Llamamiento internacional por el fin de ETA
Los mediadores piden el cese de la "actividad armada" y sugieren una mesa de partidos
ETA se ha quedado sola dentro y fuera de Euskadi. El respaldo internacional al que se ha venido aferrando históricamente, primero para justificar sus objetivos terroristas y después para escenificar la búsqueda de una solución a "su conflicto" lo perdió ayer, en San Sebastián. La autodenominada conferencia internacional de paz, celebrada durante tres horas en el salón Gandhi del Palacio de Aiete bajo un desbordante despliegue mediático, exigió a la banda terrorista que declare públicamente el cese definitivo de su actividad armada.
La esperada petición de cese, considerada como el objetivo nuclear de este encuentro, no llegó, sin embargo, a la exigencia de disolución de la banda, como planteó la mayoría de las delegaciones asistentes, aunque fue considerada como "determinante" en medios próximos a los dos Gobiernos, central y vasco, satisfechos ambos por cuanto supone un rechazo definitivo a la violencia. A tal punto llega la favorable acogida al cese de ETA que desde el Ejecutivo vasco se relega el llamamiento hecho al diálogo con Francia y España "para tratar exclusivamente las consecuencias del conflicto", aspecto que mereció la principal censura desde el PP, ausente ayer.
Sorpresa porque se incluye una consulta a la ciudadanía que nadie reclamó ayer
La nota respalda la apuesta de la izquierda 'abertzale' por las vías políticas
Ares recibió 15 minutos a Annan para detallarle el decálogo de López
Garitano se colocó por primera vez una corbata para saludar a los delegados
Y es que la exigencia del fin de ETA ocupó el primero de los cinco puntos de la declaración, elaborada exclusivamente por el grupo de expertos internacionales: Kofi Annan, Jonathan Powell, Gerry Adams, Bertie Ahern, Gro Harlem Brutland y Pierre Joxe. Su contenido no fue consensuado con el resto del medio centenar de participantes en el foro, que desconocían, incluso, su literalidad antes de que Ahern lo leyera en inglés a la prensa al término de la reunión.
Según aseguraron varios de los asistentes a esta conferencia, impulsada desde la órbita abertzale y canalizada por la red Lokarri y el grupo de contacto del mediador sudafricano Brian Currin, los expertos escucharon las sucesivas intervenciones, de dos minutos cada una, y a su término se retiraron para elaborar el documento final. Este método motivó que en la declaración figuraran conceptos que no fueron expuestos por ninguno de los intervinientes. El caso más paradigmático afecta a la sorprendente inclusión, en el punto cuarto, de una controvertida sugerencia a convocar una especie de mesa de "los actores no violentos y representantes políticos" para reunirse y discutir "cuestiones políticas" e incluso que pudieran llegar a convocar una hipotética "consulta a la ciudadanía" para contribuir "a una nueva era sin conflicto". Algo que no fue planteado siquiera por Rufi Etxeberria, representante en el foro de la izquierda abertzale.
Esta valoración voluntarista de los expertos alimenta la hipótesis de que la conferencia de San Sebastián constituye un eslabón más de la estrategia trazada por la antigua Batasuna para realizar su progresivo tránsito a un nuevo escenario democrático, y al que únicamente pueden aspirar mediante la renuncia expresa de ETA. Es ahí donde, según quienes han seguido de cerca la configuración de este foro por la paz, resultaba imprescindible disponer de una escenificación internacional para que la obligada renuncia de unos y otros a sus fundamentalismos históricos fuera interpretada como una sonora derrota.
Con todo, la mayoría de los asistentes prefieren detenerse en el hondo significado del primer punto de la declaración, porque creen que a partir del cese definitivo de ETA el protagonismo sobre el futuro de la paz quedará en manos de los políticos. "Ya nadie hablará de tutelas ni considerará a los terroristas un agente político", admitió a EL PAÍS uno de los intervinientes en el foro de ayer.
Pero la puerta que la declaración abre decididamente al diálogo, supeditada, eso sí, a una ausencia total de violencia, se convertirá en cuestión de horas en el argumento preferido de los críticos a este foro porque les permitirá recuperar el latiguillo ya conocido de que "para que acabe ETA, el Gobierno se pondrá a negociar".
En base al contenido exacto de la declaración, es evidente que los expertos dejan en mal lugar a quienes siempre se han negado a las contrapartidas políticas para llegar a un escenario de paz. Iñigo Urkullu estará seriamente contrariado, porque ayer volvió a dejar muy claro en su exposición que sólo cabría "paz por paz". Incluso, el documento final insiste en el concepto de conflicto ("última confrontación armada en Europa"), una alusión predilecta de nacionalistas y abertzales y del que reniega por "injusto" el PSE. Ayer mismo, desde Estados Unidos, el lehendakari, Patxi López, recordó que el "conflicto vasco tiene un nombre y se llama ETA".
Este tipo de concesiones al argumentario abertzale desagradó a algunos asistentes, pero fue comprendido, en cambio, por muchos otros en reciprocidad, decían, a quienes han inspirado la conferencia. "Es la cobertura que necesitaban para justificarse y no hay que darle más vueltas, pero no nos podemos olvidar de que esto de la violencia se acaba y es irreversible", añadía un ponente.
Aunque no ha trascendido el contenido de la conversación, es muy posible que el consejero de Interior del Gobierno vasco, Rodolfo Ares, aprovechara ayer su encuentro de 15 minutos con Kofi Annan, ex secretario general de la ONU, para precisarle la orientación de la conferencia a la que había sido invitado como gran referente. Ares le detalló el decálogo sobre la paz y la convivencia que López presentó a finales de septiembre en el Parlamento.
Mientras, la izquierda abertzale se siente muy fortalecida tras este respaldo internacional a su apuesta por las vías políticas, precisamente a un mes del 20-N. Conscientes de la trascendencia de la ocasión que con tanto ahínco habían perseguido, sus representantes dignificaron estéticamente la reunión. Así se explica que, por primera vez desde que fue elegido diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano (Bildu) se adornara de una corbata para recibir a los asistentes.
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