortega y Gasset de periodismo en 2007.

Ha llegado a España con su familia: su esposa, Álida, y la hija de ambos, Rocío, de 13 años; y su ex mujer, Gladys, junto los hijos que tuvieron, Daniel y David, de 16 y 22 años. "Nos llevamos de maravilla", coinciden sonrientes en el comedor del hostal. El Gobierno español asume los gastos de alojamiento y dietas de los 20 disidentes excarcelados y del centenar de familiares que han venido con ellos.

Despojarse de la mordaza es el objetivo del disidente. Ha concedido treinta entrevistas en dos semanas, la mayoría a medios conservadores, y se ha reunido con el sector duro del PP. Primero, con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Ayer, con el ex presidente José María Aznar, que cargó contra el deseo del Ejecutivo de que la UE suavice su política con la isla, y denunció el "limbo jurídico" de los opositores.

González se perdió el "Viva Cuba libre" con el que Aznar salpicó su discurso. Llegó con retraso a la FAES, sede de la reunión.

En Cuba, el castigo a disidentes como González se extendió inevitablemente a sus allegados. "En 25 años nunca tuve ninguna mancha en mi expediente, hasta que comencé a ayudar a mi marido", explica Gladys. Cuenta que sus gestiones para lograr la liberación de su ex marido le costaron su degradación profesional: de contable a limpiadora.

Su hijo David asiente con aplomo. "Mi padre me pidió que no me metiese en política, temía que el Gobierno me utilizase para chantajearle", afirma. El joven, que estudió Informática y restauración de murales, "disfruta cada segundo" la compañía de su padre. Durante siete años, solo pudo visitarle dos horas cada dos meses.

Afable y expresiva, Gladys también ha dedicado sus primeras semanas en Madrid a pasear, a someterse a chequeos médicos y a escribir correos electrónicos a la isla, sin saber aún si las restricciones políticas le permitirán recibir respuesta.

Gladys fue durante años a visitar a su ex marido a las prisiones de Camagüey y Matanzas. Vivía en la casa de González, obligada por los apuros económicos. Ahora, con 55 años, piensa en independizarse: "Ya es hora, ¿no?".

Entre tanto, González planea ya cómo recuperar su carrera truncada. En la cárcel llegó a escribir un libro de poesía. Ahora, mientras recopila sus experiencias, ultima otro artículo en el que narra cómo se las arregló para sacar aquel poemario de la tétrica prisión cubana.

González almuerza con su familia hace unos días en el hostal madrileño en el que se alojan.
González almuerza con su familia hace unos días en el hostal madrileño en el que se alojan.LUIS SEVILLANO
Aznar, con el periodista Raúl Rivero y un representante de los excarcelados cubanos, ayer en Madrid.
Aznar, con el periodista Raúl Rivero y un representante de los excarcelados cubanos, ayer en Madrid.Á. GARCÍA

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Sobre la firma

Joaquín Gil
Periodista de la sección de Investigación. Licenciado en Periodismo por el CEU y máster de EL PAÍS por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene dos décadas de experiencia en prensa, radio y televisión. Escribe desde 2011 en EL PAÍS, donde pasó por la sección de España y ha participado en investigaciones internacionales.

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