Montilla avisa del grave riesgo de desapego de Cataluña
El presidente denuncia "maniobras golpistas" del PP en el Constitucional
El presidente de la Generalitat, José Montilla, es un hombre discreto al que le gusta gobernar sin meter ruido. Aunque suele alardear de ese estilo de hacer política, ayer, en su visita a Madrid, decidió romperlo y manifestar en alto algunas de sus principales preocupaciones.
Por la mañana, en un coloquio en el Hotel Ritz, con fuerte presencia de empresarial, trascendió de la crisis de infraestructuras que padece Cataluña, que le agobia políticamente, para advertir del "desapego creciente" de parte de la sociedad catalana al proyecto de España. "Creo que la primera prueba de lealtad institucional es advertir de las graves consecuencias políticas a medio y largo plazo de una grave desafección emocional de Catalunya hacia España y las instituciones comunes", señaló, en una advertencia inusitada en él.
Por la tarde, en la entrega del Premio Blanquerna al catedrático Javier Pérez Royo, en presencia de la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez y el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, fue aún más preciso en su contundencia.
Denunció las argucias del PP para bloquear el Tribunal Constitucional, que equivalen a "las maniobras para obtener el poder por medios no democráticos" como hace 25 o 70 años, en alusión al golpismo. Montilla no se anduvo con paños calientes y recordó que detrás de esa estrategia del PP estaba la liquidación del Estatuto de Cataluña. Y explicó la concesión del premio a Pérez Royo por su defensa del Estatuto catalán, en la que "ha estado muy poco acompañado".
Montilla admitió la existencia en Cataluña de "cabreo, recelo, pesimismo... que alimentan un poso de desafección y de alejamiento de la ciudadanía de la política". Y que ese estado de ánimo tiene "bases muy reales" que vinculó a la crisis de infraestructuras -con sus molestias cotidianas a 160.000 ciudadanos- por la falta de inversión del Estado en Cataluña y a la incertidumbre política sobre el Estatuto.
Pero Montilla no se quedó ahí. Adelantó dos problemas de fondo que "requieren de planteamientos a largo plazo": la relación entre Cataluña y España, que no debiera empañarse por un cruce de sentimientos hostiles, y la tentación pesimista que tienta a los catalanes. Ante el primero, propuso "desactivar la errónea percepción que asocia singularidad catalana con privilegio", así como esforzarse para "despolitizar al máximo la lengua y la cultura catalanas".
Ante la tentación pesimista catalana, propuso "reforzar el autogobierno, estimular la creatividad, devolver la confianza en las instituciones públicas y desarrollar con lealtad el Estatuto".
La oposición a Montilla fue crítica. El líder de CiU, Artur Mas, le pidió que "por una vez" tenga el "coraje y honradez" de admitir que si no pide la dimisión de la ministra de Fomento es porque "el PSOE no le deja". El líder del PP, Daniel Sirera, dijo que el funcionamiento del Constitucional se ajusta a la ley.
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